El fósil revela que el insecto era un gran depredador diurno
UCM/DICYT.- Conservada en muy buen estado dentro de una pieza de ámbar báltico, investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Alcalá han descrito una hembra de Coptodera elektra, un tipo de escarabajo que es el primero hallado de su especie y el único de su género registrado en Europa. El fósil se remonta a unos 40 millones de antigüedad y revela que el insecto era un gran depredador diurno.
Entre hace 40 y 35 millones de años el norte de Europa estaba cubierto por una densa masa vegetal conocida como ‘bosques del ámbar’. En este clima subtropical, mucho más cálido y húmedo al registrado hoy en día, vivía Coptodera elektra, un tipo de escarabajo que era un excelente depredador diurno.
Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y de la Universidad de Alcalá (UAH) han descrito el primer fósil conocido de esta especie que, además, es el primero de su género hallado en Europa. “Actualmente podemos encontrar especies del género Coptodera en todos los continentes, menos en la Antártida y en Europa. El fósil es la primera evidencia de que, alguna vez, vivió en el nuestro”, afirma Sara Gamboa, investigadora del departamento de Paleontología de la UCM y coautora del estudio, publicado en Zootaxa.
El ejemplar fue hallado dentro de una pieza de ámbar báltico, en muy buen estado de conservación. Este material era muy común gracias a la flora del norte de Europa predominante de aquella época, en la que abundaban gimnospermas como las coníferas, que podrían haber sido las productoras del ámbar.
El fósil pertenece a una hembra, cuya característica más llamativa es el gran tamaño de sus ojos y su desarrollo ocular convexo. “Probablemente era una excelente depredadora diurna”, sugiere Gamboa. Mide 3,8 milímetros de longitud desde la cabeza al final del cuerpo y es de un color marrón-rojizo.
Además, tanto la cabeza como la parte superior del tórax son más anchos que largos, y las uñas finales de las patas no son lisas, sino dentadas, lo que indicaría que la especie pudo vivir en la corteza de los árboles, desplazándose por encima y refugiándose en los huecos que encontrase.
Sumergido en el Báltico
La pieza procede de los depósitos de ámbar sumergidos bajo las aguas del Mar Báltico. Las tempestades y las corrientes rompen estos depósitos y los trozos llegan flotando a las costas.
“La resina original es muy poco densa, por lo que es arrastrada por la lluvia hasta zonas bajas como valles o estuarios, donde se acumula y se entierra”, apunta la paleontóloga. En este caso, el fósil se halló en una playa del Mar Báltico y fue adquirido a través de un coleccionista.
En los restos también se han encontrado tricomas estrellados del género Quercus – ‘pelillos’ que recubren las hojas y otras estructuras de las plantas–, lo que demuestra que en la zona abundaban las angiospermas (plantas con flor).
Según los autores, el descubrimiento de esta especie podría indicar que hace 40 millones de años Coptodera constituiría un género mucho más extendido a lo que está en la actualidad. “El enfriamiento de nuestro planeta durante estos últimos 40 millones de años sería el responsable de la contracción de la distribución del género hasta la distribución pantropical que observamos ahora mismo”, concluye Gamboa.