El satélite Herschel de la ESA ha descubierto redes de filamentos gaseosos en las nubes interestelares más cercanas a la Tierra. Curiosamente, cada filamento tiene aproximadamente el mismo ancho, lo que apunta a que podrían ser el resultado de estampidos sónicos a lo largo de nuestra Galaxia.
Los filamentos son inmensos, extendiéndose a lo largo de decenas de años luz. Herschel ha observado que las estrellas más jóvenes se encuentran con frecuencia en las partes más densas de estos filamentos. Como ejemplo, el satélite europeo ha detectado un cúmulo con más de 100 estrellas de nueva generación en un filamento que se extiende a través de la región de Aquila. Este tipo de filamentos en las nubes interestelares ya había sido observado con anterioridad por otros satélites en la banda del infrarrojo, pero nunca con la resolución necesaria como para estimar su ancho. Ahora, Herschel demuestra que, independientemente de su longitud o densidad, todos los filamentos tienen aproximadamente el mismo espesor.
“Esto es sin duda una gran sorpresa”, comenta Doris Arzoumanian, del Laboratorio AIM de París-Saclay, CEA/IRFU, la autora principal del artículo que presenta estos resultados. Junto a Philippe André y a otros investigadores del mismo Instituto, Doris analizó 90 filamentos y descubrió que todos ellos presentaban un espesor de unos 0.3 años luz, o lo que es lo mismo, unas 20 000 veces la distancia entre el Sol y la Tierra. Este patrón requiere una explicación científica.
Al comparar las observaciones con modelos matemáticos, los astrónomos llegaron a la conclusión de que estos filamentos podrían ser el resultado de la disipación de ondas de choque en el seno de las nubes interestelares.
Estas ondas de choque, ligeramente supersónicas, podrían ser el resultado de la inmensa cantidad de energía turbulenta que es eyectada hacia el espacio interestelar tras la explosión de una estrella. Las ondas de choque viajarían a través del océano de gas que baña la Galaxia, comprimiéndolo a su paso en densos filamentos.
Las nubes interestelares son extremadamente frías, con una temperatura característica de unos 10 grados Kelvin sobre el cero absoluto, lo que provoca que la velocidad del sonido en su interior sea espacialmente lenta, tan sólo unos 0.2 km/s, comparada con los 0.34 km/s que alcanza en la atmósfera terrestre, a nivel del mar.
Estas ondas de choque, especialmente lentas, serían el equivalente intergaláctico de los estampidos sónicos. El equipo de investigadores señala que estos estampidos viajan a través de las nubes, perdiendo energía, y dejando a su paso un filamento de gas comprimido antes de disiparse por completo.
“No es una prueba directa, pero apunta a que podría existir una relación entre la turbulencia del material interestelar y la formación de filamentos. Si se demuestra, constituiría una fuerte restricción en las teorías de formación de estrellas”, explica el Dr. André.
El equipo ha establecido esta comparación estudiando tres nubes cercanas, conocidas como IC5146, Aquila y Polaris, utilizando los instrumentos SPIRE y PACS a bordo del satélite europeo Herschel.
“La relación entre estos filamentos y el proceso de formación de estrellas no estaba claro, pero gracias a Herschel, por fin somos capaces de observar cómo se forman estrellas en el interior de algunos de estos filamentos, como si fuesen las cuentas de un rosario”, concluye Göran Pilbratt, Científico del Proyecto Herschel para la ESA.