El Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, presidirá, este próximo martes, 28 de julio, festividad de San Melchor de Quirós, una Eucaristía en el Santuario de Cortes, a las 12 del mediodía. Se trata de una cita anual que organiza la Delegación diocesana de Misiones, que supone, además, un encuentro con los misioneros asturianos que se encuentran de vacaciones en su tierra natal. ?
Los asistentes al encuentro participarán de una comida fraterna y por la tarde visitarán el Santuario del Cébrano (Teverga), donde compartirán sus experiencias en la misión.
Breve biografía
San Melchor de Quirós es el primer y único santo, hasta el momento, de origen asturiano. Fue canonizado en 1988 por san Juan Pablo II.
Nació en la aldea de Cortes (Quirós) el 28 de abril de 1821. Aunque su familia era de origen muy humilde, sus padres quisieron que estudiara, por lo que acudió desde pequeño a clases particulares de Latín y Humanidades a Bárzana, a unos tres kilómetros de San Pedro de Arrojo. Entre los recuerdos que se tienen de él, se sabe que tenía una gran devoción por la Virgen del Alba.
Con 14 años dejó su casa de San Pedro de Arrojo para irse a cursar estudios superiores a Oviedo, donde permaneció durante 10 años, hasta que decidió desplazarse al convento de los dominicos en Ocaña, para formarse como religioso, pues tenía claro que quería ser sacerdote misionero. Se fue con 24 años y no volvió a regresar a Asturias.
En Ocaña permaneció durante dos años, y allí se ordenó sacerdote, oficiando su primera misa en 1847. Ese mismo año embarcó en Cádiz hacia tierra Filipinas. Quería trabajar en Indochina, una región muy lejana de la que sólo llegaban noticias de constantes martirios a los cristianos. Cuando desembarcó en Manila tenía 27 años. Desde allí llegó a Tonkín, hoy conocido como Vietnam, donde la entrada de europeos estaba prohibida y los sacerdotes debían esconderse para no ser encarcelados o asesinados.
En las cartas que enviaba a su familia, narra las penalidades que se encuentra en su destino, y en ellas afirma que aunque la vida que lleva “parezca áspera y cruel”, él siente una “inmensa alegría” de estar allí. El lugar donde es destinado está gobernado por el emperador Tu-Duc, quien pone precio a la cabeza de los misioneros europeos. Los cristianos tienen que celebrar misas clandestinas; los sacerdotes y catequistas son perseguidos, y aquellos que se niegan a pisar el crucifijo, son golpeados, encarcelados o asesinados. Gracias a las misivas que aún se conservan, Melchor cuenta cómo se desarrolla la misión, los niños y adultos a los que bautiza, y cómo montaban y desmontaban una iglesia en unas horas para celebrar una misa de madrugada o por la noche.
Con 34 años fue nombrado Obispo de Tricomia, algo que podía ser considerado auténticamente una sentencia de muerte. En varias ocasiones Melchor pudo escapar, pero finalmente fue hecho prisionero y fue martirizado en lo que se convirtió en un espectáculo para el régimen, en el que se quería constatar que seguir la religión de Jesús iba en contra de las leyes del país. San Melchor de Quirós fue descuartizado de la forma más cruel y una vez muerto, se ensañaron con su cuerpo y su cabeza fue tirada al mar. Era el 28 de julio de 1858.
Foto: revista Ecclesia.