La mala praxis en el mercado del crédito hipotecario es una de las numerosas causas que explican la crisis financiera. Un informe del socialista español Antolín Sánchez Presedo estudia la manera de proteger mejor a los prestatarios y de reconstruir la industria financiera europea sobre unas bases más sólidas. El documento fue sido presentado ante la comisión parlamentaria de Asuntos Económicos y Monetarios el miércoles 31 de agosto.
Señor Sánchez Presedo, la atribución de préstamos hipotecarios en condiciones demasiado laxas fue uno de los factores que llevaron, en 2008, a esta crisis financiera. ¿Sigue habiendo riesgo?
El sobrendeudamiento está todavía en el corazón de la crisis, y fijar las reglas del mercado de crédito sería un paso importante para intentar combatirlo.
La siguiente etapa es la de asegurar que las prácticas irresponsables no perjudiquen a los ahorradores ni a los contribuyentes, y que no causen una nueva situación de crisis.
Su informe se basa en una propuesta de la Comisión Europea, pero ampliando de manera notable su análisis. ¿Qué faltaba?
Hemos añadido tres capítulos nuevos. Uno trata de la "educación financiera", es decir, de lo que la gente tiene que saber antes de contratar una hipoteca. También hemos dedicado una parte a lo que pasa cuando ya se ha contratado un préstamo. Lo hemos denominado la "ejecución correcta de los contratos de crédito".
El último capítulo añadido se centra en la transparencia de los mercados. La idea es facilitar la trazabilidad de cada crédito creando, por ejemplo, un registro de los préstamos. Cuando se reagrupan para crear nuevos instrumentos financieros, se puede saber en todo momento qué tipo de créditos están en la balanza. De esta forma, los mercados serían mucho más estables.
¿Cree que algún tipo de préstamos deberían estar prohibidos?
Se tienen que establecer normas para evitar malas prácticas. Se necesitan mercados más transparentes y más estables. Me gustaría identificar los productos que suponen un riesgo y dar a las autoridades de supervisión el poder de imponer medidas como advertencias a los consumidores o más estrictas como un llamamiento a la prudencia. De esta forma, los que quieran coger riesgos deberán medir las consecuencias.
Los mercados de préstamos difieren en gran medida entre un país y otro. ¿Cree que es un problema o una ventaja?
Hay que analizar la diversidad como un aspecto positivo y preservar la subsidiariedad y la proporcionalidad, pero también hay que eliminar las barreras entre los mercados nacionales. Los sistemas que funcionan y que vienen de tradiciones legales y culturales se tienen que conservar. La diversidad juega un papel importante en la innovación y en la inclusión financiera porque permite realizar productos a medida.
Por ello, hace falta más competencia. La industria financiera está cada vez más concentrada: los cinco prestamistas más importantes concentran 75 por ciento de la misma en cada Estado miembro. Más competencia permitiría más eficacia en los mercados.
Reglamentar el crédito no es un aspecto del debate. ¿Cómo ayudar también a los prestatarios?
La educación financiera, la información y los consejos de los profesionales tienen un papel importante. Necesitamos que se cumplan una serie de prácticas sanas cuando se otorgan préstamos para tener unas relaciones más justas y más equilibradas entre las partes presentes.
Por ejemplo, estudiamos la posibilidad de que existan contratos más flexibles que permitan adaptarse a la situación del prestatario y autorizando el reembolso del préstamo antes del plazo. También hablamos de la posibilidad de cambiar de prestador y de convertir un préstamo a una moneda extranjera en un préstamo en moneda propia.
Su informe defiende el acceso a los préstamos para aquellos que están excluidos de manera arbitraria. ¿Cómo podría funcionar?
Creo que los productos financieros deben poder personalizarse para tener en cuenta la diversidad de las situaciones de los consumidores. Por ejemplo, consideramos que las ayudas sociales deben tenerse en cuenta cuando se evalúa la solvencia de un cliente. También debemos evitar la exclusión causada por informaciones erróneas y decisiones basadas en evaluaciones automáticas.
Como menciona el compromiso adoptado por el G20, el sistema financiero debe servir a las necesidades de las familias y de las empresas, las necesidades de la economía real. Para ello, necesitamos más flexibilidad, más inclusión, más estabilidad y más competencia.
Prensa Parlamento Europeo