La soprano regresa este domingo al elenco de «La Fura dels Baus» para volver a abordar la impresionante cantata escenificada en el Festival de Verano de Ohrid
FERMÍN DE PAS.- La carrera internacional de Beatriz Díaz viene produciendo considerable «fortuna» con la épica colección de cantos goliardos, aquellos versos satíricos que cantaban en latín medieval los clérigos vagabundos y los estudiantes pícaros por la vieja Europa del siglo XIII, antes de que el compositor alemán Carl Orff los inmortalizara en la célebre «Carmina Burana» en 1937.
El fragmento coral más conocido de la cantata lleva por título «O fortuna» y, aunque nos dibuja una idea más bien pesimista de la caprichosa rueda de la suerte, la buena estrella parece haberse confabulado con la artista asturiana para quien su participación en esta obra empieza a ser, muy al contrario, un talismán de éxitos descomunales.
Para empezar, la Díaz saboreó un triunfo rotundo cuando la interpretó por primera vez en el ovetense teatro Campoamor en 2013, hará exactamente dos años este próximo domingo. Se dijo entonces que «destacó entre los solistas con una voz amplia y flexible, bien controlada incluso con las exigencias del movimiento en escena» y que encandiló en un nuevo rol que volvió a hacer suyo con toda la dificultad añadida de cantar sobre una plataforma que sobrevoló el patio de butacas o dando vueltas para desenrollar los cinco metros de tela de su vistoso atavío: «potencia en el momento preciso (Dulcissime), fiatos increíbles, registro medio redondo y sobre todo una línea de canto (In trutina) donde la musicalidad que emana en cada intervención (Stetit puella) es un placer para el oyente».
Un año después, la cantante refrendó laureles en el Palacio de Carlos V, en el imponente marco de la Alhambra, y tapizó el cielo de Granada -destacaban una a una las críticas musicales- con su «voz cálida y bien modulada», mostrando «sus grandes cualidades técnicas con unos agudos bien atacados y proyectados» y escuchando junto a sus compañeros de reparto «más de quince minutos de aplausos, que obligaron a los miembros de la compañía a alargar la actuación con unos imprevistos bises» como colofón del Festival de Música y Danza; mientras, por nuestra parte, en este mismo medio digital ratificábamos con la mayor satisfacción que «la pureza y calidez de su excelente voz recorrió todos los registros de la partitura con una línea de canto admirable y una seguridad portentosa que el público premió, sin pestañear y boquiabierto por los trinos angelicales que bajaban desde el firmamento granadino al patio de butacas, con grandes aclamaciones».
Por fin, en febrero pasado, la «soprano total» aún superaba el listón de sus estratosféricos registros en el teatro Calderón de Valladolid, donde cortaba la respiración de una sala abarrotada de público. Rebautizada justa e ingeniosamente por Pablo Álvarez como «La Fura de Boo», el prestigioso musicógrafo se mostraba convencido de que «Orff tiene en la soprano asturiana la mejor voz para esta su obra maestra». Han leído bien: «la mejor».
Con tal bagaje de credenciales, Beatriz Díaz se sube de nuevo a la grúa, este 12 de julio, para debutar en el teatro Antiguo de Ohrid. Allí, en el histórico recinto al aire libre de la ciudad amurallada de la República de Macedonia, volverá a demostrar por qué es la más grande. En el cartel, junto a ella y a enorme nivel, el contratenor ruso Vasily Khoroshev, el barítono bilbaíno José Manuel Díaz y la actriz crevillentina Luca Espinosa. Completan el elenco el Coro y la Orquesta Filarmónica de Macedonia y la compañía Macedonia Ópera y Ballet, bajo la batuta del maestro valenciano Josep Vicent. Como ya es costumbre, la excelente dramaturgia será la de «La Fura dels Baus», con el personalísimo sello escenográfico del catalán Carlus Pradissa y la italiana Zamira Pasceri como ayudante de dirección.
Qué la fortuna, otra vez, sonría a Beatriz y a todos.