Esta semana, la comisaria de Pesca de la Unión Europea María Damanaki, ha confirmado la sanción contra España por superar su cuota de caballa en el Cantábrico en 2010. La cuota asignada se superó en 20.000 toneladas, casi un 80%. En sus propias palabras, “Casi han duplicado su cuota. Esto ha sido bastante grave.” La sanción se traducirá en una reducción de cuota de 40.000 toneladas (el doble de lo superado) repartida en cinco años.
La situación de sobreexplotación de los caladeros a nivel global es alarmante. Greenpeace lleva denunciándolo desde hace años, así como la urgente necesidad de adoptar medidas para recuperarlos y combatir la pesca ilegal.
La sobrepesca no puede tener lugar en nuestros mares y océanos si queremos un futuro para los ecosistemas marinos y sus recursos, ni siquiera en caladeros aparentemente en buen estado, como el caso de la caballa en el Cantábrico.
La pesca ilegal tampoco tiene espacio. La UE está examinando más de 70 barcos de 11 países extracomunitarios y 5 de Estados miembros. En el caso de éstos últimos, si se confirma que actúan de forma ilegal se les retirarán las subvenciones. Algo lógico pero que no siempre sucede.
La oportunidad de cambiar la gestión pesquera en la UE es ahora, con la reforma de la Política Pesquera Común (PPC). Esta norma debe dar un giro de 180º hacia una forma sostenible de entender y explotar los recursos pesqueros. Este tipo de actuaciones van por el buen camino, pero hace falta que los países miembros compartan esta visión en sus aportaciones y votaciones que darán forma final a la PPC.
España es la mayor potencia pesquera de Europa, pero la Administración favorece tan solo al 20% de su flota, la parte formada por el sector pesquero industrial, con gran fuerza política y que exporta su sobrecapacidad a prácticamente todos los océanos.
El futuro de la pesca debe ser sostenible. Greenpeace lo reclama desde hace años, parece que la UE empieza a entenderlo, ¿lo entenderán también nuestros responsables de Pesca o seguiremos siendo “los malos” de Europa?
Elvira Jiménez, campaña de Océanos de Greenpeace
(Foto: Tamorlán)