Hubo un tiempo en que, a falta de rascacielos desde donde contemplar vistas, se puso de moda pintar murales panorámicos. Se trataba de papeles pintados que representaban desde monumentos de una ciudad a paisajes de un país, pasando por cacerías y demás acontecimientos. Esta expresión artística tuvo uno de sus momentos álgidos en Francia, en el primer tercio del siglo XIX, de la mano de la xilografía. Esta es la época que ha tomado como referencia Alfredo Gil, que ha tratado de recrear dichas pinturas con técnicas más modernas, buscando el equilibrio entre la fidelidad y la eficacia. Su tesis, defendida en la UPV/EHU, se titula Actualización de los sistemas de estampación aplicados a papeles pintados panorámicos del primer tercio del siglo XIX.
Gil ha estudiado la evolución de los sistemas de impresión de papeles pintados, centrándose muy especialmente en la xilografía. Asimismo, ha tratado de emular esta última con técnicas más actuales y rápidas, pero preservando la calidad y cualidad de los acabados de antaño. Para ello, ha optado por la serigrafía, el sistema moderno que, según el investigador, más se aproxima al resultado obtenido en las panorámicas xilográficas del primer tercio del siglo XIX. Ha combinado esta técnica con el uso del ordenador en las fases previas a la estampación, gracias al cual ha reconstruido la panorámica de manera mucho más rápida e igual de precisa. Finalmente, la metodología se ha aplicado al mural denominado Monumentos de París, pintado en 1814.
La xilografía, hasta finales del XIX
Tal y como se explica en la tesis, la manufactura de panorámicas fue tradicionalmente impresa mediante la xilografía. Consiste en tallar una figura en una plancha de madera y en impregnar con tinta el relieve que se obtiene, de manera que se pueda estampar el dibujo en el papel o soporte en cuestión. En el caso de las panorámicas, por su gran tamaño, complejidad y la necesidad de superponer colores, se podían llegar a utilizar 3.500 tacos de madera y 90 colores para una sola obra.
Al comenzar la industrialización surgieron otras técnicas que permitían reproducir un mayor número de valores tonales, pero la calidad de la imagen obtenida con una matriz xilográfica plana seguía siendo mayor, por lo que la antigua técnica resistió. No fue hasta la llegada de la serigrafía, a finales del siglo XIX, cuando los resultados empezaron a equipararse.
En la serigrafía, la impresión se realiza a través de una malla, en la que el paso de la tinta se bloquea en determinadas zonas, dependiendo del dibujo que se quiere obtener. Precisamente, Gil ha optado por esta técnica para reproducir un fragmento de 1,5 x 1,5 metros de la panorámica xilográfica Monumentos de París; eso sí, con la ayuda de una reconstrucción previa por ordenador.
El investigador ha realizado pruebas con técnicas más modernas como la impresión digital, pero afirma que es la serigrafía la que más fielmente reproduce la calidad de la xilografía. De hecho, concluye que las nuevas tecnologías sí superan a las antiguas en cuanto a optimizar la preimpresión, pero que, en lo que al estampado se refiere, ninguna ha conseguido aproximarse tanto como la serigrafía a la calidad y características de las panorámicas de principios del siglo XIX.
La impresión digital, totalmente distinta
Ahondando en el estudio comparativo, Gil explica que, a simple vista, el estampado xilográfico y el serigráfico son iguales. Si se aplica una lupa binocular, sí se contempla que la xilografía ofrece una impronta uniforme, con una superficie compacta aunque texturada; mientras que la serigrafía presenta una red de puntos a consecuencia del uso de la malla. Sin embargo, a nivel visual, esta diferencia es imperceptible.
En cambio, el caso de las tintas digitales es bien distinto. En la impresión digital, la variación en las tonalidades depende de la concentración de puntos: cuanto más juntos están, mayor es la densidad de color. Las tintas digitales dan cada vez una mayor calidad de imagen, pero no de la del tipo que emula un papel panorámico pintado mediante xilografía. En palabras de Gil, las diferencias entre la xilografía y las tintas digitales son ostensibles, dado que la materia colorante tiene una densidad muy inferior en este último caso, y el grosor de la capa de policromía es mucho menor.