Marta del Pozo alerta de la falta de reproche social en casos como el de López Aguilar o los cánticos de aficionados del Betis
Oviedo (E.P.).- La profesora de Derecho Procesal en la Universidad de Salamanca y especialista en violencia de género, Marta del Pozo, se ha mostrado muy crítica con el sistema judicial español en todo lo que se refiere a las víctimas de esta lacra, algo que está generando consecuencias dramáticas. "Las víctimas de violencia de género desconfían de la Justicia en España", ha afirmado.
Del Pozo, que ha acudido esta semana a dar una conferencia en el Colegio de Abogados de Oviedo, afirma que esa desconfianza responde a varias causas.
Una de ellas es la falta de preparación en perspectiva de género de los titulares de los juzgados, incluidos los que teóricamente deberían estar especializados. A pesar de que existe una ley al respecto, esos jueces no están formados en la materia, como debe estarlo un magistrado que se ocupe, por ejemplo, de Derecho Mercantil.
De hecho, el magistrado, cuando puede se va del juzgado especializado en violencia de género. Tampoco el secretario judicial ni el resto de funcionarios tienen esa preparación. La mitad de los jueces no dura más de un año en el puesto porque prefieren cambiar de destino, según ha explicado.
Sin esa formación y continuidad es muy difícil, ha explicado Marta del Pozo, afrontar convenientemente un caso de violencia de género. Y pueden producirse situaciones no deseadas con consecuencias muy negativas.
Otro de los problemas al que tienen que hacer frente las víctimas, ha dicho Del Pozo, es el de las órdenes de protección. Hay juzgados que son muy reacios a concederlas, entre ellos el de Oviedo y el de Gijón, en Asturias, según las estadísticas. A ello se une el problema de la falta de medio personales y materiales.
Lo peor es que los incumplimientos de las órdenes de protección que se decretan son "sistemáticos" y la mujer queda indefensa. El supuesto agresor, además, apenas tiene que enfrentarse a ninguna consecuencia por romper esa orden de protección. En muchos casos, el asunto pasa a otro juzgado distinto del inicial y el incumplimiento queda disperso de forma "absurda". "Al final nadie le mete mano", ha señalado en su conferencia, recogida por Europa Press.
Especialmente cautelosa se ha mostrado Del Pozo ante la posibilidad de que sean terceros los que denuncien los casos de maltrato. De acuerdo a la ley, estarían obligados a denunciar una situación de violencia de género, ya que es un delito. No obstante, Del Pozo ha señalado que esa situación puede colocar a la víctima en una situación "de riesgo" si su pareja llega a enterarse.
Otra de las causas de que las mujeres desconfíen de la Justicia es lo abrumadas que se encuentran cuando deciden por fin denunciar, con toda la serie de trámites a las que tienen que hacer frente. Incluso a un perito que comprueba si dicen la verdad o no. "Eso no ocurre con ningún otro delito", se ha quejado Del Pozo.
La violencia de género que ejerce el hombre contra la mujer atenta contra su dignidad y es un "instrumento de control" que además la ejerce una persona "querida". Eso pone las cosas aún más difíciles a las mujeres, que presas de un "síndrome de Estocolmo doméstico" y de una "indefensión aprendida", acuden ante el juez absolutamente destrozadas "titubeando y echas unos zorros". El agresor, sin embargo, llega "con su traje y corbata, negándolo todo y como si nada hubiese pasado". El resultado suele ser que el juez le crea a él, ha lamentado Del Pozo.
La jurista ha advertido de otra estrategia que están adoptando determinados abogados defensores de los supuestos agresores. Al ser denunciados, ellos contraatacan denunciando a la víctima. El juez, ante esa situación suele dejar en nada ambas denuncias.
Frente a la idea generalizada de que en este asunto hay muchas denuncias falsas de mujeres, Del Pozo lo ha negado categóricamente y ha afirmado que según las estadísticas sólo el 0,01 por ciento han resultado denuncias falsas. A su juicio, los que defienden ese argumento, los "nuevos machistas", lo hacen utilizando trampas, como incluir en las cifras los sobreseimientos o las retiradas de las denuncias.
TOLERANCIA
Las mujeres, afirma Del Pozo, se muestran reacias a denunciar, no sólo porque desconfían de la Justicia, sino por otros factores psicológicos, como cuando piensan que es culpa suya o que el hombre no lo volverá a hacer, o por razones culturales, sobre todo en entornos rurales. De hecho, la mayoría de las víctimas que han sido asesinadas en los últimos años no denunciaron nunca, según las estadísticas publicadas.
Son muchas las víctimas, además, que después de dar el paso de denunciar deciden retirar la denuncia, incluso en contra del criterio de su abogado. "Muchas víctimas se arrepiente de denunciar y es terrible; lo estamos haciendo muy mal cuando alguien quita la denuncia y decide que está mejor con su maltratador", ha lamentado Del Pozo, quien considera imprescindible que estas mujeres cuenten con apoyo psicológico desde el primer momento.
A todo este negativo panorama al que se enfrentan las víctimas, se encuentra una "tolerancia" que va a más hacia este tipo de casos y que suele tener una raíz cultural. "Desde pensar que son cosas de pareja a considerar que quizás la mujer ha hecho algo", ha señalado Del Pozo.
Considera que en España falta aún reproche social para este tipo de casos, algo que se puede comprobar fácilmente en las reacciones que se observan en las redes sociales ante las noticias relativas a un presunto maltrato del exministro de Justicia, el socialista Juan Fernando López Aguilar, o en los cánticos que se han podido escuchar recientemente por parte de algunos aficionados del Betis para defender a uno de sus jugadores, que supuestamente maltrató a una mujer.
LA COBRA Y EL PITBULL
Ante este cúmulo de circunstancias, Marta del Pozo considera que todavía es muy necesaria en España una labor de educación "en igualdad y para la igualdad".
Para terminar, Del Pozo ha descrito a los tipos de agresores más comunes, recurriendo a la terminología que han impuesto los expertos Neil Jacobson y John Gottman. Uno de cada cuatro maltratadores es "una cobra". Se trata de alguien conflictivo, que ya se observa peligroso y que cuanto más problemas tiene más tranquilo está. En este caso, no suele establecer vínculos con la víctima y si ella le deja suele buscar a otra.
El otro maltratador, el "pitbull" es bien distinto. En este caso se obsesiona con la víctima y a ojos de terceros, en su vida cotidiana, parece una persona "maravillosa". Es alguien que "no lleva el cartel de te voy a moler a palos", pero que cuando les dejan "puede asesinar". Tres de cada cuatro maltratadores son "pitbull", según Del Pozo