• Se trata de un catálogo que recoge fotografías de su exposición en la Cúpula del Centro Niemeyer, en 2014, con imágenes exclusivas de la misma
El Centro Niemeyer ha presentado esta mañana el catálogo Luz vulnerada, de Javier Riera (Avilés, 1964), artista que expuso su obra en la Cúpula del Centro Niemeyer entre junio y septiembre de 2014.
Se trata de una publicación editada por el Centro Niemeyer que recoge el trabajo que el artista desarrolló para su exposición en la Cúpula, así como fotografías exclusivas para este catálogo, tomadas durante el tiempo que estuvo abierta. Este catálogo está ya a la venta en la Librería del Centro Niemeyer y tiene un precio de 15 euros.
Además de editar esta publicación, la Fundación Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer ha comprado una de las fotografías del artista recogida en el catálogo, que se depositará en el Museo de Bellas Artes de Asturias.
El objetivo de Luz vulnerada es incidir en el carácter de humanidad que emana de la arquitectura de Niemeyer, y en la idea de proximidad y convivencia entre el hombre y la naturaleza, como parte del avance de la conciencia del ser humano. Además, esta publicación muestra el trabajo de investigación que Javier Riera viene realizando en torno a la relación entre geometría y paisaje.
Cabe recordar que el elemento central de estas imágenes es una serie de siluetas lumínicas de ciervos que caminan por distintos lugares de la Cúpula del Centro Niemeyer, integrándose de un modo particular en este espacio, que parece llenarse de vida con su presencia en movimiento. Las siluetas fueron creadas a partir de imágenes de ciervos reales grabadas expresamente.
El hombre primitivo, en un tiempo anterior a la arquitectura, pintaba animales en las paredes y techos de las cuevas, en lo que se ha interpretado como un acto de invocación, no exenta de admiración, y cuya finalidad última sería la caza del animal como medio básico de supervivencia. Esta muestra –primero en su exposición en el Centro Niemeyer y después en este catálogo- trata de establecer un paralelismo entre la cueva y la Cúpula de Niemeyer, cuyo interior es entendido como una caverna construida, y pasada por el tamiz y la alta sofisticación de la cultura a la que ha llegado el hombre.
Este trabajo repite, con la tecnología actual, aquel acto primitivo de pintar animales sobre las paredes y techos para plantear un nuevo modelo de invocación, que ya no busca su captura sino la aproximación y la comprensión de sus cualidades esenciales y finalmente de la necesidad de su existencia.
Presente con frecuencia en las pinturas prehistóricas, el ciervo adquiere a lo largo de la historia un fuerte simbolismo, que le relaciona con lo arbóreo, la mística de la luz y con conceptos de renovación cíclica. Desde tiempos ancestrales el espectro simbólico del ciervo tiende un puente entre lo instintivo y lo espiritual, la tierra y el cielo, representados aquí por los conceptos superpuestos de caverna y cúpula.
Javier Riera, un artista polifacético
Javier Riera (Avilés, 1964) vive y trabaja en Madrid desde 1989. Estudió Bellas Artes en Salamanca y en su formación fueron imprescindibles los talleres de Arte Actual del Círculo de Bellas Artes de Madrid, participando en los de Carlos León y Julian Schnabel.
Comenzó a exponer en 1993 en Madrid y desde entonces lo ha venido haciendo regularmente al tiempo que ha participado en numerosas exposiciones colectivas, siendo la pintura el soporte habitual hasta 2008.
En 2003 recibe el Premio Angel de Pintura y en 2006 realiza en el Palacio de Revillagigedo, en Gijón, una muestra retrospectiva de un periodo de 10 años. En 2008 expone individualmente en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, un trabajo en el que fotografía intervenciones con luz y geometrías realizadas directamente sobre el paisaje.
En 2010 expone en el Museo Barjola una intervención sobre el paisaje, adaptada al espacio específico de la Capilla de la Trinidad, que introduce por primera vez el transcurso temporal en su obra. En los últimos años continúa investigando sobre la relación entre paisaje y geometría, entendiendo ésta como el lenguaje previo a la materia, capaz de establecer con ella un tipo de resonancia sutil y reveladora de cualidades ocultas en los espacios en los que trabaja.
En 2012, con el proyecto “Alamedallum” interviene por primera vez un espacio público que nunca antes el artista había tratado como escenario expositivo. Su obra se encuentra presente en colecciones como La Fundación Caja Madrid, La Fundación Príncipe de Asturias, Banco de España, Colección Unión Fenosa, Museo de Bellas Artes de Asturias, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía…