La libanización de Siria

La libanización de Siria
El juego de Hafez al-Asad ha llegado a su final lógico: la Siria de Asad se ha convertido en un protectorado iraní y en un campo de lucha regional salvaje. A su lado, la guerra libanesa parece haber sido un mero ejercicio preparatorio para la guerra siria. El dictador cuyo ejército invadió Líbano en 1976 con el pretexto de poner fin a la guerra civil y evitar la división, no frenó la guerra, sino que utilizó sus fuerzas armadas para acabar con Líbano. Las guerras se fueron sucediendo sin fin bajo la sombra del dominio militar y de los servicios secretos sirios, y el régimen político libanés entró en un ciclo aterrador de desintegración, que le llevó a una total sumisión a la hegemonía siria.
Se trataba de un juego extremadamente complicado que exigía alianzas contrapuestas, engaños y eliminación de enemigos, de forma individual y colectiva. Una alianza sirio-saudí por un lado, y otra sirio-iraní; tensiones y harmonía con Israel que llevaron a la expulsión de la resistencia palestina de Líbano; y después, una cruenta lucha por Líbano dentro de unas fronteras claras que llevó a Asad a hacer que Hezbollah dominará sobre la resistencia, como un preludio de su dominio sobre la confesión chií.
Asad jugó en Líbano al juego del conflicto sectario con astucia. En Siria, el régimen ‘laico’, o llamado laico, parecía el más capaz de jugar con y contra las confesiones libanesas. Por eso, el régimen de Asad dirigió una operación de eliminación del laicismo izquierdista, para poder dedicarse a confeccionar el ascenso y descenso de las confesiones libanesas. En su momento, el señor Abd al-Halim Khaddam [1] adoptó con maestría el papel de Fuad Pasha, el visir otomano que supervisó el fin de la guerra civil libanesa del siglo XIX, según un pacto internacional que puso las bases del mutasarrifato [2], la primera formación política en la zona basada en las cuotas sectarias.
En Líbano, en medio del cruento juego sectario, Asad puso la base, sin darse cuenta, de la guerra siria, la cual ha llegado a su punto de inflexión iraní al convertirse Qasim Suleimani en el líder militar de lo que queda de Siria en manos del régimen. Por su parte, Asad hijo no es más que una imagen sin poder, que no tiene otra función que la de ofrecer una cobertura a la lucha por el control de Siria.
El periodista británico Patrick Seale -que fue amigo de Asad padre, al que escribió una biografía con la que blanqueó su imagen, como hacen las mafias con su dinero- había escrito previamente un libro titulado La lucha por el dominio de Siria. La biografía de Asad, tal y como la escribió Seale, insinuaba que la época de las luchas por el dominio de Siria había terminado. Pero la historia, cuando se venga, nos da una lección de crueldad y vileza: he aquí la historia que se venga, convirtiendo el régimen que erigió Asad en un trapo, y haciendo de Siria un campo de lucha regional para el asesinato y la desgracia.
Podemos ver que, tras la máscara del poder absoluto con la que se presentaba el régimen despótico, se habían tejido frágiles equilibrios que permitían al régimen mantenerse, y que le dieron a su terrible máquina de la muerte un poder absoluto sobre el pueblo sirio. El régimen que erigió Asad padre se basó en un preciso equilibrio en el que Arabia Saudí jugó un papel clave, y se protegió tras la alianza entre los saudíes, los egipcios y el régimen sirio, una alianza que llevó al mundo árabe a la deriva.
El componente saudí del régimen no solo se materializó en la configuración del poder en Líbano tras los Acuerdos de Taif, cuando este se dividió entre un incipiente harirismo y el régimen securitario, sino que también fue parte de la estructura interna del régimen de Asad. El golpe contra este elemento saudí comenzó en Siria con la destitución del eje Khaddam-Kanaan-Shihabi [3], antes de eliminarlo, y llegó a su punto álgido en el asesinato de Hariri. Tras la máscara del poder absoluto, el régimen de Asad era preso de los precisos equilibrios regionales, que comienzan en Arabia Saudí y terminan en Irán. Cuando el régimen decidió, bajo el liderazgo del hijo inexperto, volverse contra una parte de sus anteriores aliados, comenzó la etapa de su caída, cuya inevitabilidad fue anunciada por las revoluciones árabes.
La trayectoria que sigue Siria hacia la libanización, provocada por el afán del régimen de aferrarse al poder como a un clavo ardiendo, y su predisposición criminal a matar a cientos de miles de sirios, desplazar a millones, y destruir ciudades y aldeas mediante bombardeos salvajes, ha hecho de la cruenta experiencia libanesa, un ejemplo insignificante frente a un crimen global.
Se dice que uno de los teóricos de Daesh, llamado Abu Bakr al-Nayi escribió el libro La administración del salvajismo, que es una especie de guía ideológica que llama al establecimiento de un sistema de valores basado en el terrorismo y la expansión del miedo, mediante el recurso a la lucha y la represión salvaje. Es cierto que Daesh ha constatado con pruebas de sangre y vídeos de gran profesionalidad que su salvajismo va en serio. Sin embargo, lo que hoy no sale en las noticias es que el verdadero fundador del régimen del salvajismo fue el despotismo, y que el salvajismo del régimen sirio es igual que el de Daesh, si no es superior. Aunque el régimen cubre su salvajismo con un discurso político sobre la resistencia y el antiimperialismo, lleva a Siria y a la zona a una lucha sectario-religiosa de un salvajismo sin límites.
La operación israelí en el Golán ha demostrado la presencia de líderes de la Guardia Revolucionaria iraní junto a Hezbollah en la zona. Parecía como si Hezbollah quisiera desequilibrar la ecuación en Siria y la zona por medio de la activación del frente del Golán a través de la resistencia. Sin embargo, el anuncio de la presencia del general Qasim Suleimani en el sur de Siria, como líder del ataque contra las posiciones de la oposición siria armada en la zona, acabó rápidamente con esa posibilidad, ya que el general iraní no había venido a dirigir a la resistencia contra Israel, sino a dirigir una de las batallas de la guerra siria, probando que quien participa en una guerra civil sectaria pierde la capacidad y las ganas de resistir a la ocupación.
Todos los grupos regionales e internacionales –desde los países del Golfo a EEUU, pasando por Turquía- han participado en la conversión de Siria en una carta; sin embargo, el gran responsable es el régimen, que desde el estallido de la revolución popular ha actuado como una mafia y ha convertido sus fuerzas armadas en un ejército de ocupación extranjero.
La Siria de Asad se ha terminado. El propio Bashar al-Asad firmó su final en el momento en que pidió a las milicias chiíes de Líbano, Iraq e Irán que se enfrentaran a los salafistas yihadistas, la mayoría de cuyos líderes fueron liberados de sus cárceles. Pensó que podría jugar con las corrientes takfiríes y aprovecharse de ellas, como intentó con Fath al-Islam en Líbano [4]. Por tanto, él y los takfiríes son dos caras de la misma moneda: el aplastamiento cruento de Siria, su destrucción y su conversión en un campo de lucha para otros.
La historia es cruel y malvada. Hafez al-Aad creyó que podía subirse a la espalda del monstruo sectario y jugar con él en Líbano, pero este monstruo se ha vuelto contra él y acecha a su régimen para convertirlo en despojos.
[1] Ex vicepresidente sirio, que en época deHafez al-Asad fue uno de sus prohombres, que fue destituido en 2005 por suponer una amenaza para Bashar al-Asad. Por ello decidió presentarse como opositor y fraguar una alianza con los Hermanos Musulmanes en 2006.

 

[2] A modo de simplificación, se trata de una entidad política creada en Líbano al estilo de los cantones, basada en la adscripción religiosa.

 

[3] Ghazi Kanaan fue el hombre fuerte de Siria en Líbano, director de los servicios secretos ahí, hasta su misterioso suicido en 2005. Hikmat Shihabi fue Jefe del Estado Mayor en Siria, que dimitió por sorpresa en 1998 cuando su relación con Khaddam empezó a aprecerle a Bashar al-Asad un peligro para su sucesión en el mando del país un par de años antes de la muerte de su padre.
[4]Organización palestina en Líbano con vinculaciones con los servicios secretos sirios. En 2007 se produjeron enfrentamientos con el ejército libanés en Nahr al-Bared.

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