Madrid (E.P.).-Una pareja de Gijón ha formulado una queja formal contra unos agentes del puesto fronterizo de la Terminal 1 del aeropuerto de Barajas, después de que los tuvieran retenidos casi dos horas durante un control y perdieran el vuelo de enlace a Asturias. Así lo ha indicado a Europa Press la afectada, que ha preferido no desvelar su identidad, la cual se ha quejado del trato recibido.
"Me sentí impotente de no poder hacer nada", ha relatado, la cual ha confesado que en días posteriores "andaba como perdida, angustiada". "Te desborda", ha indicado sobre la situación que la llevó a presentar una queja formal no solo por la pérdida del vuelo, sino para intentar evitar que nadie pase por lo mismo.
A este respecto, se ha preguntado sobre qué pasaría si alguien no lleva dinero en metálico o tarjeta de crédito para poder costearse otro vuelo, ya que aunque el seguro del viaje se pudiera hacer cargo, sería con posterioridad, con la devolución de las cantidades ya abonadas.
"Solo tenía ganas de llegar a casa", ha añadido, antes de recordar que venían de un vuelo de 12 horas y media desde Brasil en el que apenas habían podido dormir. "De la impotencia se me caían las lágrimas", ha asegurado, quien se ha quejado de que se les tratara "como delincuentes". "Te hacen sentir como una mierda", ha reconocido.
Todo empezó cuando regresaban de Brasil, después de pasar una semana visitando al hijo de ella, que reside allí desde hace un tiempo. A la llegada a Barajas, el pasado día 4, y al poco de abandonar el avión, un agente, acompañado de otros tres, le dijo a su marido que le acompañaran, y al indicar ella que viajaban juntos, le pidieron que les siguiera también, para lo que se supone que iba a ser un control rutinario.
"En la agencia de viajes ya me habían dicho que era mucho dinero para un viaje de una semana y que igual nos hacían alguna pregunta, pero yo quería ir a ver a mi hijo y no tenía más tiempo", ha comentado.
Una vez en el control de aduanas, les retuvieron los pasaportes y se fue sucediendo un largo interrogatorio en el que los agentes iban alternando las preguntas a cada uno por separado. Primero entraba el marido, al que cachearon, y luego la mujer, a los que preguntaron insistentemente que dónde estaba la droga y que no les hicieran perder el tiempo.
También preguntaron sobre cuánto tiempo hacía que se conocían, que qué habían ido a hacer a Brasil y preguntas sobre el hijo de ella o de por qué estaban nerviosos. "Cómo no vamos a estar nerviosos", se ha preguntado la afectada.
Asimismo, les registraron las maletas, aunque no en presencia de ellos. La afectada ha reconocido que en ese momento, fruto de la confusión, no se dio cuenta, pero que si otra vez eso le pasa, algo que no desea, no dejará que las registren si no está ella presente.
Y es que aún recuerda los momentos de angustia vividos y la sensación de impotencia. "Cuando les dijimos que íbamos a perder el avión se rieron de nosotros", ha indicado. "Nos os preocupéis que nos hacemos cargo", les dijeron los agentes no obstante, algo que luego no fue así.
La mujer ha dicho sospechar que quizás tenían un chivatazo de que alguien trataba de introducir droga en España, pero ha recalcado que no había motivo para retenerles tanto tiempo como lo hicieron y menos para recibir el trato recibido. De hecho, en el avión en el que vinieron de Sao Paulo le llaman "vuelo caliente". "Andaba buscando algo fijo", ha dicho sospechar.
Tras casi dos horas, y después de comprometerse uno de los agentes a que les solucionarían el vuelo si lo perdían, los trasladaron con las maletas al control de la Guardia Civil y no volvieron a saber de él. A partir de ahí, comenzó una odisea de terminal en terminal para intentar coger el vuelo, que finalmente perdieron. En ese momento, decidieron localizar al policía, pero por las indicaciones que les dieron, llegaron a otro puesto policial del aeropuerto donde explicaron el caso.
La fortuna hizo que hubiera un policía de Gijón, el cual les ayudó a solucionar el problema del vuelo. Antes pusieron una queja formal al Ministerio de Interior por todo lo ocurrido. El matrimonio, aún así, tuvo que dar muchas vueltas hasta poder embarcar, casi seis horas después de lo previsto. "Ni disculpas ni nada", ha recriminado sobre la actitud de los agentes.