Por Carlos Cuesta Calleja

Presidente de ASPET

   De propiedad privada, cuenta con una extensión de 26 hectáreas de superficie arbolada en el entorno de El Chano y agarrado a los acantilados sobre el Cantábrico.

    Es el sueño hecho realidad del empresario madrileño con afectos en Asturias, José Javier Rivera Larraya. Hace dieciocho años decidió conformar un jardín botánico sujeto a los acantilados de Luarca y lo que parecía un imposible fue convirtiéndose en un hecho  con tesón, estilo, entusiasmo y mucha inversión.

   Actualmente este impresionante espacio edénico denominado de la Fonte Baxo está plagado de caminos, rutas marcadas, itinerarios artísticos, varios puentes y envuelto en una foresta internacional donde caben árboles de Australia, flores japonesas, algas chinas o pradería sudafricana, entre una inmensa amalgama de destacados vegetales nunca vistos por estos pagos. Y junto a la verde naturaleza siempre aparece un notable detalle artístico para conjugar la bella estética del entorno.

BELLEZA IMPOSIBLE EN UN ENTORNO IDEAL

Y para que este jardín botánico esté en perfectas condiciones de revista y bien planificado ahí está al frente de un equipo magnífico José Manuel Alba Rodríguez, todo un arquitecto natural y un diseñador de paisajes, en suma, un profesional de la jardinería quién vive por y para este espacio verde y sentido. “Aquí disfruto con lo que hago, el cuidar este inmenso jardín es toda una pasión y me encanta estar todos los días en contacto con esta realidad natural.” Para José Manuel este jardín es “de una belleza imposible por su situación y por la diversidad de plantas y árboles tan diversos, todo ello unido a la cantidad de arte que se encuentra en casa recodo de los caminos y además es un auténtico tesoro escondido que la mayoría de asturianos no conoce.”

En todo este territorio natural se pueden observar 25.000 azaleas, otros tantos rododendros, más de mil camelias de las cinco mil existentes en todo el mundo, más de cuatro kilómetros de hortensias de las que la mayor parte son azules y un total de 5.678 variedades de vegetales. Una notable explosión de verdor que en ocasiones cansa al visitante por esa fuerza de la agreste y dominadora naturaleza. Durante el recorrido, casi cuatro horas, José Manuel, un verdadero guía y conocedor de las diferentes especies vegetales, va explicando lo que se encuentra al paso con una pedagogía sencilla y cargada de amor por lo que conoce como la palma de su mano.

En una parte del jardín están las plantas tropicales, más allá las domésticas, en este lado los populares y vistosos leylandys, árboles que forman una barrera para proteger del aire marino a las plantas más delicadas, enfrente se encuentran los helechos arbóreos australianos, tipo palmera, y uno de los árboles más antiguos de la historia natural. Más allá se pueden ver  las  plantaciones japonesas destacando el Acer Palmatiun Rojo con más de 250 años de vida o el Cornus Americano, cuyo fruto se utiliza para aromatizar los vinos de   Oporto. Al fondo, entre lagos, pequeños arroyos y cascadas se encuentra la botánica de sudamérica con ejemplares de Araucaria, el árbol nacional chileno o el oloroso Naranjo Mexicano, amén de infinidad de plantas, flores y poderoso arbolado que llama la atención del visitante por la armonía de las plantaciones y la orgía de colores que componen una sinfonía aromática y vistosa. Y en medio de esta cargada foresta están varias columnas romanas traídas de Rumanía, detalles románicos de iglesias, bellas espadañas, gárgolas medievales, fuentes renacentistas, estanques árabes, vírgenes negras decorativas, muros antañones y un sinfín de piezas artísticas, de incalculable valor, que jalonan los cuatro puntos cardinales del vasto jardín. Un reclamo turístico excelente, con Luarca y el Cantábrico al fondo,  que es necesario dar a conocer a todos los asturianos y forasteros pues, aunque de propiedad privada, su excelencia natural obliga a esa apertura pública.