El guionista Fernando Castets ha opinado hoy en Santander que los guionistas no van “por la vida” pensando que están haciendo obras “cumbres”, sino que cada guión que uno escribe, bien sea de cine, televisión o teatro, es un “misterio” y, cuando funciona bien, se convierte en un “fenómeno”.
Así, Castets recordó que cuando estaba junto a Juan José Campanella escribiendo ‘El hijo de la novia’, producción argentina candidata al Premio Óscar a la mejor película de habla no inglesa en 2001, no podían “ni imaginar lo que iba a suceder después”.
El guionista argentino hizo estas reflexiones en una rueda de prensa en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en la que intervino junto al dramaturgo y guionista Amado del pino, con motivo del Taller de creación dramática ‘La dramaturgia que nos rodea. Historias que siempre quisimos contar’.
Castets comentó que la gente a veces busca en este tipo de talleres “algo de magia”, pues piensan que en tan solo una semana se van a “desvelar” todos los “secretos” de la escritura, como las dietas milagro en las que “bajas 15 kilos en dos semanas sin dejar comer”. Así, confesó que siempre que imparte lecciones comienza diciendo a los alumnos que “hay cinco reglas básicas para escribir un buen guión, el problema es que nadie las conoce”.
“Parece que hubiera claves que no queremos contar, y en realidad es que no las sabemos”, aseguró el guionista, quien agregó que el objetivo de estos talleres es que los estudiantes matriculados “se vayan con más preguntas y menos respuestas”.
El autor de ‘Luna de Avellaneda’ o ‘Pájaros de papel’, confesó que lo que más le gusta de su trabajo es la “identificación” que la gente encuentra con sus guiones y que, a su juicio, es “en última instancia” lo que desea “cualquier persona que inventa historias”.
Respecto a sus próximos proyectos, Castets adelantó que acaba de terminar un guión y ahora está trabajando en Argentina en una historia que sucede en Buenos Aires en la época de ‘El corralito’, con una orquesta de tangos.
Finalmente, el dramaturgo y director del taller, Amado del Pino, subrayó que “todo el mundo” tiene historias “atractivas” que contar o que escribir, y lamentó que el público en ocasiones piense que es al actor a quien “se le ocurre” lo que dice y no al guionista.