El científico Manuel Alfonso Patarroyo explica en Salamanca las ventajas de las vacunas sintéticas
JPA/DICYT Manuel Alfonso Patarroyo, investigador y jefe del Departamento de Biología Molecular de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, ha explicado hoy en Salamanca las ventajas del desarrollo de vacunas sintéticas, un trabajo en el que su grupo de investigación es pionero a partir del trabajo de su padre, Manuel Elkin Patarroyo, especialmente en el caso de la malaria. Su colaboración con la Universidad de Salamanca también está permitiendo avanzar en la consecución de otra vacuna química, contra el parásito que causa la fasciolosis.
El científico colombiano ha ofrecido esta mañana una conferencia en la Facultad de Farmacia de la institución académica salmantina que se ha centrado en ese “diseño racional de vacunas tomando como modelo la malaria”, según las palabras recogidas por DiCYT. La malaria está causada por parásitos del género Plasmodium. En concreto, la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia trabaja en dos vacunas, una para la especie Plasmodium falciparum, que es la más avanzada, puesto que “está funcionando entre un 80 y un 85% en monos”, asegura Manuel Alfonso Patarroyo, y otra para Plasmodium vivax, cuya investigación comenzó unos 15 años más tarde, de manera que va más retrasada.
A pesar de la importancia que tendría lograr una vacuna efectiva para una enfermedad que causa hasta dos millones de muertes anuales en países en vías de desarrollo, el experto considera que para erradicar la malaria son necesarias otras medidas básicas de salud pública en las zonas endémicas, como incorporar mosquiteros impregnados con insecticidas o desecar los pantanos donde se replican los mosquitos del género Anopheles que transmiten el parásito.
Además de ocuparse de la malaria, el equipo de Manuel Alfonso Patarroyo trabaja también en el diagnóstico del virus del papiloma humano y en el desarrollo de otras vacunas sintéticas, como la de la tuberculosis. Asimismo, está apoyando al grupo de investigación de Antonio Muro, decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Salamanca, en el desarrollo de una vacuna contra la fasciolosis, otra enfermedad parasitaria. El último resultado de esta colaboración ha sido una publicación en la revista científica PLOS ONE en la que los investigadores salmantinos han probado con éxito esta vacuna sintética en ratones.
A diferencia de los diferentes tipos de vacunas de origen biológico, que utilizan antígenos del agente que causa la enfermedad para provocar la respuesta inmune del organismo, las vacunas sintéticas se basan en un diseño bioinformático de moléculas que, según los investigadores que trabajan con ellas, presenta numerosas ventajas, como las que ha nombrado Manuel Alfonso Patarroyo: la posibilidad de escalar la producción, ya que a partir de pocos microgramos de péptidos sintéticos es “muy fácil llegar a producir kilos”; el coste, “muy inferior a la producción de una vacuna recombinante” (un tipo de vacunas que emplean virus o bacterias no patógenos para introducir en ellos genes de agentes patógenos que codifican para los antígenos que desencadenan la respuesta inmune); y el grado de pureza, ya que para expresar una vacuna en bacterias o levaduras hay que “purificar todas las proteínas que produce ese patógeno”, mientras que las sintéticas, en ese sentido, serían “más limpias”.
Aunque la mayoría de los grupos de investigación del mundo que trabajan en este campo lo hacen en el desarrollo de vacunas recombinantes o en vacunas de ADN, su grupo es pionero en vacunas químicas y está convencido del futuro de esta línea de investigación. “Llevamos apostando por las vacunas sintéticas 40 años y pensamos que éste puede ser el camino que puede resolver muchos problemas”, sentencia.
Ébola
El investigador colombiano se ha referido también a la actualidad de las enfermedades infecciosas, que pasa sobre todo por el ébola, un mal para el que “tenemos algunos enfoques bioinformáticos”, afirma. Sin embargo, su equipo no está desarrollando una vacuna porque carece de “condiciones de seguridad para trabajar con virus de este tipo”.
En su opinión, desarrollar una vacuna contra el ébola requiere una gran inversión que sólo se desencadena cuando se considera que una enfermedad puede afectar a los países desarrollados. “Uno de los problemas es que la inversión en medicamentos es más rentable para los laboratorios que generar una solución definitiva, como una vacuna” señala. Además, “siempre habrá prioridad para la inversión en enfermedades que afecten a países desarrollados”, y en ese sentido “haber previsto que una enfermedad que está en África puede convertirse en un problema del primer mundo”, podría haber anticipado una solución contra el ébola.
Hoy en día “hay que considerar que las enfermedades viajan en avión, una enfermedad que hoy está en el lugar más perdido de África mañana está aquí”. Por eso cree que “ hay que empezar a invertir en enfermedades que nosotros no tenemos en este momento, en investigación y en desarrollo de medicamentos, porque cuando lleguen podemos no estar preparados”, afirma.
En la actualidad, “estamos exponiéndonos cada vez más a enfermedades que están en animales con los que no teníamos contacto antes”, debido a que el hombre está invadiendo nuevos espacios. En ese sentido, muchas infecciones animales pueden “pasar a humanos y empezar a proliferar”.