Gijón/Xixón.- En estos días, y hasta el próximo 19, la conjunción de esfuerzos promocionales de los llagareros, sidrerías, escanciadores, gastrónomos y gastrólogos, gobierno municipal y decenas de miles de naturales del país, convierten a la mayor urbe asturiana y su concejo en un gran festival en torno a la bebida autóctona por excelencia, susceptible de alcanzar renombre más allá de las fronteras del Principado, y en un diseño promocional y comercial eficaz para avanzar en un oficio en el que Asturias se había, cuanto menos, aletargado: vender, y vender sus productos, por otra parte de indiscutible calidad y precio competitivo.
Además de que disfrutan 'asgalla' de sidra y tapas en un ambiente general de folixa, a los de Xixón se les nota estos días que se sienten orgullosos de su macrofestival sidrero, su 'ochobresidre', y consciente o inconscientemente se sienten partícipes de un gran experimento colectivo para enseñar, y vender, lo suyo, lo propio.
Tras la villa de Jovellanos, justo es decirlo, cogerá el testigo de configurar una oferta cultural, turística y gastronómica, Oviedo, aunque en el caso de la capital, limitado a las sidrerías del cai de la Gascona, cuyos mucho menores recursos y actores no impiden que consigan ese efecto multiplicador que demuestra que ello es posible y que nada impide que se avance por ese camino con otros muchos productos asturianos en cuya promoción deben implicarse, sin más dilación, productores y elaboradores, comercializadoras, administraciones y ciudadanía.
Asistir quejumbrosos al triste espectáculo de que las comunidades limítrofes se nos lo llevan todo, hasta el punto de que en el resto de España y del mundo asocien la sidra con el País Vasco o Cantabria o la fabada con Galicia, no es la solución. La solución, por ejemplo, está en Gijón...de Sidra.
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