Los bancos de la zona del euro se han convertido en la principal amenaza para la estabilidad financiera mundial, advirtió hoy el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En un informe sobre estabilidad financiera, el FMI sostuvo que esas entidades deberán encontrar financiamiento en los próximos meses, sobre todo en el caso de los bancos de los países más vulnerables de esa región económica.
“La persistente debilidad estructural y las vulnerabilidades de la eurozona constituyen todavía un riesgo importante de retroceso si no se abordan de manera correcta”, apuntó el Fondo.
Consideró que las políticas para lograr la consolidación fiscal y fortalecer los balances de los bancos deben estar respaldadas por mecanismos de apoyo multilaterales, flexibles y con los recursos suficientes para facilitar la reducción de la deuda de esas instituciones de manera ordenada.
De esa manera, no se desencadenarían nuevas tensiones en las finanzas públicas o el financiamiento de las entidades bancarias, apuntó el FMI.
??Informe sobre la estabilidad financiera mundial
La estabilidad financiera mundial se ha afianzado en los últimos seis meses gracias a un repunte de
los resultados macroeconómicos y a la aplicación ininterrumpida de políticas económicas
acomodaticias (véase la edición de abril de 2011 de Perspectivas de la economía mundial), pero aún
hay fragilidades. La recuperación a dos velocidades —moderada en las economías avanzadas y
vigorosa en las economías de mercados emergentes— plantea a los países diferentes desafíos en
materia de política. En las economías avanzadas más golpeadas por la crisis, los gobiernos y los
hogares permanecen muy endeudados, si bien en distinto grado, y la salud de las instituciones
financieras no se ha recuperado a la par que la economía en general. Las economías emergentes se
enfrentan a nuevos desafíos derivados de la fuerte demanda interna, el rápido crecimiento del crédito,
las políticas macroeconómicas relativamente acomodaticias y la afluencia de capitales. Los riesgos
geopolíticos también podrían poner en peligro las perspectivas económicas y financieras, con
aumentos bruscos de los precios del petróleo en medio de temores de interrupciones del suministro
en Oriente Medio y el Norte de África.
La tarea principal que tienen ante sí las autoridades en las economías avanzadas consiste en
reorientar las políticas para que se centren menos en el apoyo macroeconómico y el suministro de
liquidez y más en aspectos estructurales, es decir, menos “soporte” y más “saneamiento” del sistema
financiero. Esto significará reducir el apalancamiento y restablecer la disciplina del mercado, pero sin
que se produzcan perturbaciones financieras o económicas durante el período de transición. Por lo
tanto, las actuales medidas de política destinadas a retirar las garantías públicas (implícitas) y a lograr
que los tenedores de bonos asuman la responsabilidad ante pérdidas futuras tienen que basarse en un
afianzamiento más rápido de los balances de los bancos, que permita garantizar la sostenibilidad
fiscal a mediano plazo y aliviar las cargas de un endeudamiento excesivo en el sector privado.
Para las autoridades de las economías de mercados emergentes, la tarea consiste en limitar el
sobrecalentamiento de la economía y la acumulación de factores de vulnerabilidad, para evitar un
“saneamiento” más tarde. Las economías de mercados emergentes han seguido beneficiándose de un
crecimiento vigoroso en comparación con el de las economías avanzadas, crecimiento que ha estado
acompañado de mayores entradas de inversión de cartera. Esto está ejerciendo presión sobre algunos
mercados financieros, lo cual contribuye a un mayor apalancamiento y a la aparición de potenciales
burbujas en los precios de los activos y presiones inflacionarias. Las autoridades tendrán que
preocuparse más de frenar la acumulación de riesgos macrofinancieros para evitar problemas futuros
que podrían inhibir el crecimiento y perjudicar la estabilidad financiera. En varios casos, esto
supondrá la adopción de una orientación más restrictiva para la política monetaria y, de ser necesario,
el uso de herramientas macroprudenciales para garantizar la estabilidad financiera. También serán
útiles los esfuerzos para ampliar y profundizar los mercados locales con el fin de incrementar la
capacidad del sector financiero para absorber un mayor volumen de flujos.
En los próximos meses, el desafío más apremiante será el financiamiento para los bancos y entidades
soberanas, particularmente en algunos países vulnerables de la zona del euro. Como se detalla en el
capítulo 1 del informe sobre la estabilidad financiera mundial (Global Financial Stability Report), las
políticas para lograr la consolidación fiscal y fortalecer los balances de los bancos en estos países
deben estar respaldadas por mecanismos creíbles que garanticen que los mecanismos de apoyo
multilateral cuentan con la flexibilidad y los recursos suficientes para facilitar un desapalancamiento
ordenado sin desencadenar nuevas tensiones en las finanzas públicas o en el financiamiento de los
bancos. En otros países el financiamiento es menos problemático, pero no deja de ser una
preocupación. Según un escenario de referencia, los mayores costos de financiamiento y el saldo
creciente de la deuda pública harán que aumenten los pagos de intereses en la mayoría de las
economías avanzadas (véase también la edición de abril de 2011 de Fiscal Monitor). Si la reducción
del déficit continúa de acuerdo con lo proyectado, los costos por concepto de intereses deberían
permanecer en niveles en general razonables, aunque se precisará un avance mucho mayor de las
estrategias de consolidación fiscal a mediano plazo en Estados Unidos y Japón para evitar riesgos de
deterioro de la estabilidad financiera y para preservar la confianza. En Japón, la prioridad fiscal
inmediata es apoyar la reconstrucción tras el terremoto, y a su debido tiempo volver a prestar
atención a la consecución de las metas de consolidación a mediano plazo.
En general, pese al traslado de los riesgos del sector privado al sector público durante la crisis, no se
ha recuperado la confianza en los sistemas bancarios de muchas economías avanzadas, y esta
circunstancia continúa interactuando de manera perjudicial con los riesgos soberanos en la zona del
euro. Según los análisis que se presentan en este informe, para restaurar la confianza en el mercado y
reducir el uso excesivo del financiamiento del banco central será necesario fortalecer mucho más los
balances de los bancos. Esto exigirá niveles de capitalización más altos, para evitar un proceso
perjudicial de desapalancamiento, así como la reestructuración y, de ser necesaria, la resolución de
un conjunto de bancos en su mayoría más pequeños. En Estados Unidos, la atonía del mercado de la
vivienda, los problemas hipotecarios heredados y la acumulación de ejecuciones hipotecarias siguen
ejerciendo presión sobre el sistema bancario, lo cual limita la creación de crédito y complica el
retorno a un mercado hipotecario en pleno funcionamiento. También se necesitarán mayores reservas
de capital y balances reforzados en los bancos a medida que los países vayan adoptando regímenes
regulatorios nuevos y más exigentes. Los países cuyos sistemas bancarios aún están en problemas
deben mejorar la transparencia (inclusive mediante la ejecución de pruebas de resistencia más
rigurosas y realistas) y recapitalizarse, reestructurarse y (si es necesario) cerrar las instituciones
débiles. Si no se llevan a cabo estas reformas del sector financiero a más largo plazo, las dificultades
de financiamiento a corto plazo pueden agravarse hasta dar lugar a otro evento de liquidez sistémica.
La medición y mitigación de los riesgos de liquidez debe ser una de las prioridades en la agenda de
las autoridades. Esos riesgos fueron una de las características principales de la crisis reciente y aún
no han sido abordados. En el capítulo 2 se analiza más a fondo este tema, examinando el papel que
desempeñarán los requisitos de liquidez de Basilea III una vez que entren en vigor. El análisis indica
que Basilea III ayudará a reforzar las reservas de liquidez, pero no podrá abarcar todos los aspectos
inherentes al carácter sistémico del riesgo de liquidez. En el capítulo se presentan algunas técnicas
ilustrativas para cuantificar el riesgo de liquidez sistémico y la medida en que las empresas
contribuyen a ese riesgo, y además se recomiendan algunas herramientas macroprudenciales conexas
que, una vez calibradas y probadas, podrían usarse para mitigar el riesgo. Por ejemplo, una de las
técnicas aporta un método para medir, en función de los activos y pasivos y las conexiones
interbancarias de la empresa en cuestión, el aumento de capital necesario para garantizar que el
riesgo de insolvencia no desencadene un pánico de liquidez desestabilizador durante las etapas de
tensión. Las herramientas de este tipo permitirían distribuir de manera más eficaz la carga del riesgo
de liquidez sistémico entre los sectores público y privado y ayudarían a reducir las intervenciones del
banco central en los períodos de tensión.
Una característica común de la crisis en muchos países fue un crecimiento excesivo del crédito y las
deficiencias en su asignación, factores que ayudaron a exacerbar los auges en el mercado de la
vivienda. En el capítulo 3 se examinan los vínculos entre los sistemas de financiamiento de la
vivienda y la estabilidad financiera, y se observa que la estructura de los sistemas de financiamiento
de la vivienda en algunos países provocó colapsos más profundos del sector de la vivienda e
inestabilidad financiera. En el capítulo se presenta un conjunto de prácticas óptimas para el
financiamiento de la vivienda. En el caso de Estados Unidos, donde el mercado de la vivienda y su
financiamiento siguen siendo problemáticos, estas prácticas óptimas implican que el gobierno
debería participar en dicho mercado de una manera mejor definida y más transparente, inclusive
reduciendo la función que desempeñan las dos grandes entidades hipotecarias semipúblicas (Freddie
Mac y Fannie Mae). Estas metas deberán perseguirse de manera gradual, teniendo en cuenta la
situación aún débil del mercado de la vivienda y la recuperación económica. A las economías que
buscan establecer un sistema de financiamiento de la vivienda sólido se les recomienda “volver a lo
esencial”, es decir, garantizar un proceso seguro de originación de préstamos y promover los
contratos hipotecarios sencillos y transparentes.