Por Mª Concepción Boronat
Foto_Juan Solo
SINC.-El deporte ha de ser como los zapatos del niño, “a su medida”, y existe una tendencia general que camina en sentido contrario que condiciona a los chavales a adaptarse al deporte de los adultos. Sin embargo, el profesor de Didáctica de la Expresión Corporal de la Universidad de La Rioja (UR), Daniel Lapresa Ajamil, sitúa al niño -y no al deporte en cuestión- en el centro del aprendizaje deportivo y su equipo de trabajo ha aplicado esa filosofía a diferentes disciplinas, como karate, baloncesto, atletismo o fútbol, entre otros.
En la Comunidad riojana se establecían tradicionalmente tres categorías de fútbol base en función de la edad: fútbol 5 (de 6 a 10 años), fútbol 7 (de 10 a 12 años) y fútbol 11 (de 12 a 16 años), “y nosotros -explica Lapresa- planteamos incluir un peldaño más en la categoría Infantil (10 a 12 años) que ofrecía la posibilidad de jugar a fútbol 9 en el primer año de la misma”.
Esta opción se ofrece, de forma pionera en España, desde la temporada 2005-2006. Lapresa alude a la curiosa circunstancia de que, mientras entrenadores y técnicos se muestran partidarios del F-9, en el ámbito de los directivos destaca otra tendencia: “deciden inscribir a sus equipos en fútbol 11, por mimetismo con los equipos más competentes”, apunta.
La investigación se ha centrado en el estudio de los más pequeños, la categoría prebenjamín (de 6 a 8 años) que juega en fútbol 5, planteando la incorporación de la modalidad de F-3. El docente señala que “parece conveniente desarrollar las razones fundamentales para elegirla en dos apartados: uno en el que predomina el componente táctico y otro protagonizado por las habilidades motrices específicas, o técnica deportiva”.
Lapresa explica cómo resulta más fácil enseñar al niño los principios de juego mediante relaciones topológicas elementales (‘V’ grande, ‘v’ pequeña), en respuesta a la dificultad que el pequeño, que se inicia en la categoría prebenjamín, manifiesta para atender a la cantidad de estímulos a los se enfrenta un jugador. El F-3 representa la unidad mínima de juego donde pueden observarse con claridad todos los principios del fútbol y ayuda a desarrollar paulatinamente la capacidad perceptiva del niño y su aptitud para tomar decisiones correctas: “en ataque: progresión, cobertura ofensiva, movilidad y amplitud; en defensa: contención, cobertura defensiva, equilibrio y concentración”.
“Nosotros -añade- queremos poner al chaval a jugar cuesta abajo, facilitar su desempeño, para que practique un juego dotado de calidad. Y hemos visto cómo esta teoría obtiene óptimos resultados, incluso en casos de hiperactividad en los que el niño logra fijar referencias en el campo”.
Un éxito didáctico
El trabajo desarrollado por este equipo de trabajo de la UR incluye una unidad didáctica diseñada para dotar de esa mayor calidad al juego del fútbol del prebenjamín, con un planteamiento adaptado a la medida de sus posibilidades. Dicha unidad plantea diferentes tareas, de menor a mayor dificultad, y se pone en práctica en dos sesiones de entrenamiento. Para comprobar la eficacia del planteamiento, se grabó a los chavales jugando en F-5 y en F-3 y se estudió, mediante metodología observacional, lo que ocurría en el juego de una forma y de otra mediante un instrumento de registro táctico y otro técnico.
“Analizamos esos datos y pudimos comprobar que los chavales jugaban como nosotros queríamos que lo hicieran”, señala Lapresa. “Y los participantes respetaban los principios del juego, a pesar de que todavía el niño no los entienda a nivel de operaciones abstractas”. Una vez comprobado el éxito de la unidad didáctica en el aspecto táctico, el estudio pasa a analizar las acciones técnicas, “comprobando que en el fútbol 3, el juego obtiene mayor profundidad, amplitud y una mayor adecuación en los fundamentos técnicos realizados; mientras, en F-5, destaca el número de acciones técnicas constituidas por un único contacto que dejan bien clara las dificultades del niño para manejarse en la fase ofensiva del juego”.
La conclusión es que “en categoría prebenjamín, la modalidad de fútbol 3 se manifiesta como la más adaptada a las condiciones del niño. Al margen de los partidos que los chavales disputan con su equipo los fines de semana, “nosotros proponemos esta modalidad de juego -en la forma concreta en la que se desarrolla tras la aplicación de la unidad didáctica-, para que pueda ponerse en práctica en las sesiones de entrenamiento, con independencia de la modalidad en la que se produzca el enfrentamiento competitivo del fin de semana”.
La propuesta riojana de fútbol 5-7-9-11 fue destacada públicamente en el II Congreso Internacional de Escuelas de Deporte Base por el presidente del Comité Científico, “y nuestra contribución es desarrollar estos estudios para seguir mejorando el deporte de nuestros pequeños”, plantea el experto. “Nos hemos recorrido prácticamente todas las territoriales de España explicando estos planteamientos en nuestro empeño de adaptar el fútbol base al niño”. El grupo de investigación integrado por Daniel Lapresa, Javier Arana y Román Egüén está presente en la Escuela de Entrenadores de Fútbol de La Rioja y este año salen sesenta técnicos perfectamente formados para trabajar en fútbol base