Debido a esta creciente preocupación, que se fundamenta en la progresiva industrialización de los océanos, científicos marinos y representantes del sector privado y del estamento militar se reunirán en la UNESCO del 30 de agosto al 1 de septiembre para planificar el Experimento internacional Océano Tranquilo (IQOE, en sus siglas en inglés). Este proyecto, que durará diez años, busca dar respuesta a las incógnitas que aún existen en esta área de conocimiento, de manera que la gestión del ruido en los océanos sea más efectiva y esté basada en conocimientos a fondo sobre el tema.
Para muchas especies marinas, el sonido es la principal fuente de información sobre el entorno en el que se encuentran, del mismo modo que la vista lo es para los seres humanos. En la actualidad no hay muchos estudios científicos que lo prueben, pero cada vez hay un mayor consenso sobre el hecho de que el creciente nivel de ruido, y de algunos sonidos en particular, están alterando el comportamiento de la fauna marina y, tal vez incluso disminuyendo su capacidad para llevar a cabo sus funciones vitales normales, como buscar comida, buscar compañeros o evitar a los depredadores. Las evidencias sugieren, por ejemplo, que varias especies de ballenas han aumentado el volumen de los chillidos y gemidos con los que se comunican entre ellas.
El Experimento internacional Océano Tranquilo está organizado por el Comité Científico de Investigaciones Oceánicas (SCOR, en sus siglas en inglés) y Colaboración para la Observación de los Océanos Mundiales (POGO, en inglés), de los cuales es miembro la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO.