Nuestra tierra es un autentico paraíso para los turistas y viajeros que nos visitan, por ello, sin lugar a dudas, ha sido un gran acierto ese eslogan de: “Asturias Paraíso Natural .” Los humanos ya habíamos perdido en el pasado, por culpa de una puñetera y apetitosa manzana, el “Paraíso Terrenal ,” sería muy triste que ahora los asturianos perdiésemos el que nos queda; el natural, aunque nos sea por culpa de la manzana, ni de Eva, ni de la culebra, porque las manzanas, nos quedan pocas y abandonadas, lo que quiere decir que están poco “apetitosas”, Evas, quedan algunas pero tampoco te tientan tanto y culebras, ya no maman los “tetos” de las vacas ni apenas comen ratones, tan saciadas, así ¿ como van a convencer a Eva ?
Asturias, tierra maravillosa, entre la cordillera Cantábrica y ese mar, que se sale del atlántico para tomar el nombre de nuestra majestuosa cordillera, en donde tenemos los Picos de Europa, esos que durante siglos fueron referente de los barcos que llegaban de ultramar. En este espacio de terreno nos encontramos con fértiles valles y frondosos bosques regados, todos ellos, por serpenteantes ríos de cantarinas aguas cristalinas. Habitat de duendes y hadas, de Xanas, Nuberos y Espumeros que habitan en la espesura de la arboleda, en las fuentes, en las cuevas o en las profundidades marinas, entre algas y corales, en convivencia con Neptuno. Nuestra oferta, no tienen parangón, porque va complementada con una esplendida flora y fauna y la calidad humana de los “paisanos”, que agasajan al viajero de forma afable y espontanea, invitándolos a compartir la propia cocina, que es el hogar familiar. Nuestro riesgo, dentro de la oferta de calidad, es que esto último empieza a escasear; el despoblamiento de las aldeas y el egoísmo o amor al dinero rápido y fácil de algunos hosteleros, ponen en tela de juicio nuestros mejores valores. Otro gran problema radica en nuestra desidia y falta de sensibilidad por parte de las administraciones locales.
Asturias es una tierra ideal, mas, para viajeros que para turistas; el viajero es el que se interesa por la calidad y por la forma de vida de los pueblos, al viajero le gusta escudriñar en la historia a través del carácter y de los signos de identidad, por ello se centra en las tradiciones, la gastronomía y el patrimonio; el turista piensa mas en la placidez mediterránea, que tampoco está mal, pero si nosotros ofrecemos sol y playa, podemos llevar una gran decepción; Asturias es de paraguas, boina y madreñas, pretender dar otra imagen sería un error.
Nuestro verano, cara a las vacaciones, es muy corto por dictado de la climatología y los mapas del tiempo se empeñan en complicarnos, pero sabiendo que esto es así, nunca entenderé como la administración, saca las máquinas a limpiar las carreteras al final del estío, cuando ya el viajero se ha ido, muchas veces sin haber encontrado el “indicador de turno” o lo encuentra tachado por cuestiones lingüísticas. Luego estamos nosotros que no nos sentimos parte de nuestro paisaje, a pesar de lo cual presumimos de él como si fuéramos el centro del universo despreciando, con frecuencia, otras tierras, igualmente maravillosas.
Nos hemos acostumbrado al abandono y a la dejadez; nos centramos en rimbombantes marcas de prestigio, para nuestro consumo, pavoneandonos, como si el haber abandonado la alpargata y la madreña, ya nos hubiese permitido estar a la cabeza de los países desarrollados y, mientras esto sucede, el deterioro que nos rodea hace que nuestra oferta de “calidad” se vaya perdiendo, manteniendo un mínimo estatus gracias a las tragedias en que se encuentran sumidos nuestros competidores del mediterráneo.
Es hora de ponerse las pilas y reaccionar con urgencia, porque de lo contrario, el maravilloso mundo de sueño dorado, se nos puede venir abajo, por ello no debemos de olvidar, que hace muy pocos años, estábamos como Siria y que somos la misma raza. Nuestra oferta para el viajero y el turista, debe de ser mimada y de calidad y a la cez debemos de recuperar nuestros recursos naturales... porque del turismo solo, no podremos vivir, y menos ahora que se acaba el “maná”, por lo que los museos y las sendas no se pueden mantener.