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.-Cuando todo parecía perdido y Lituania despegaba en el marcador, Francia se agarró a la clase de Batum y Diaw y a una increíble fe que pudo con Lituania y el cansancio para alcanzar la medalla de bronce
Francia alcanzó su primera medalla en una Copa del Mundo después de superar el cansancio y remontar a Lituania (93-95).
Marcado por la igualdad, el encuentro fue una lucha de voluntades contra la realidad del cansancio. Joffrey Lauvergne empujó con fuerza a Francia en un inicio en el que sumó los siete primeros puntos de los suyos. Luego le siguió un plétorico Nicolas Batum, pero, en general, se vio a una Francia limitada en energía.
Por su parte Lituania siempre tuvo a Jonas Valanciunas (25 puntos y nueve rebotes) como hombre al que aferrarse. Su equipo le buscó con persistencia para nunca ir demasiado a remolque del rival frances. Y es que si bien Lituania parecía tener más frescura de piernas e ideas, la muñeca no le acompañó (2/9 en triples en la primera parte).
Sí lo hizo en el tercer cuarto y eso le valió para irse hasta con ocho puntos de diferencia, pero nunca logró romper definitivamente el encuentro. No lo hizo primero por la resistencia a la derrota de Francia, por la inmensa calidad de Nicolas Batum (27 puntos) y, finalmente, por la aparición de un Boris Diaw (15 puntos, 10 de los cuales en el último período) que asumió los galones de estrella para alzarse con una ya inesperada victoria... y medalla, la primera en una Copa del Mundo.
Francia contra sus fantasmas
Sin tiempo para digerir la derrota del viernes, Francia quiso demostrar que la dura lección frente a los serbios había sido aprendida y nada tuvo que ver su inicio con el de 20 horas antes. Una canasta bajo tablero de Joffrey Lauvergne y un triple del pívot pusieron en Francia pronto en dinámica ganadora (5-0).
Dos minutos y medio tardó Lituania en estrenar el marcado (comenzó con un pésimo 1/11 en tiros de campo); lo hizo a través de Jonas Valanciunas quien ya se había mostrado muy activo bajo los aros. Él y Donatas Motiejunas eran los puntales a los que agarrarse frente a un espectacular inicio de Lauvergne. El pívot de Khimki estuvo presente en todos los lados de la pista y sumó su séptimo punto del partido obligando a que entrada en pista Paulius Jankunas para frenar su movilidad y puntear sus tiros abiertos.
Quizá sus primeros aciertos extralimitó a Lauvergne quien acumuló cinco de los primeros siete lanzamientos de una Francia que fue dispersándose en el encuentro hasta que Valanciunas le dio caza en el marcador mediado el primer cuarto (7-7). Poco más tarde fue el stopper del pívot galo, Jankunas quien puso por delante a los suyos y acabó por mandar al banco al protagonista del arranque de encuentro.
Tanto la salida de Rudy Gobert como Antoine Diot posibilitó que los franceses cogieran nuevas energías y presionando al base logró desestabilizar un ataque lituano que hasta entonces iba con paso firme buscando a sus gigantes interiores. Con cinco puntos seguidos, Diot colocó nuevamente cuatro arriba a una Francia que fue encontrando soluciones ofensivas para mantenerse arriba y si Darjus Lavrinovic empató el duelo con un triple, Batum le contestó con otro con el que se cerró el primer acto (19-22).
Valanciunas tira de músculo para Lituania
El alero francés bien pudiera ser quien más ganas a la par que cansancio transmitía en el encuentro. Era evidente su esfuerzo previo, pero también el que derrochó en sus acciones para seguir manteniendo a Francia arriba en el electrónico en los primeros minutos del segundo cuarto. Lituania, frente a su desatino exterior (1/7 al final del primer cuarto) siguió intentándolo desde la zona bien a través de sus pívots o con penetraciones que castigaran las cargadas piernas del rival. Quien más rentas sacó de ello fue un muy activo Martynas Pocius (ocho puntos en la primera parte).
Sin la fuerza de Gobert, ni la inteligencia de Diaw, Francia sufrió en defensa aunque en ataque Lauvergne (13 puntos y nueve rebotes) volvió a salir para sacar los colores a Valanciunas con un crossover que evidenció las diferentes velocidades con las que se manejan uno y otro. Pese a todo, no había apenas margen entre uno y otro equipo con lo que el espectáculo y la emoción competían en el duelo.
A mitad camino entre preservar el físico de sus jugadores y sacar un provecho táctico del desacierto triplista de Lituania, Vincent Collet sacó una zona 2-3 con la que cerrar el aro y preservarlo de Valanciunas quien a esas alturas de partido ya sumaba ocho puntos.
Entre él y Pocius, Lituania volvió a atrapar en el marcador a Francia a tres minutos del final (36-40). El problema es que esa zona francesa dio muchos problemas para que los jugadores exteriores conectaran con los hombres altos. Sin tiro exterior y ahora tampoco interior, la incomodidad en el partido continuó siendo la tónica de unos lituanos que pese a todo siguieron jugando al yoyó con su rival hasta alcanzar el descanso con una mínima desventaja (42-43).
Lituania castiga el agotamiento galo
La historia del partido amenazó con cambiar ya con los triples iniciales de Adas Juskevicus y Motiejunas. El repescado base a última hora y el pívot sumaron más triples en un minuto que toda Lituania en los 20 primeros y, claro está, eso llevó la intranquilidad al banco francés que pidió un tiempo muerto para cortar de raíz la ventaja adquirida por el rival.
Parecía tan evidente la desconexión de algunos jugadores franceses que una absurda falta de Gobert sobre Maciulis provocó la recriminación de Batum. El alero seguía luchando mentalmente por mantener firme al equipo y evitar el resquebrajamientos con el que amenazo Lituania gracias a su parcial de 12 a 5. Era ya una realidad el bajón defensivo de Francia y los lituanos fueron sumando ataque tras ataque con la única incomodidad de la presión a su base.
El tapón ya había sido quitado Lituania se marchó hasta los ocho puntos de ventaja (62-54) a tres minutos para el final. El partido del viernes por la noche estaba cobrándose sus primeras víctimas en el encuentro con al desaparición de jugadores importantes como Diaw, Heurtel, Pietrus o Gelabale. Por contra, en Lituania todo iba sobre ruedas y si los triples comenzaron a entrar (increíble uno de Seibutis), la pintura siguió siendo cosa de un Valanciunas enorme toda la tarde. Un rebote ofensivo luchado y recuperado por Jankunas arrojándolo a Lauvergne ejemplificó el hundimiento de Francia en el final del tercer cuarto (71-64)
Diaw puede con Lituania y el cansancio
La voluntad francesa fue quien mantuvo al equipo amarrando al partido como lo hizo el día de antes. Una voluntad tácticamente cubierta por la zona 2-3 que volvió a surgir en el inicio de último período para sacar de Lituania los errores y estrechar el marcador (73-70). “Mientras hay zona, hay esperanza” debió pensar algún aficionado en el pabellón.
Como la cosa ya era más mental que física, el tiempo muerto lituano para establecer un plan antizona fue respondido por Collet con una defensa individual. Flotando mucho desde lado sin balón para proteger el rebote, pero individual al fin y al cabo. En ataque, los dos mejores, Batum y Lauvergne volvieron a dar un paso adelante y sus canastas empataron el encuentro cuando pocos creían que pudiera ser posible.
Extrañamente, el ataque lituano se paró y ofuscó en la idea de suministrar balones a su gigante interior. Más de tres minutos en blanco de Lituania pusieron por delante a Francia con una canasta de Diaw. Cinco ataques seguidos errados era demasiado para Lituania y al final encontró lo que tanto buscó: cinco puntos de Valanciunas situaron nuevamente arriba a los suyos (80-77).
Fue algo momentáneo porque el partido entró en los últimos 90 segundos con una inverosímil canasta de Diaw que puso el 80 a 82 en el marcador. La aparición del pívot en el tramo final del encuentro (10 puntos en el último cuarto) fue una bombona de oxígeno.
¡Cómo es el baloncesto! El pívot había estado desaparecido todo el encuentro, pero apareció para ganar una medalla de oro porque el otro pívot, el que mantuvo a Lituania por delante muchos minutos erró dos canastas bajo tablero en el último minutos. Valanciunas no pudo culminar un gran partido con medalla. El partido entró en los instantes finales en el baile de los tiros libres con una ligera ventaja para Francia.
No falló los cuatro que intentó Seibutis, pero como quiera que tampoco lo hicieron Heurtel (13 puntos, ocho de ellos en los minutos finales) y Diaw, la situación llegó a un extremo donde el pequeño error que concedió Jasaitis costó la victoria porque Batum así lo quiso con sus últimos tiros libres. Con tres abajo y un segundo por delante, Maciulis tuvo dos tiros libres. Previo a ellos habló con Seibitusi y pactaron errar el segundo para pelear el rebote ofensivo. Éste, sin embargo, cayó en manos de una Francia que al final se hizo con su deseada presea gracias a su fe, su resistencia a la derrota y a la calidad de Lauvergne primero, luego de Batum y finalmente Diaw.