Un año mas, y es el noveno, se convocan los Encuentros sobre la Cultural del Oro, con un certamen de búsqueda de oro en el río, reuniones de fraternidad y conferencias. La reunión anual está coordinada por la Asociación de Bateadores de Oro, “Enrique Sanfiz”, asociación nacida de la mano de Luis Sanfiz como homenaje a su padre.
Con estos encuentros se van recorriendo los ríos de las comarca, realizando el lavado de arenas, en los lugares mas propicios, generalmente de paradisíaca belleza. Este año toca, en un tramo del río Esva, junto al puente de Veiga; remanso de paz al pie del molino de Antona, reflejado en el espejo formado por las aguas que se encuentran bajo el.
Pocas cosas hay tan emocionantes como coger una batea o una sartén,- al estilo de los antiguas aventureros,- y batir las arenas de los ríos, con las cristalinas aguas, de sus meandros y corrientes, para sacar, de su seno, las preciadas pepitas de oro de veinticuatro kilates. Esta practica realizada desde el principio de los tiempos y cuyas referencias nos llegaron a nuestras generaciones, desde los celtas y romanos, y, mantenidas hoy, al igual que ayer, por la saga de los Sanfiz, cuyo patriarca Enrique, recorría los ríos de la comarca junto a Eustaquio, de Cenera, casado en Navelgas.
Asturias es una tierra prodigiosa, que los asturianos no nos merecemos: es como tener una buena compañera, hacendosa y espléndida, para maltratarla, ¡ah!; eso si, presumiendo de ella. No en vano yo siempre he dicho que Asturias, desde fuera se sueña y dentro se padece; pero no se padece la naturaleza, se padece a los moradores que no saben apreciar su bondad y belleza. Nos encontramos inmersos en el significado mas vulgar del oro,- el del poder y la riqueza – por ello no valoramos su auténtico fulgor, semejante a una luna llena o al brillo dorado del astro rey, en el nacimiento de un nuevo día.
Al inicio, se había proyectado algo mas interactivo, en torno a la cultura del oro y a su explotación bajo las culturas celtas y romanas, por ello, junto a los Campeonatos de bateo, cuyo equipo Nacional, ahora se encuentra en Suecia para promocionar el Campeonato del Mundo, que se celebrará en Navelgas el próximo año, Luis Sanfiz organiza los certámenes sobre la cultura del oro. El oro en el río; el oro en su ambiente natural con el marco de maravillosos parajes.
Un año mas, Navelgas organiza el IX Certamen “Enrique Sanfiz” de buscadores de oro; este certamen tiene como finalidad el ahondar en la cultura del oro en sus mas diversas facetas, de como aparece en la naturaleza, de sus utilización para el alago de la belleza y las vanidades humanas, su su aportación a la industria joyera y relojera o la industria mas puntera de la informática y los satélites, por ello se hace una jornada de bateo de oro en uno de los ríos de la comarca, este año es el río “Esva”, en el lugar de Veiga, para tras un comida de convivencia, clausurar el certamen con una conferencia que en esta ocasión ha estado a cargo de Emilio Pérez, investigador y colaborador habitual de estas jornadas.
El pasado año en Yerbo nos hemos juntado mas de sesenta personas que en medio de unas aguas tranquilas, entre sol y sombra, hemos podido gozar de las explicaciones de unos expertos, permitiendo, que la mayoría de los asistentes, pudiesen salir del ríos llevando, en su haber, el logro alcanzado de un preciado trofeo; las pepitas de oro. Familias completas, de niños a abuelos, procedentes de los mas diversos lugares disfrutaron, viendo con sus propios ojos como se logra alcanzar el metal mas codiciado por la humanidad en medio de un entorno natural que no pide a cambio, mas que amor y respeto.
No podemos evadirnos de la crisis, pero si podemos meditar en torno a ella, teniendo en cuenta, como dicen los de Asociación Reto, que con trabajo y disciplina todo se alcanza. Se acabó, por mucho tiempo, la época de vacas gordas, ahora nos toca lindar con las flacas, pero si enfocamos la vida con imaginación, nos daremos cuenta que estábamos labrando fuera del riego y hay que volver a el, todo es mas fácil si evitamos lujosas necesidades o nos olvidamos de convertirlo todo en una fiesta.