Una semana después de la “Vaqueirada”, pasé de nuevo por Aristébano. Todo estaba quedo y brumoso; la niebla cubría los verdes de sus prados y las pizarras de sus tejados; la niebla y la soledad inundaba el paisaje. Pasamos de la masa al vacío,al igual que pasamos de la opulencia a la miseria de la crisis. Ya no quedan vaqueiros en las brañas, ni xaldos en las aldeas,... ni siquiera moza en el puente, como cantaba la copla de Alfonso Camín, por eso los veranos son buenos; la luz y el calor solar dan energía y las gentes de las romerías, dan alegría, al menos por un día.
Nada que ver con el luminoso espectáculo de hacía siete días, el día de la boda; posiblemente la boda de mas “tronío” de todas cuantas se celebran en Asturias; además estaban los nuevos nombramientos de “vaqueiros de honor” y “vaqueiros mayores”; lástima que la indumentaria de los novios y acompañantes, con sus capas y sombreros de Bejar, se pareciese mas a los mosqueteros que a las gentes de la época de la Rogelia cuando bajaban a celebrar el banquete en Navelgas, tras la ceremonia religiosa en Naraval, y que entraba en tropel, tirando voladores desde la grupa del caballo, y con cantos guturales, llenos de ironía y picardía acompañados de la “payetsa” y el “pandeiro”.
Ofició la boda en Aristébano, Alex, el nuevo párroco de la comarca,- trece parroquias -, quien debuto en esta Vaqueirada a la que llegó vestido de asturiano,... pero no de vaqueiro, sino de llanísco, el traje, - de gran elegancia -, no sorprendió a los presentes, quizás porque la mayoría ni sabe, ni tiene interés en saber, cual es la vestimenta vaqueira, que por lógica, era mas austera y pobre que la de los xaldos y no digamos de los llaniscos. Ramiro García y Rocio Álvarez, llegaron a caballo seguidos del carro, tirado por los bueyes, con el “ajuar”, entre otros allí estaban también el empresario Tomás Casado, nombrado vaqueiro de honor, Alfredo Canteli, con su esposa, todos los alcaldes de la zona, Feito de Tineo, Simón de Valdés, Sergio de Salas y otro nuevo vaqueiro de honor, Caunedo , alcalde de Oviedo; me acompañaron, al evento, unas encantadoras mexicanas, dos Pilares, madre e hija, quienes habían venido a Navelgas para encontrarse con sus raíces en Morados y que estaban encantadas con el colorido de la ceremonia vaqueira; el Consejo Rector de la Vaqueirada estaba , como no, dirigido por la incombustible “Carminina “, que a sus años, mantiene la vitalidad de una veinteañera, en compañía de su amiga Margarita, viuda de Ramiro Mon, quien siendo alcalde de Tineo, fue uno de los fundadores de esta fiesta.
Día de sol con brisa del nordeste marinero; vientos suaves que bronceaban las pieles tonificandolas hasta igualarlas con los cangrejos recién cocidos; meriendas de empanadas, lacones y choscos cocidos a la vieja usanza, de postre las deliciosas natas vaqueiras que siempre las repites con un poco de café; el chiscar de la sidra al caer en el borde del vaso para formar el “culín”; luego llegarían las entregas de diplomas, los cantos, las gaita, los pandeiros y las payetsas y las bailes vaqueiros y asturianos; todo muy bien, lástima que solamente sea flore de un día.
Con tomás Casado
Los Canteli, con el párroco vestido de llanisco