El orbayu que cayó durante las horas diurnas del domingo no desanimaron a cientos de miles de gijoneses, asturianos y leoneses que vivieron la noche 'grande' en la que los fuegos, de la pirotecnia canguesa Pablo, cautivaron, un año más, la atención de todos durante casi un cuarto de hora de espectacular belleza. Los fuegos, lanzados desde la península de Cimadevilla, como viene siendo habitual desde hace unos años, inundaron con sus efectos la bahía e hicieron también publicidad de marcas. No comerciales, eso sí, sino de Gijón y de Jovellanos, cuyo bicentenario se celebra, dibujándose sobre el negro paño nocturno una gran G, primero, y una J, después, siendo secundadas ambas luminotecnias con encendidos aplausos.
Después de los fuegos, un incesante ir y venir por los centenares de establecimientos hosteleros de la ciudad, gran parte de ellos abiertos durante toda la noche y la madrugada, al ser ésta la única del año en la que se suspenden los horarios de cierre vigentes durante durante los 364 días restantes.
El cielo gijones aún se verá decorado en la mañana del lunes por fuegos de artificio, con el lanzamiento del 'restallón', que encontrará a miles de romeros apurando las últimas horas de la larga noche de Begoña.