Fundación Mapfre y el Museo de Bellas Artes de Asturias han presentado la exposición
“Daniel Vázquez Díaz en las Colecciones Fundación Mapfre: Mis
Contemporáneos”. La muestra podrá visitarse desde el 17 de junio hasta el 21 de
septiembre en el museo ovetense.
La exposición está compuesta por 40 retratos de importantes personalidades de la
época que forman parte de la serie Hombres de mi tiempo y constituyen una de las
galerías iconográficas más importantes de la España del siglo XX. Entre estos retratos
cabe destacar el de Juan de la Cierva, Gabriele d´Annunzio y Ramón Gómez de la
Serna, entre otros.
Por primera vez se exponen, junto a la serie Hombres de mi tiempo, los retratos “Eva”
y el Torero “Fortuna”, pertenecientes a la Colección de Dibujos del siglo XX de Fundación Mapfre.
Además, como complemento a esta selección, se ha presentado el óleo Bañistas / Desnudos en la
piscina, ca. 1930-1935, en el marco del Programa La Obra invitada, que tiene como misión traer
al Museo durante un periodo de tres meses destacadas obras procedentes de coleccionistas
particulares o de otras instituciones nacionales e internacionales que contribuyan a reforzar el
discurso de la colección permanente, bien porque permitan profundizar en aspectos ya
contemplados por la colección, bien porque permitan rellenar lagunas que en ella puedan
detectarse. Este trabajo, perteneciente también a las Colecciones Fundación Mapfre, puede ser
considerado como el colofón de una época en la producción artística del pintor onubense que
culmina con la guerra civil española. Vázquez Díaz recoge el tópico clásico de “las Bañistas”
y lo conjuga con el lenguaje aprendido en los círculos parisinos de vanguardia: una preocupación
por el sentido estructural de Cézanne y el gusto por la paleta impresionista.
La obra constituye por tanto, un resumen excepcional de las preocupaciones formales de Vázquez
Díaz, aspectos que el artista desarrollará a través de su faceta pedagógica a su vuelta a España.
Su estudio se convierte en lugar de referencia para la renovación de la pintura española del siglo
XX, siendo maestro de artistas tan importantes como José Caballero, Cristino Vera,
Manuel Mampaso o Rafael Canogar.
Con esta serie de fondos procedentes de las Colecciones Fundación Mapfre, el
Museo de Bellas Artes de Asturias pretende incorporar temporalmente a su discurso a
Daniel Vázquez Díaz, un artista que no está representado en sus colecciones, pero
que sin lugar a dudas es una de las figuras clave de la figuración artística de la primera
mitad del siglo XX en España, al tiempo que sus obras se ponen a dialogar con la de
otros representantes del Arte Nuevo presentes en el Museo como José Gutiérrez
Solana, Alberto, Timoteo Pérez Rubio, Ponce de León, María Blanchard y Salvador
Dalí, entre otros. De hecho, a los 40 dibujos, distribuidos en dos salas, les acompañan
otras dos, como complementos de la exposición, con estos otros fondos del museo.
Daniel Vázquez Díaz (Nerva, Huelva 1882 - Madrid 1969) es el gran representante
español de lo que se ha llamado la modernidad atemperada, que establece un
equilibrio entre los lenguajes de las vanguardias y el clasicismo. Su obra es
fundamental para la configuración de una vanguardia española autóctona y con
carácter personal.
Entre 1906 y 1918, Vázquez Díaz reside en París, donde asiste al nacimiento del
cubismo y convive con los artistas más avanzados de su época. A su vuelta a Madrid,
se convierte en abanderado del esfuerzo renovador que emprenden los círculos
artísticos españoles. Elabora un lenguaje que retoma la lección del cubismo,
aplicándolo no sólo a la realidad española, con sus peculiaridades y tipologías, sino
también y formalmente a un concepto pictórico que tiene, como muchos pintores
internacionales de la generación anterior, sus ojos puestos en la pintura clásica y muy
especialmente en Velázquez.
La propia vida y los intereses artísticos de la obra de Daniel Vázquez Díaz sintonizan
con las ideas y los hechos sobre los que se construye la historia del arte español de la
primera mitad del siglo XX: la voluntad de afirmación de lo vernáculo frente al deseo
de apertura a lo internacional y, en definitiva, el debate entre modernidad y tradición,
que resultan fundamentales no sólo en su obra, sino en el discurso historiográfico del
arte español anterior a 1936.