Más de 11.000 personas han visitado ya el lienzo de Braque que exhibe el Museo de Bellas Artes de Asturias

Más de 11.000 personas han visitado ya el lienzo de Braque que exhibe el Museo de Bellas Artes de Asturias
LA OBRA: Georges Braque, Botella, vaso y frutero, 1930. Óleo sobre lienzo, 
50,2 x 73 cm. Colección particular. 

Entre las obras que conserva el Museo de Bellas Artes de Asturias se encuentra el 
lienzo Mosquetero con espada y amorcillo (1969) de Pablo Ruiz Picasso (Málaga,
1881-Mougins, 1973), genio universal de la pintura y uno de los padres del cubismo,
vanguardia histórica bien representada en el Museo a través de la obra de otros 
artistas de primera línea como María Blanchard (Santander, 1881-París, 1932) y el 
asturiano Luis Fernández (Oviedo, 1900-París, 1973). 
Pero desde el pasado mes de marzo, Picasso, Blanchard y Fernández han recibido 
como invitado al que, junto con el malagueño, fuera el otro padre del cubismo: el pintor francés 
Georges Braque (Argenteuil, 1882 - París, 1963). Una de las obras de este clásico moderno, procedente de una 
colección particular, ha venido así a completar el nutrido discurso cubista del Museo en el marco 
del programa la Obra Invitada, que tiene como misión traer a la pinacoteca durante un periodo de
tres meses destacadas obras procedentes de coleccionistas particulares o de otras instituciones 
nacionales e internacionales que contribuyan a reforzar el discurso de la colección permanente, 
bien porque permitan profundizar en aspectos ya contemplados por la colección, como en este 
caso, o bien porque permitan rellenar lagunas que en ella puedan detectarse. 
El cuadro invitado, Botella vaso y frutero (1930), es un delicado bodegón de 1930 que pertenece a una serie
de naturalezas muertas en las que el artista francés abandonó la representación realista de los objetos y del
espacio sobre la que había venido trabajando en los últimos años, por una vuelta a la geometrización de las
formas propia de la práctica cubista. En él se aprecia cómo la botella, el vaso y el frutero están ubicados en
el centro de la composición, sobre lo que parece una mesa, encima de la cual se despliega, fragmentada y
por lo tanto presentada desde distintos puntos de vista, una estructura decorativa con forma de mantel,
trabajada a base de patrones repetitivos a la manera de puntos y líneas parecidas a pequeñas olas. Y es que
no hay que olvidar su formación inicial como decorador ni que, para Braque, el cubismo sirve sobre todo
para “multiplicar en la superficie dibujada, construida y pintada, la visión del mundo, al ofrecer
simultáneamente las diversas caras de las cosas”.
Más de 11.000 personas han pasado por el Museo de Bellas Artes hasta la fecha para contemplar esta obra.
Quien aún no haya podido disfrutar de Botella, vaso y frutero tiene de plazo hasta el próximo 1 de junio,
fecha en la que este lienzo tornará a la colección particular que lo ha prestado. Unas semanas después,
también el cuadro de Picasso dejará la pinacoteca, en su caso con destino a la gran exposición de El Greco y
la pintura moderna, que tendrá lugar entre los meses de junio y octubre en el Museo del Prado. Será, por
tanto, esta última semana de mayo una oportunidad única para ver a estos dos grandes artistas juntos en
Asturias, como lo estuvieran hace poco más de un siglo, trabajando codo con codo para inventar el
cubismo, en su taller de París.

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