Instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el martes se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, cuyos derechos cívicos, sobre las tierras y el rescate histórico de las tradiciones ha ido reivindicando el gobierno de Argentina, a través del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas
Más de 600 mil descendientes de 24 pueblos originarios censados en todo el país en 2004 (a los que se suman los que se reconocerán como tales en el último relevamiento nacional del año pasado) celebran el martes el Día Internacional de los Pueblos Indígenas.
Son los pueblos con mayor población a nivel nacional en orden descendente: el mapuche con 113.680, el kolla con 70.505 y el toba con 69.452 habitantes. En cuanto a los de menor población, se encuentran el quechua con 561, chulupí con 553, sanavirón con 528, tapiete con 484 y, por último, el maimará con 178 habitantes.
El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, organismo dependiente de la cartera de Desarrollo Social, es el encargado de velar por los intereses de las comunidades nativas, que en número cercano a las 900 en todo el territorio nacional participaron como enlaces o en forma directa en el Censo Nacional 2010.
El gobierno nacional ha venido devolviendo mediante acciones directas la cultura originaria, como el año pasado, al modificarse el régimen de feriados por decreto presidencial, de modo que el 12 de octubre dejó de ser Día de la Raza para convertirse en celebración de la diversidad cultural.
También hubo reivindicaciones, como la reciente en el Día de la Independencia, cuando se rescataron las actas de la Declaración, en la lengua original de las comunidades indígenas.
La propia presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, evocó el año pasado ante los representantes indígenas que fueron a verla en la Casa Rosada la historia de Ainé Paine, la muchacha mapuche adoptada por una familia pudiente que, gracias a esa condición privilegiada, pudo dedicarse al canto, olvidando sus orígenes, hasta que en Europa, cuando estaba en gira artística, se percató de que el único coro que no tenía repertorio originario era el argentino.
Así comenzó a investigar su propia identidad, recordó la mandataria, y ser ella misma. Y por eso fue incluida su imagen, junto con la de otras mujeres argentinas, en el pabellón asignado en la sede de gobierno.
Proyecto
En 2006 el oficialismo había impulsado en el Congreso de la Nación la Ley 26.160 que ordena paralizar los desalojos contra las comunidades indígenas y requiere al INAI un relevamiento técnico-jurídico-catastral de las tierras ocupadas.
Dispuso asimismo la constitución de un Fondo Especial para afrontar los gastos que demanden este relevamiento y los programas de regularización dominial que se deberán implementar.
En el marco del fortalecimiento organizacional de las comunidades indígenas, es que desarrollaron proyectos integrales, basados en diagnósticos comunitarios asamblearios, que buscaban legitimar y consolidar la tenencia de la tierra, aplicación de la Ley Nº 26.160, principal eje de acción del próximo bienio.
Los objetivos propuestos fortalecen la identidad, la representatividad y la organización de los pueblos Indígenas, a nivel territorial y nacional.
El artículo 75, inciso 17 de la Constitución Nacional señala: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.
Los primeros relatos sobre la presencia indígena en todo lo que hoy se considera Argentina se ubican en el siglo XVI.
Los territorios indígenas ocupados por diferentes grupos, cada uno de los cuales ejercía dominio sobre una parte. Hasta muy entrada la etapa republicana fueron defendidos con los jefes guerreros a la cabeza.
En más de una ocasión los poderes coloniales y republicanos tempranos les reconocieron a estas sociedades el estatus de naciones originarias, firmando con ellas tratados de paz, de intercambio de cautivos y de reconocimiento de la posesión y dominio sobre sus tierras.
Sin embargo, esos tratados nunca fueron respetados, pese a que la voluntad de los constituyentes de 1853 que dictó la primera carta magna de la Argentina era que el Congreso de la Nación debía mantener el trato pacífico con los indios“.
En la actualidad existen en Argentina más de 30 pueblos-naciones originarias, las cuales mantienen vivas más de dieciséis lenguas originarias.
Son los pueblos con mayor población a nivel nacional en orden descendente: el mapuche con 113.680, el kolla con 70.505 y el toba con 69.452 habitantes. En cuanto a los de menor población, se encuentran el quechua con 561, chulupí con 553, sanavirón con 528, tapiete con 484 y, por último, el maimará con 178 habitantes.
El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, organismo dependiente de la cartera de Desarrollo Social, es el encargado de velar por los intereses de las comunidades nativas, que en número cercano a las 900 en todo el territorio nacional participaron como enlaces o en forma directa en el Censo Nacional 2010.
El gobierno nacional ha venido devolviendo mediante acciones directas la cultura originaria, como el año pasado, al modificarse el régimen de feriados por decreto presidencial, de modo que el 12 de octubre dejó de ser Día de la Raza para convertirse en celebración de la diversidad cultural.
También hubo reivindicaciones, como la reciente en el Día de la Independencia, cuando se rescataron las actas de la Declaración, en la lengua original de las comunidades indígenas.
La propia presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, evocó el año pasado ante los representantes indígenas que fueron a verla en la Casa Rosada la historia de Ainé Paine, la muchacha mapuche adoptada por una familia pudiente que, gracias a esa condición privilegiada, pudo dedicarse al canto, olvidando sus orígenes, hasta que en Europa, cuando estaba en gira artística, se percató de que el único coro que no tenía repertorio originario era el argentino.
Así comenzó a investigar su propia identidad, recordó la mandataria, y ser ella misma. Y por eso fue incluida su imagen, junto con la de otras mujeres argentinas, en el pabellón asignado en la sede de gobierno.
Proyecto
En 2006 el oficialismo había impulsado en el Congreso de la Nación la Ley 26.160 que ordena paralizar los desalojos contra las comunidades indígenas y requiere al INAI un relevamiento técnico-jurídico-catastral de las tierras ocupadas.
Dispuso asimismo la constitución de un Fondo Especial para afrontar los gastos que demanden este relevamiento y los programas de regularización dominial que se deberán implementar.
En el marco del fortalecimiento organizacional de las comunidades indígenas, es que desarrollaron proyectos integrales, basados en diagnósticos comunitarios asamblearios, que buscaban legitimar y consolidar la tenencia de la tierra, aplicación de la Ley Nº 26.160, principal eje de acción del próximo bienio.
Los objetivos propuestos fortalecen la identidad, la representatividad y la organización de los pueblos Indígenas, a nivel territorial y nacional.
El artículo 75, inciso 17 de la Constitución Nacional señala: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.
Los primeros relatos sobre la presencia indígena en todo lo que hoy se considera Argentina se ubican en el siglo XVI.
Los territorios indígenas ocupados por diferentes grupos, cada uno de los cuales ejercía dominio sobre una parte. Hasta muy entrada la etapa republicana fueron defendidos con los jefes guerreros a la cabeza.
En más de una ocasión los poderes coloniales y republicanos tempranos les reconocieron a estas sociedades el estatus de naciones originarias, firmando con ellas tratados de paz, de intercambio de cautivos y de reconocimiento de la posesión y dominio sobre sus tierras.
Sin embargo, esos tratados nunca fueron respetados, pese a que la voluntad de los constituyentes de 1853 que dictó la primera carta magna de la Argentina era que el Congreso de la Nación debía mantener el trato pacífico con los indios“.
En la actualidad existen en Argentina más de 30 pueblos-naciones originarias, las cuales mantienen vivas más de dieciséis lenguas originarias.
Los orígenes y dónde vivían
Las primeras tribus de cazadores de origen asiático llegaron a América a través del Estrecho de Bering hace unos 30.000 años aproximadamente, en tanto que su arribo al actual territorio argentino se considera producto de migraciones internas ocurridas hace 18.000 años.Estos pueblos se asentaron básicamente en dos regiones: la montaña y la llanura.
Con respecto al primer hábitat, los testimonios más antiguos con que se cuenta son los rastros de núcleos poblacionales que datan de hace 8.000 años en Ayamapatín (provincia de Córdoba) e Inti Huasi (San Luis). Vestigios hay también de otra cultura antigua en Tafí (Tucumán), de pueblos que trabajaban la piedra y la cerámica.
Más reciente resulta la civilización de La Aguada (territorio comprendido por las provincias de San Juan, La Rioja y Catamarca), cuyos pobladores se dedicaban al cultivo del maíz y al trabajo en bronce y cuyo desarrollo se ubica entre los años 800 a 650.
En cuanto a los asentamientos de llanura, se registra la presencia de un núcleo poblacional en Tandil (provincia de Buenos Aires), de aproximadamente 6.000 años de antigüedad, cuyos habitantes trabajaban la piedra y la cerámica.
En el Litoral, iguales vestigios dan cuenta de la llamada Cultura del Alto Paraná, de la misma data.
En el extremo sur y los canales fueguinos se considera la llegada de los primeros hombres hace 6.000 años, los que habitaban en viviendas circulares semienterradas, vivían de la caza y la pesca, empleaban botes y arpones para la caza de mamíferos marinos y recolectaban moluscos.
Con la llegada de los conquistadores españoles los pueblos indígenas vieron truncadas sus posibilidades de desarrollo cultural.
En el Noroeste: La cultura diaguita fue la más compleja y numerosa de las poblaciones indígenas. Aproximadamente unos 200.000 habitantes conformaban su población a la llegada de los conquistadores. Eran expertos agricultores que habían desarrollado canales de riego para sus plantaciones de maíz, zapallo y porotos. Adoraban al sol, el trueno y el relámpago. Tenían jefaturas similares a los cacicazgos y sus familias eran monogámicas.
En las sierras: En la zona de las sierras centrales estaban asentados los comechingones y los sanavirones. Vivían de la caza, la recolección y la pesca; cosechaban maíz, porotos y zapallos. Practicaban el culto al sol y a la luna.
En Cuyo y Neuquén: La cultura de los huarpes ocupó las actuales provincias de San Juan, San Luis y Mendoza. Eran agricultores, cosechaban maíz y cazaban guanacos y ñandúes. Trabajaban la cerámica y creían en la existencia de un ser supremo. La cultura pehuenche caracterizó a la zona de Neuquén. Sus habitantes vivían de la caza y de la recolección, se agrupaban en clanes familiares y creían en un ser supremo que moraba más allá del mar.
En la Pampa y la Patagonia: Fue habitada por los querandíes y los araucanos provenientes del Chile actual. Los tehuelches y los onas ocupaban el sur, en tanto que en la zona central se hallaban asentados los pampas. Todos estos pueblos tenían características comunes: vivían de la caza de liebres, zorros, ñandúes y de la pesca. Tenían asimismo un grado importante de organización social que les permitía convivir agrupados, bajo el liderazgo de un cacique.
En el Gran Chaco: Antes de la llegada de la conquista española, esta región era habitada por tobas, mocovíes y abipones. Eran básicamente cazadores y recolectores. Estaban integrados en un sistema social de clanes, liderados por un cacique. La estructura social era de carácter monogámico pero a los jefes les estaba permitida la poligamia.
En el Litoral: En esta zona predominó la cultura guaraní, fruto de un pueblo de mansos agricultores que muy pronto se sometieron al dominio español. Vivían en grandes casas donde se alojaban varias familias. Creían en la tierra sin mal, una suerte de paraíso perdido, al que regresarían algún día.