OVIEDO, 6 May. (EUROPA PRESS) -Investigadores de la Universidad de Oviedo han realizado un estudio que cuestiona los perjuicios de la implantación de especies foráneas en los ecosistemas. "Pueden contribuir de manera positiva", han determinado.
Pese a que tradicionalmente las especies exóticas son vistas como una amenaza para la conservación de la biodiversidad, los científicos asturianos, en colaboración con expertos de la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda, han demostrado que en el caso de ciertas aves de origen europeo su contribución es "positiva" a través de un efecto de relevo ecológico.
Estas especies, ha explicado la Universidad en nota de prensa, asumen el papel de las "malparadas" aves autóctonas como dispersoras de semillas en los bosques nativos. Es el caso de los zorzales y los mirlos.
Las conclusiones del trabajo realizado por los investigadores del Departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo Daniel García y Daniel Martínez, junto a Daniel Stouffer y Jason Tylianakis, de la Universidad de Canterbury, acaban de ser publicadas en la revista 'Journal of Animal Ecology'.
A raíz del estudio, realizado durante cuatro meses en bosques de Nueva Zelanda, se ha comprobado que en los ecosistemas alterados por el hombre ciertas especies exóticas pueden ser la única vía para llenar los vacíos ecológicos que dejan las especies extinguidas.
En estos bosques, donde los mirlos y los zorzales son abundantes, éstos se muestran capaces de comer prácticamente cualquier fruto que encuentran a su disposición. De este modo, la mayoría de los árboles de fruto carnoso, que son los dominantes en los bosques neozelandeses, ven diseminadas sus semillas, y continuado su ciclo natural de regeneración, a pesar del declive de sus dispersoras nativas. Sin estas aves foráneas, muchos de los frutos simplemente caerían al suelo y sus semillas probablemente morirían atacadas por hongos o depredadores