Por
J.Ramón LLana
Enviado especial
Después de un tranquilo viaje, llegamos a Santander justo para disfrutar de
la recepción que nos ofrecía Zacarías en su restaurante que es además la
sede de la Cofradía que él representa como Gran Maestre. Allí, en tremenda
algarabía multicolor nos encontramos con los habituales que fieles a estos
aconteceres los realzan con su presencia, contribuyendo de esta manera a
promocionar los productos que cada cofradía representa y, de manera más
importante, a ensalzar los valores humanos de amistad y camaradería entre
las gentes de de los más diversos lugares.
Después de degustar el caldo de gallina pedresa , una tortilla de patata con
sabor y algunas otras viandas, nos situamos para el desfile que nos llevaría
hasta la iglesia de San Francisco donde participamos de la misa no sin antes
escuchar la habitual recriminación del sacerdote oficiante por llegar tarde
como casi siempre nos ocurre. En la escalinata del templo nos hicimos la
foto de familia y allí mismo ante el monumento a la Quesera escuchamos una
vez más las interpretaciones de los coros, danzas y banda de gaitas.
El monumento a La Quesera , escultura de factura modernista, que el
Ayuntamiento permitió en esta plaza es el reflejo de la preocupación
municipal por la promoción de los quesos de Cantabria y de la buena
sintonía que existe entre éste y la Cofradía de los Quesos. Así lo
comprobamos cuando el alcalde, D. Íñigo de la Serna, momentos después nos
recibía en el Salón Azul del Consistorio y se procedía a la apertura del
XXVII Congreso. Después de la rutina de nombramientos y entrega de premios,
y que Zacarías insistiese una vez más en la defensa necesaria de los quesos
tradicionales como valores autóctonos que no deben olvidarse, en el mismo
salón, se nos ofreció un degustación de quesos y quesucos acompañados de
anchoas y vinos de la tierra. Hablando de quesos de Cantabria en otra
ocasión nos detendremos, con más tiempo, para hablar del Queso Picón de
Bejes y Tresviso, de los de Liebana y de uno interesante y poco promocionado
como es el Queso de Pido de la zona de Espinama.
Retornamos nuevamente a Casa Zacarías para almorzar y, compartiendo mesa y
mantel con nuestros buenos amigos de Los Nabos de Morcín, otros que nunca
fallan, dimos buena cuenta de las viandas que nos fueron servidas. Del
menú, lo que me sorprendió agradablemente fueron los chipirones “afogaos”
(por ellos denominados maganos) que a mi juicio estaban pochados con lo que
los argentinos llaman “cebolla de verdeo” que no es otra cosa que la rama
verde de la cebolleta tierna con excelente sabor y cuyo uso en la
coquinaria de nuestra zona no es habitual. Remató el almuerzo el habitual
sorteo y una queimada con frutas.
Asturias estaba presente por las cofradías de Los Nabos de Morcín, el Vino
de Cangas del Narcea, El Sabadiego de Noreña, el Oriciu de Gijón, Doña
Gontrodo, Juan Granda, Armando Alvarez y este cronista como miembros de
Amigos de los Quesos del Principado de Asturias. El resto de Cofradías ,
mas de veintisiete, representaban a otras tantas regiones españolas y
extranjeras entre las que se encontraban tres de Francia, tres de Portugal.
Nos fuimos despidiendo de todos los Cofrades y amigos con los que a lo
largo de la geografía española y europea tantas veces coincidimos con un
único fin; conocernos mejor a través de la gastronomía, comprobando como las
diferentes culturas gastronómicas nos enriquecen no solo en el aspecto
culinario, también en las relaciones humanas, no en vano puedes recorrer
medio mundo encontrando amigos con el mismo lenguaje, el de la gastronomía.
la recepción que nos ofrecía Zacarías en su restaurante que es además la
sede de la Cofradía que él representa como Gran Maestre. Allí, en tremenda
algarabía multicolor nos encontramos con los habituales que fieles a estos
aconteceres los realzan con su presencia, contribuyendo de esta manera a
promocionar los productos que cada cofradía representa y, de manera más
importante, a ensalzar los valores humanos de amistad y camaradería entre
las gentes de de los más diversos lugares.
Después de degustar el caldo de gallina pedresa , una tortilla de patata con
sabor y algunas otras viandas, nos situamos para el desfile que nos llevaría
hasta la iglesia de San Francisco donde participamos de la misa no sin antes
escuchar la habitual recriminación del sacerdote oficiante por llegar tarde
como casi siempre nos ocurre. En la escalinata del templo nos hicimos la
foto de familia y allí mismo ante el monumento a la Quesera escuchamos una
vez más las interpretaciones de los coros, danzas y banda de gaitas.
El monumento a La Quesera , escultura de factura modernista, que el
Ayuntamiento permitió en esta plaza es el reflejo de la preocupación
municipal por la promoción de los quesos de Cantabria y de la buena
sintonía que existe entre éste y la Cofradía de los Quesos. Así lo
comprobamos cuando el alcalde, D. Íñigo de la Serna, momentos después nos
recibía en el Salón Azul del Consistorio y se procedía a la apertura del
XXVII Congreso. Después de la rutina de nombramientos y entrega de premios,
y que Zacarías insistiese una vez más en la defensa necesaria de los quesos
tradicionales como valores autóctonos que no deben olvidarse, en el mismo
salón, se nos ofreció un degustación de quesos y quesucos acompañados de
anchoas y vinos de la tierra. Hablando de quesos de Cantabria en otra
ocasión nos detendremos, con más tiempo, para hablar del Queso Picón de
Bejes y Tresviso, de los de Liebana y de uno interesante y poco promocionado
como es el Queso de Pido de la zona de Espinama.
Retornamos nuevamente a Casa Zacarías para almorzar y, compartiendo mesa y
mantel con nuestros buenos amigos de Los Nabos de Morcín, otros que nunca
fallan, dimos buena cuenta de las viandas que nos fueron servidas. Del
menú, lo que me sorprendió agradablemente fueron los chipirones “afogaos”
(por ellos denominados maganos) que a mi juicio estaban pochados con lo que
los argentinos llaman “cebolla de verdeo” que no es otra cosa que la rama
verde de la cebolleta tierna con excelente sabor y cuyo uso en la
coquinaria de nuestra zona no es habitual. Remató el almuerzo el habitual
sorteo y una queimada con frutas.
Asturias estaba presente por las cofradías de Los Nabos de Morcín, el Vino
de Cangas del Narcea, El Sabadiego de Noreña, el Oriciu de Gijón, Doña
Gontrodo, Juan Granda, Armando Alvarez y este cronista como miembros de
Amigos de los Quesos del Principado de Asturias. El resto de Cofradías ,
mas de veintisiete, representaban a otras tantas regiones españolas y
extranjeras entre las que se encontraban tres de Francia, tres de Portugal.
Nos fuimos despidiendo de todos los Cofrades y amigos con los que a lo
largo de la geografía española y europea tantas veces coincidimos con un
único fin; conocernos mejor a través de la gastronomía, comprobando como las
diferentes culturas gastronómicas nos enriquecen no solo en el aspecto
culinario, también en las relaciones humanas, no en vano puedes recorrer
medio mundo encontrando amigos con el mismo lenguaje, el de la gastronomía.