- El trabajo, publicado en la revista Nature Genetics, ha sido realizado por un equipo internacional con participación de científicos de la Universidad de Oviedo
El gen sobre el que se centra el estudio, POT1, está implicado en la protección de los telómeros —los extremos de los cromosomas— y había sido descrito previamente por el Consorcio Español para el estudio de los genomas del cáncer como uno de los genes más frecuentemente mutados en la leucemia linfática crónica
Este nuevo descubrimiento refuerza la idea de que tumores de muy distintos tipos pueden llegar a tratarse con los mismos fármacos si comparten las mismas mutaciones
Oviedo.- Un estudio publicado hoy domingo, 30 de marzo, en la revista Nature Genetics ha permitido demostrar que un mecanismo molecular previamente descrito por investigadores españoles en el desarrollo de la leucemia linfática crónica, también es responsable del desarrollo de formas hereditarias de melanoma.
Este trabajo, coordinado por el Dr. David Adams del Wellcome Trust Sanger Institute del Reino Unido, y que ha contado con la colaboración de los investigadores Andrew Ramsay, Víctor Quesada y Carlos López-Otín, del Instituto Universitario de Oncología de la Universidad de Oviedo, ha estudiado familias con varios casos de melanoma y ha encontrado variantes en el gen POT1 presentes exclusivamente en quienes padecen la enfermedad y ausentes en quienes no la padecen.
“Este hallazgo refuerza el enorme valor de los proyectos de estudio de los genomas del cáncer para identificar genes cuya implicación en el cáncer era hasta ahora desconocida y cuyas mutaciones pueden contribuir al desarrollo de tumores tan distintos como el melanoma o la leucemia” comenta López-Otín, y añade: “Estos resultados apuntan una vez más a que en el futuro los tumores se tratarán dependiendo fundamentalmente de los cambios genéticos que presenten y no tanto del tejido en el que se originen”.
El descubrimiento ahora publicado partió de una observación realizada el pasado año por investigadores del Consorcio Español para el estudio del Genoma de la leucemia linfática crónica dirigido por los Dres. Carlos López-Otín y Elías Campo. Este trabajo previo había demostrado la existencia frecuente en este tipo de leucemia de mutaciones en el gen POT1, implicado en la protección de los extremos de los cromosomas, denominados telómeros. Se planteó entonces la posibilidad de que otros tipos de tumores pudieran tener alteraciones en este mismo gen. En este contexto, investigadores de instituciones europeas, australianas y norteamericanas, se centraron en el estudio del melanoma cutáneo maligno y más concretamente en las formas hereditarias de esta enfermedad. Este tipo de tumores es muy agresivo y tiene una gran importancia clínica en países con exposición solar intensa.
El estudio realizado en numerosas familias con esta enfermedad ha permitido descubrir variantes constitutivas en el gen POT1 exclusivamente presentes en pacientes con melanoma hereditario, pero no en miembros de las mismas familias que no han desarrollado la enfermedad. Las variantes constitutivas, a diferencia de las mutaciones somáticas, no se adquieren durante el proceso tumoral, sino que existen previamente en todas las células del individuo y pueden predisponer a distintos tipos de cáncer. El hallazgo de un nuevo gen responsable de tumores hereditarios tiene implicaciones clínicas inmediatas al permitir el diagnóstico precoz de la susceptibilidad individual al desarrollo de dichos tumores.
Según Andrew Ramsay, co-primer autor del artículo junto con Carla D. Robles, Mark Harland y Lauren G. Aoude “tras el descubrimiento de variantes en el gen POT1 en melanomas hereditarios, pudimos comprobar que las consecuencias estructurales y bioquímicas de dichas variantes sobre la proteína codificada por este gen eran indistinguibles de las que habíamos encontrado en el caso de las mutaciones somáticas asociadas a la leucemia”. Este hecho sugiere que la función que se pierde en ambos casos es necesaria para mantener el estado normal de las células y evitar el desarrollo de múltiples tipos de tumores. Por tanto, es probable que otras proteínas que colaboran en la misma función estén también involucradas en la progresión tumoral, y podrían relacionar entre sí casos que en principio se consideran separados. Por ello, Víctor Quesada señala que “si se confirmase esta hipótesis, significaría un paso importante a la hora de entender cómo surgen ciertos tipos de tumores especialmente difíciles de estudiar hasta el momento”.
El trabajo del grupo de la Universidad de Oviedo ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad/Instituto Carlos III, la Fundación Botín y la Obra Social Cajastur.