En el estilo de vida actual, donde prima el culto a la imagen y la preocupación por la salud, los postres empiezan a verse como un alimento prohibitivo. Cuántas veces habremos desechado un postre al final de una comida copiosa- o quizás no tanto- por sentirnos demasiado llenos y ahorrarnos esas temidas calorías adicionales.
Si bien es verdad que los postres prefabricados, las bollerías industriales o las tartas precocinadas pueden llegar a ser muy calóricas, no es necesario privarse de un dulce después de las comidas. Cocinar postres caseros es la alternativa más segura, de esta forma no solo aseguramos la utilización de ingredientes frescos y naturales, sino que podemos elegir las cantidades de determinados ingredientes, entre ellos el azúcar, e incluso sustituirla por edulcorantes no calóricos, como el aspartamo.
Cocinar con aspartamo es sencillo, sin embargo conviene recordar que este edulcorante no es apto para altas temperaturas, ya que pierde su poder endulzante y se vuelve amargo. ¿Cómo podemos usarlo entonces?, en todo tipo de dulces y postres caseros que no requieren de cocción u horneado, por lo que el calor no alteraría las propiedades del aspartamo. Helados, sorbetes, gelatinas, tartas frías, yogures…existen variadas opciones para los paladares más exquisitos, que harán que podamos endulzar el final de nuestras comidas sin añadir calorías adicionales.
Además también existe la posibilidad de usar el aspartamo como edulcorante de mesa para endulzar los cafés o tés tras la comida.
El aspartamo tiene unas propiedades endulzantes mucho mayores que el azúcar, con lo que una pequeña cantidad será suficiente para asegurar el sabor dulce del alimento. Además es fácil de encontrar en cualquier supermercado, por lo que hacer la prueba no debería ser muy difícil para aquellos que quieran experimentar en la cocina propia la elaboración de postres caseros “light”. Seguro que repetirán.