Laura Chinchilla Miranda
Presidenta de la República de Costa Rica
En la historia patria, hay días de duelo que, cuando llegan, quedan abiertas en nuestros corazones: páginas de honor, de honestidad, de patriotismo y de hidalguía. Así está hoy el alma de Costa Rica, al despedir a su última morada terrenal a don Mario Echandi, uno de sus hijos más queridos y destacados.
En esta despedida se agolpan en todas y todos nosotros emociones y recuerdos que nos lenan de orgullo y nos muestran un camino ejemplar.
Estamos ante el recuerdo de un ciudadano enraizado en nuestras mejores tradiciones, un expresidente preclaro, un político brillante y enérgico, y un hombre de bien.
Con apenas 34 años inició una fructífera carrera al servicio del país. Fue Embajador de Costa Rica ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas (ONU), así como Ministro de Relaciones Exteriores y Culto. Su valor político y la consistencia de sus ideas lo llevaron al Congreso como diputado y, pese a haber llegado en forma independiente, en pocos meses impuso un liderazgo tan indiscutible que salió de diputado para ocupar la Presidencia de la República entre 1958 y 1962.
De su paso por la Presidencia, quedaron decenas de legados, entre ellos: la Ley de Aguinaldo, la creación del Servicio Nacional de Acueductos y Alcantarillados, el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO), y la Ley de Protección y Desarrollo Industrial.
Pero más allá de la obra material, una de sus más preciadas herencias consistió en ayudar a sanar las heridas de la guerra civil de 1948. Su mayor ambición era que la concordia volviese a ser el emblema de la vida nacional entre los costarricenses. Junto a doña Olga, su esposa, recorrió ciudades y pueblos, siempre instando a olvidar rencores y a reanudar los lazos de amistad y de fraternidad que habían sido quebrantados por la política.
En junio del 2005, me correspondió el honor de ser diputada cuando la Asamblea Legislativa declaró Benemérito de la Patria a don Mario Echandi Jiménez, por sus eminentes servicios al país. Como recordamos entonces, también su padre, don Alberto Echandi Montero, había recibido ese honor. Don Alberto fue un hombre tan auténticamente costarricense que dejó grabadas en la historia las más profundas palabras de amor de un patriota a su pueblo. Fue él quien prefirió desistir del poder antes que permitir que sus aspiraciones dieran lugar a una confrontación civil.
Fue entonces cuando dijo que la Presidencia de la República no valía ni una sola gota de sangre costarricense. Esa fue la tradición de hidalguía en la que creció nuestro querido don Mario.
Fue un demócrata apasionado de sus ideas y defendió sus convicciones con su enérgica personalidad y su incansable capacidad de trabajo. Pero su mayor grandeza, por encima de las vicisitudes de la política y de las tareas públicas que tuvo el honor de compartir con su pueblo, fue hacer de su vida un ejemplo permanente de honestidad y de transparencia.
Tenía la prestancia y el temperamento propia de un procer y al mismo tiempo la sencillez y la humildad de alguien que supo también ser cercano y accesible. Él tenía siempre abierta la puerta de su casa, de su corazón y de su sabiduría a quien quisiera encontrar una enseñanza o un consejo.
No puedo dejar de mencionar el profundo simbolismo que tenía para don Mario el Árbol de Guanacaste. Para don Mario, la inmensa sombra que da este bello árbol se asemeja a la protección que el Estado está obligado a brindar a todas y todos los costarricenses.
Fue en su Administración que se declaró árbol nacional a este precioso coloso de las pampas guanacastecas. Lo hizo, es cierto, como un homenaje a la Anexión del Partido de Nicoya, pero sobre todo porque en su corazón de patriarca venerable y bueno, veía a este macizo, inmenso y guarecedor, como el símbolo de la estabilidad, de la seguridad, de la profundidad de las raíces en las que se asientan nuestras tradiciones, según lo dijo muchas veces.
El árbol de Guanacaste es ahora símbolo también de este querido expresidente que ahora despedimos. En él vemos la solidez y la firmeza que necesitamos para enfrentar, como él también lo hizo, un ambiente de disensión para construir consensos. Al acompañar a mi pueblo, en la postrera despedida de don Mario, no puedo menos que añorar en su persona una grandeza de alma que la patria necesita ahora más que nunca.
Con este pródigo hijo de Costa Rica, no muere, sin embargo el tesoro de su inmensa sabiduría. Queda entre nosotros su ejemplo de hombría de bien, su paradigma de intachable probidad y de amor al país. Que esa sea la herencia que recojamos de don Mario.
Costa Rica despide hoy, con duelo pero con orgullo, a uno de los árboles más fecundos de la cosecha de próceres de esta patria querida.
Muchas gracias.
Comunicado de Prensa:
Presidenta Chinchilla Miranda decreta duelo nacional a partir de mañana 31 de julio y hasta el 2 de agosto
La Presidenta de la República, Laura Chinchilla Miranda, lamenta el fallecimiento del ex Presidente de la República, Mario Echandi Jiménez, y expresa sus condolencias y profundo sentimiento de solidaridad a la familia, así como a toda la ciudadanía costarricense.
“El Expresidente Mario Echandi Jiménez, sin lugar a dudas, fue una persona con una gran vocación de servicio público. Don Mario representa un ejemplo a seguir para las y los costarricenses, a quien además le tocó gobernar el país en momentos en que se imponía un gran esfuerzo de reconciliación nacional”, manifestó la Mandataria.
Las Honras Fúnebres oficiales por el fallecimiento del señor ex Presidente de la República de Costa Rica, Mario Echandi (1958-1962), tendrán lugar mañana domingo 31 de julio, a las 13:00 horas en la Catedral Metropolitana, en San José, al que asistirá la señora Presidenta de la República, Laura Chinchilla Miranda acompañada de su Gabinete.