Los obispos han reflexionado sobre el nuevo Anteproyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la mujer embarazada. Con este motivo, y como siempre han hecho en cualquier coyuntura social y política, quieren recordar de nuevo el valor sagrado de la vida humana, desde la concepción hasta su fin natural.
Los obispos saludan siempre las iniciativas a favor de la vida humana, vengan de donde vengan, especialmente aquellas dirigidas a proteger la vida de los más débiles, entre los que se encuentran los seres humanos que van a nacer. Por eso, reconocen en el texto del Anteproyecto presentado por el actual Gobierno un avance positivo con respecto a la legislación vigente, que considera el aborto como un derecho.
En todo caso, recuerdan que una ley del aborto, por muy restrictiva que fuera, seguiría siendo una ley injusta. Nadie tiene derecho, en ninguna circunstancia, a quitarle la vida a un ser humano inocente. El aborto no es la solución, de la misma manera que el niño que va a nacer no es el problema.
Sin embargo, como también señala el Papa Francisco, es preciso caer en la cuenta de que todavía “hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?” (n. 214). A todos incumbe, según los obispos, responder adecuadamente a estas situaciones por el camino de la solidaridad y la vida y no por el de la muerte de un ser inocente.