Dirigiéndose a los manifestantes, Al-Zawahri criticó a la represión del gobierno de Al-Assad -a quien llamó "el líder de la banda criminal descendiente de los traidores- el Sr. y trató de vincular su red a al movimiento popular, y al presidente Al-Assad a los Estados Unidos, al acusarlo de colaborar con EE.UU. en relación a la lucha contra el terrorismo.
La tardía declaración de apoyo por parte de Al-Qaeda hacia los diferentes levantamientos en la región es una señal de la pérdida de interés que las diferentes sociedades tienen sobre grupo y habla también del cambio de expectativas de los jóvenes árabes que ya no ven a la violencia como una alternativa sino que apuestan a las transformaciones. La estructura ideológica de Al-Qaeda no resulta atractiva apara los jóvenes que vieron una mayor efectividad en las marchas y las rebeliones como sucedió en Túnez, Egipto, Libia y Siria; el dato central es que el proceso de transformación del escenario del Medio Oriente se ha llevado adelante sin la participación de Al-Qaeda.
Los manifestantes sirios han rechazado el mensaje Al-Zawahiri, quien considera a los esfuerzos para derrocar al régimen alawita como una batalla islámica contra los intereses de EE.UU. e Israel. Si bien, en el mensaje, existen puntos de conexión con los reclamos de los manifestantes –respecto de la violencia estatal y la corrupción- difícilmente los jóvenes en las calles acudan al llamado de la yihad y del martirio como se ha propuesto desde Al-Qaeda para cambiar la conformación política de la sociedad. También es un error considerar que pueda darse una equiparación de objetivos, en base a los levantamientos, que lleven a considerar que los manifestantes van a instaurar un sistema teocrático-islámico como el propuesto por Al-Qaida.
Si tenemos en cuenta que las protestas en Daraa comenzaron a partir de una mezquita, ello sucedió porque las mezquitas era el único lugar donde las personas podían reunirse en gran número sin que el régimen fuese capaz de prohibirlas, es decir que el factor religioso no fue gravitante sino más bien una necesidad instrumental; por otro lado aunque la sociedad siria está dividida en varias ramas del Islam en su mayoría son laicos pero descreen de las diferentes versiones del islamismo político y apoyan más las reformas democráticas que un cambio de sistema.
Como señaló Mohammad Al-Abdallah, el portavoz del Comités de Coordinación en Siria, el mensaje de Al-Zawahiri -tratando de convencer al mundo, que su organización apoya a la oposición siria- provocará que la opinión pública internacional cambie su imagen de los reclamos sociales cuando haya hechos de violencia y le dará al régimen una excusa para cometer crímenes contra los manifestantes.
Por otro lado, la retórica de Al-Zawahiri, acusando a EE.UU. y a Israel de apoyar al presidente Al-Assad en contra del pueblo sirio se asemeja al discurso oficial del régimen alawita que culpa de los hechos de violencia a bandas armadas de extranjeros financiadas por los israelíes y norteamericanos que conspiran en su contra. Esta semejanza entre los discursos hace que ambos sean poco creíbles y les resta apoyo de los manifestantes que observan otra realidad en las calles.
Tal vez lo más bizarro y paradigmático de la situación en Siria es que, quizá por única vez, EE.UU. y Al-Qaida parecen estar de acuerdo en la misma política de estado y es que el régimen sirio debe cambiar; esta extraña coincidencia no puede ser buena para la seguridad de Israel o la estabilidad regional. Al-Zawahari ve al conflicto sirio como una lucha de fundamentalistas sunitas versus alawitas y no como un movimiento plural de derechos políticos, derechos para las mujeres y libertades en contra un régimen represivo.