JPA/DICYT El Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO) de la Universidad de Salamanca ha investigado en los últimos años la relación que existe entre el ocio y la calidad de vida de las personas con discapacidades del desarrollo, un amplio concepto que abarca el síndrome de Down, el autismo, la parálisis cerebral y otras patologías. Entre las conclusiones de estos estudios destaca que la participación en actividades de ocio mejora aspectos como el bienestar emocional.
Aunque otras investigaciones ya se han ocupado del ocio como indicador de calidad de vida en el ámbito de las discapacidades del desarrollo, en España no existían estudios hasta que el INICO se interesó por este campo. Para ello, ha desarrollado el Inventario de Evaluación de Ocio (IEO), una adaptación de una herramienta similar, el Leisure Assessment Inventory. La idea es “buscar instrumentos que se utilicen en otros contextos culturales para validarlos en nuestra población y poder hacer estudios comparables”, señala a DiCYT la investigadora del INICO Marta Badía.
En este caso, se evalúa el número de actividades que realiza la persona con discapacidad, sus preferencias, el interés por participar en actividades que no realiza y las barreras internas y externas que tiene la persona para probar estas nuevas actividades por las que siente interés. Con un formato de entrevista basada en imágenes, este instrumento es fácil de aplicar incluso en personas con problemas de comunicación.
En una de estas aplicaciones prácticas, se realizó un estudio con 237 personas con discapacidades del desarrollo con una edad media de 34,6 años. La mayoría vivían en un entorno urbano y la mayoría había tenido una escolarización en centros ordinarios. Los resultados indicaron que las actividades más comunes que realizan son las sociales (por ejemplo, salir de paseo), seguidas de actividades recreativas en casa (ver la televisión, escuchar música, hablar por teléfono) y relegando a las actividades físicas al último lugar, actividades que suelen reducirse a natación y gimnasia, asociadas a la rehabilitación que se lleva a cabo en los centros especializados.
Sin embargo, cuando se les pregunta por sus preferencias, las personas con discapacidades del desarrollo aseguran que desearían realizar más actividades físicas, seguidas de las sociales y, finalmente, de las recreativas en casa. Además, también muestran su interés por las actividades más socializadoras, como jugar a la petanca, jugar al baloncesto o pescar; y dentro de casa, por las tareas que les hacen ser miembros activos del entorno familiar, como cocinar o el bricolaje.
Factores determinantes
“Nos han sorprendido muchos datos de esta investigación”, afirma Marta Badía. Por ejemplo, “los que viven en familia participan más de todo tipo de actividades, sobre todo las sociales”. Asimismo, quienes han estado escolarizados en centros ordinarios realizan más actividades que quienes han crecido en centros especializados. Por otra parte, hacerse mayor se asocia a una progresiva disminución de la participación, es decir, a mayor edad, se realizan menos actividades.
Además, aunque no se encuentra una relación directa entre la participación en el ocio y la calidad de vida desde un punto de vista objetivo, sí la hay en los parámetros que miden la calidad de vida subjetiva, de manera que los investigadores destacan el impacto sobre el bienestar emocional.
Para seguir ampliando esta línea de estudio, el INICO se dispone a realizar un estudio comparativo entre la participación y la calidad de vida en personas con y sin discapacidad en la provincia de Ávila gracias a una ayuda de la diputación abulense.