Los huesos con una perforación a la altura de la sien, datan del periodo Posclásico Tardío (1350-1521 d.C.) y se descubrieron en la zona de transbordo de la estación Ermita
Tales vestigios prehispánicos se suman a restos de casas habitación, tlecuiles, pisos, canales de piedra y lajas, esculturas, material cerámico y lítico, y un centenar de entierros
México D.F.- Cuatro cráneos orientados hacia el suroeste, correspondientes a dos individuos masculinos, uno femenino y un cánido, que formaron parte de un tzompantli, fueron algunos de los hallazgos arqueológicos que arrojaron las obras de la Línea 12 del Metro, que se sumaron a las evidencias de asentamientos prehispánicos detectadas: casas habitación, tlecuiles, pisos, canales de piedra y lajas, esculturas, abundante material cerámico y lítico, y un centenar de entierros, en su mayoría de infantes.
Así lo dieron a conocer las arqueólogas María de Jesús Sánchez Vázquez y Georgina Tenango Salgado, de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), al ofrecer un balance de los descubrimientos realizados de octubre de 2008 a agosto de 2012, a lo largo de 24.5 kilómetros de extensión de dicha línea de transporte subterráneo.
Luego del estudio de los materiales y la información obtenida, las especialistas destacaron el hallazgo de los cráneos que formaron parte de un tzompantli, en la zona de transbordo de la estación Ermita, que datan del periodo Posclásico Tardío (1350-1521 d.C.), donde también se encontraron los restos de un empedrado y dos mangos de sahumador que estaban colocados en forma semicircular.
“Los trabajos en gabinete realizados por la bióloga y antropóloga física revelaron que los cráneos pertenecieron a un Tzompantli, el primero de ellos correspondiente a un cánido —que por vez primera se halla en este tipo de altares—, el segundo a un individuo masculino de entre 25 y 35 años, el tercero a una mujer de entre 18 y 22 años que presenta deformación cefálica intencional, y el cuarto a un hombre menor de 35 años”.
Añadieron que los cráneos presentan una perforación a la altura de la sien, lo que indica que pudieron haber sido atravesados con una vara para colocarlos en el tzompantli. Sin embargo, tiempo después fueron retirados de éste y se quedaron únicamente como ofrenda en esa área.
Respecto a la presencia del cánido, María de Jesús Sánchez señala que quizá se deba a que los perros estaban relacionados con los ritos funerarios, para que acompañaran a los difuntos en su camino al inframundo, pero es la primera vez que se tienen referencias del cráneo de uno de estos animales en un tzompantli.
“Sabemos que durante la Conquista algunos cráneos de caballos fueron puestos en este tipo de estructuras, pero no de cánidos. Sin embargo, nos falta más información documental, pues quizá sí hay perros asociados a estos altares en otros lados y no lo sabemos. Y es que son pocos los tzompantlis hallados en la Ciudad de México, hasta ahora sólo tenemos conocimiento de los de Tlatelolco y del Templo Mayor”.
Al referirse a los demás vestigios, las especialistas señalaron que en el intertramo de las estaciones Atlalilco-Mexicaltzingo, hallaron evidencias de asentamientos prehispánicos consistentes en muros de casas habitación, tlecuiles, pisos y apisonados, un canal hecho con piedras y lajas, dos esculturas, lítica, abundante material cerámico del tipo Azteca II y III, y 63 entierros entre los que predominaban infantes depositados en ollas y directo en la tierra, algunos con ofrenda.
También se detectó parte de una construcción de finales del siglo XIX, que consiste en cimientos, muros, un canal hecho con tabique de laja y un drenaje que desemboca en un registro, que quizá pertenecen a la ex hacienda cercana de la que todavía se conserva un pedazo de un muro.
En la estación Mexicaltzingo se registraron más restos de unidades habitacionales, entre ellos muros de piedra, pisos y apisonados, una plataforma, tlecuiles, fragmentos de cerámica doméstica correspondientes al periodo Posclásico Temprano (1150-1350 d.C.), en los que sobresalen los tipos Azteca I y II, malacates de todos tamaños, agujas de hueso, además de 26 entierros preponderantemente de infantes colocados en ollas y en la tierra.
“La participación de diversos especialistas de la Dirección de Salvamento Arqueológico y de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico, han enriquecido la investigación pudiéndose determinar padecimientos de la antigua población de Mexicaltzingo e identificar especies utilizadas tanto en la alimentación como en la industria”.
Por otra parte, en el acceso a la estación Lomas Estrella se hallaron las osamentas de dos individuos adultos, uno en posición flexionada (fetal) que tenía como ofrenda un cajete miniatura en la región abdominal y uno trípode a la altura del cráneo.
El otro individuo estaba en posición sedente flexionado (sentado) y tenía como ofrenda un desfibrador elaborado en basalto, tres canutos de hueso, dos cajetes trípodes, una miniatura de silueta compuesta, restos de cal, así como dos cajetes tipo Azteca III, cuya antigüedad se estima en alrededor de 500 años.
De acuerdo con el análisis de antropología física, se detectó deformación cefálica intencional y en algunas piezas dentales restos de pigmento azul verdoso. En cuanto a los canutos, el estudio de biología identificó que eran restos de guajolote y de ganso, observándose que el corte fue hecho con técnica prehispánica.
Durante estos trabajos de arqueología de salvamento, al interior del panteón de San Lorenzo Tezonco se encontraron las ruinas de una troje y de lo que fue la casa grande de la Hacienda de San Nicolás Tolentino, que se construyó en 1622.
En el intertramo de las estaciones Culhuacán-Atlalilco se registraron 46 metros de largo de un antiguo camino de piedra que pasaba frente al Ex Convento de Culhuacán, restos de un muro muy ancho con piedra de gran tamaño, y la estratigrafía correspondiente a un ojo de agua localizado sobre la avenida Tláhuac.
En la estación Parque de los Venados se registró un entierro de adulto que tenía como ofrenda una jarra con círculos incisos, un silbato rojo zoomorfo, dos navajillas de obsidiana verde y un cajete pequeño con soporte de pedestal, del periodo Posclásico Tardío.
En la estación Mixcoac se recuperó escaso material arqueológico en el que predomina la cerámica del periodo Epiclásico (650-900 d.C.), fases Coyotlatelco y Mazapa, así como evidencias del cauce de un antiguo río. Durante la vigilancia efectuada para colocar tuberías de agua potable, en Patriotismo, casi esquina con Donatelo, se halló parte del esqueleto de un individuo adulto que tenía como ofrenda una vasija del tipo Mazapa.
Las arqueólogas señalaron que en fechas recientes se les comunicó sobre el proyecto de ampliación del eje del trazo de la Línea 12 del Metro hacia el norponiente, para agregar tres estaciones y hacer correspondencia con la estación Observatorio de la Línea 1.
“Ya entregamos la propuesta de trabajo a la Dirección de Salvamento Arqueológico, para que a su vez la envíe al Consejo de Arqueología del INAH. De acuerdo con las obras previas en el Distribuidor Vial de San Antonio y cerca de Tacubaya, parece ser que hubo asentamientos del periodo Clásico (100 al 750 d.C.) que es importante investigar. Es de resaltar que los ingenieros han aprendido a entender nuestro quehacer laborando en un ambiente de cooperación y respeto”, finalizaron.
FOTO: Los cra?neos datan del periodo Poscla?sico Tardi?o (1350-1521 d.C.). Foto DSA-INAH.