Durante los meses de julio y agosto puede visitarse en la segunda planta de la Casa Municipal de Cultura de Llanes la exposición “Cándido García (1869-1925), fotógrafo de un tiempo y de un lugar”. La muestra ha sido organizada por el Ayuntamiento de Llanes en colaboración con Cajastur y el semanario “El Oriente de Asturias”.
Cándido García nació en La Cistiérnaga (Valladolid) en 1869 y es probablemente el nombre más importante en la nómina de los fotógrafos que han poblado la historia de Llanes. Se le considera llanisco a todos los efectos, pues se estableció en la villa llanisca en su juventud y en ella desarrolló toda su carrera profesional.
Su padre, Macario García fue uno de los pioneros de la fotografía en España y ejerció su oficio sobre todo en Comillas (Cantabria).
Al llegar a Llanes, Cándido García ocupó un piso en la plaza de Santa Ana, en el que instaló su estudio. Luego pasó a la Plaza Mayor (actual plaza de Parres Sobrino) y, sucesivamente, a sendos inmuebles de las calles de Nemesio Sobrino y Egidio Gavito. Contrajo matrimonio con Pepina González, una joven de la localidad llanisca de Pancar, de cuya unión nacieron siete hijos.
En el sorteo de la lotería nacional de Navidad de 1912 le correspondió a Cándido el primer premio, y con su importe adquirió en la Alemania del Káiser Guillermo II, contra reembolso, una moderna y cara cámara fotográfica, de la que había muy pocas unidades en España. Exquisito en los detalles y profesional hasta la médula, Cándido disponía en su estudio de una gran variedad de decorados que daban a sus trabajos fotográficos una riqueza expresiva poco vista hasta entonces.
Conocido y apreciado en toda la comarca, no fue sólo el fotógrafo de varias generaciones sino que nos legó las más valiosas y auténticas muestras del arte de la imagen, incorporadas hoy al acerbo cultural y sentimental de la villa y concejo de Llanes. Paisajes, efemérides, retratos, romerías y fotos familiares (muchas de ellas encargadas por los indianos) componen una producción realmente ingente.
Estamos ante un artista que supo ver con mirada profunda no sólo las anécdotas interesantes de la vida cotidiana, sino también la Naturaleza en su plenitud y la sustancia de los momentos relevantes. Todo eso lo transmitió a la posteridad como vivos documentos de la época y del lugar que le tocó vivir.
Falleció en la vivienda que ocupaba en la calle de Egidio Gavito, frente al parque de Posada Herrera, en 1925.
Su hija, María Luisa García fue otro personaje singular y estimado. Había tomado el relevo del negocio paterno y ejerció la fotografía durante cinco años (fue la única mujer fotógrafo profesional de la que se tiene noticia en Asturias en los años 20). En 1930, tras casarse con un Emilio Ferrer, un viajante catalán, María Luisa se establecería con su marido en Barcelona y abandonaría el oficio heredado de su padre.