La Pola.-Dámaso Bances Álvarez, Ingeniero, ex subdirector de Gestión del Huca, ex presidente de la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria y ex Presidente del Real Oviedo, pregonó este jueves la Fiesta Gastronómica de la Navidad en el Hotel Loriga, dentro del ciclo anual de jornadas organizadas por Gustavo Izquierdo. Bances dedicó el inicio de su pregón al Real Oviedo
EL PREGÓN
Aún me estoy preguntado quien pudo inducir a nuestro amigo Gustavo para que me invitara a dar una charla en esta tertulia y precisamente en Navidad.
A mi que solo me dejaron hablar en Congresos sobre Ingeniería Hospitalaria y sobre el Real Oviedo, en el que no me invitaban a hablar sino que me obligaban a ello en espantosas ruedas de prensa y terroríficas Asambleas Generales.
Las primeras ya las daba como Einstein, cuando en un principio explicaba su famosa teoría de la Relatividad, evidentemente sin atisbo de comparación ni en el contenido ni en la exposición, pero sin en cuanto a la repetición de los temas. A este respecto circula la famosa anécdota que cuenta que estando Einstein tan cansado de dar las misma conferencia, su chofer le quiso dispensar de ella y puesto que ya la conocía de memoria de tanto escucharla se ofreció para pronunciarla él, sentándose el sabio entre el auditorio. Así se realizó y cuando el conferenciante terminó la exposición, uno de los espectadores le formuló una pregunta a la cual aquel le respondió: la respuesta es tan obvia, que la va a responder mi chofer”
De mi paso por el Real Oviedo solo me queda el agradable recuerdo de haberme embarcado en aquella singladura con varios de mis amigos de siempre que formábamos un grupo de buena gente. Genéricamente digo buena gente por extensión de “buenos chicos”, “buenos chavales” o “buenos muchachos”.
Las expresiones populares del asturiano son tan ricas que hay veces que no sabemos cual de ellas utilizar para acabar diciendo los mismo. Lo voy a tratar de explicar:
En el mundo laboral, cuando se pregunta por alguna persona a la que se quiere promocionar y te contestan que su único mérito es que es un “buen chico”, no hace falta escuchar más para no promocionarlo.
En el mundo familiar, en el que muchas familias sufren en su seno algún hijo que es un tarambana, que no dio jamás un “palo al agua”; sus padres lo disculpan diciendo “pero es un buen chaval”.
En el mundo político, cuando se pregunta por algún personaje para su potencial inclusión en alguna lista electoral, y te contestan que es un “buen muchacho” ya sabes que solo sirve para buzonear propaganda.
Pues bien, con estas capacidades y con la “incomparable ayuda” prestada por algunos miembros de las famosas peñas, que se dicen dueños del Real Oviedo, cuando su aportación económica anual no llega al 20% del capítulo de ingresos y su aportación accionarial alcanza el 10% del capital social, no hace falta decir cual fue el resultado.
De todas formas, sin que suene a disculpa, la gestión de una Sociedad Anónima Deportiva, como ocurre con nuestro querido Real Oviedo, que además se encuentra inmerso en un Procedimiento Concursal, es, junto con la gestión de Organizaciones Sanitarias al servicio de los ciudadanos, en las que estos quieren, lógicamente, disfrutar de todos los tratamientos y técnicas, sin importarles el coste, lo más difícil de gestionar. En las Sociedades Anónimas Deportivas conviven, en terrible dicotomía, los resultados económicos y los deportivos aderezados con los sentimientos. Estos últimos son imposibles de gestionar.
Si al final de esta modesta intervención, algún tertuliano quisiera realizar alguna pregunta al respecto, se la podrá responder cualquier “buen muchacho” que me acompañó en esta etapa y que están esperando como agua de mayo, la conclusión de la charla para lanzarse sobre este estupendo menú que el Restaurante Lóriga nos ha preparado.
Pero centrémonos en el tema que nos debe ocupar y a la vista del espléndido menú que hoy se nos ofrece, no puedo dejar de acordarme de las cenas de Nochebuena que en mi niñez disfruté en casa de mi abuela paterna y que invariablemente constaba de:
· Entremeses de Camilo de Blas.
· Sopa de Almendras.
· Pastelillos de hojaldre de la Confitería Asturias, que se rellenaban por alguna de mis tías.
· Pavo.
· Dulces y turrones.
Este banquete que se liquidaba en menos de dos horas tardaba en elaborarse días y algunos de los platos semanas, como por ejemplo el pavo. Este animal llegaba a casa de mi abuela vivo, al menos con un mes de antelación. Durante el período que transcurría hasta su introducción en el horno, el animal de cerca de 12 Kg, era alimentado por mi tía Consejo con nueces enteras y harina de maíz amasada con abundante coñac, o sea que el coñac no se le adicionaba en el asado sino que el pavo lo llevaba puesto.
Por otro lado la borrachera que alcanzaba el animal facilitaba su sacrificio, sin necesidad de recurrir a la Guardia Civil. Como veréis el pavo no llegaba como los pavo o pollos con los que soñaba Carpanta, y que el dibujante, creo que era Escobar, nos lo representaba pelado, sin cabeza y con los muslos amenazantes a la humanidad.
Hablando de pollos y de muslos, me viene a la memoria las comidas en casa de mis padres ya que cuando había para comer pollo, previamente a su trinchado, mi madre nos preguntaba a los comensales, normalmente mi padre y mis hermanos, que parte del pollo preferíamos. Casi todos optábamos por los muslos y todos teníamos en nuestro plato muslo. Nunca supe como lo conseguía mi madre. Creo que como era una gran creyente había conseguido de Jesús la fórmula que empleó en la multiplicación de los panes y los peces. Por si acaso nunca le pregunté por si mi curiosidad era castigada como a la mujer de Lot. No convertido en estatua de sal, pero sí sin muslo.
La sopa de almendras llevaba una laboriosa elaboración: en primer lugar se tostaban en una sartén. A continuación se molían en un molinillo de café y se remataba el molido a mano, afinando el grano mediante el rodar de una botella.
La comida de Navidad sufría leves modificaciones a saber: la sopa de almendras se sustituía por sopa de menudos y el pavo se sustituía por rosbif.
La comida de Año Nuevo el plato de carne era inexcusablemente lechazo al horno.
Con ser espléndidas estas comidas, lo más agradable era que a todos nos embargaba un auténtico espíritu navideño.
La gente se deseaba Felices Pascuas desde la Purísima hasta Reyes.
Por cierto, hablando del “espíritu navideño” no estará de más algunas reflexiones sobre tan manido concepto:
Para una gran mayoría, creyentes y no creyentes, estos próximos días se consideran un canto al consumismo y a la hipocresía pero mientras haya personas con ganas de desear Paz, Amor y Felicidad al resto de la Humanidad, merece la pena vivirlas.
Insistiendo sobre este concepto, muchos sociólogos cristianos lo identifican con el período del año en el que no tenemos vergüenza o miedo a exteriorizar nuestros buenos sentimiento que todos llevamos dentro y que durante el resto del año los tenemos secuestrados en el interior de nuestra personalidad.
Después de estas reflexiones y recuerdos y amparándome en el Espíritu Navideño y a la brutal crisis que padecemos, yo me atrevería a pedir a los tertulianos lo siguiente:
Si una de las cuatro comidas principales que conforman los menús navideños, la transformamos en un menú normal, como correspondería al de cualquier día del año , obtendríamos un diferencial económico que cada uno podríamos destinar a que una de las muchas familias que en estas fechas no podrán cenar en Nochebuena, lo puedan hacer dignamente.
Estoy seguro que esta petición es una obviedad y que cada uno de nosotros ya lo había decidido.
Quiero daros las gracias por vuestra paciencia y tolerancia, como corresponde a buenos tertulianos y desearos a todos de corazón FELIZ NAVIDAD.