No han pasado ni tres horas desde mi anterior comentario cuando me llega la triste noticia del fallecimiento del empresario José Cosmen Adelaida ocurrida en el Centro Médico donde había sido internado ayer, sábado. Con Pepe Cosmen se va un trozo importante de la historia contemporánea del Principado si bien el imperio empresarial y societario que levantó a lo largo de su vida queda garantizado en manos de sus hijos, participes en el mismo desde hace años.
Pepe Cosmen fue para mi un buen amigo desde la década de los 60 en que le conocí en un acto en el hotel Principado. Me lo presentó aquel día uno de los que fue colaborador de confianza, Fernando Zuazua, y a lo largo de la vida mantuvimos el contacto de amistad en una relación en la que Asturias, los medios de comunicación y amigos comunes, como el doctor Eduardo González “Macano” o mi colega José Vélez, desgraciadamente también fallecidos, eran el centro de nuestras reuniones que se desarrollaron en distintos escenarios, desde su propia casa natal en Leitariegos hasta su apreciada ciudad de Gijón.
Para mi al escuchar a Pepe Cosmen era saber que lo que decía no debía de caerme nunca en saco roto, que su experiencia, unida a una acertada intuición sobre el género humano y su capacidad de trabajo, debían de ser, salvadas las distancias, siempre un ejemplo y una inspiración para el modesto plumilla que he sido a lo largo de practicar durante 45 años, y siempre desde Oviedo, el oficio de periodista. Aún recuerdo una tertulia que tuvimos hace ya años en Casa El Chato en la que creo estaban también Juan de Lillo, el citado José Vélez, José María Fernández del Viso, Javier Batalla, Evaristo Arce y José María Fernández Ladreda, en la que nos contó como y cuando vio claro la potencialidad del mercado chino, adelantándose a muchos otros empresarios, incluso a gobiernos, en su apuesta por introducirse en él y comenzar a servir en una país con más de 1.200 millones de personas. Iba de viaje en un vuelo trasatlántico y estando medio adormilado le dio por ojear una revista de la aerolínea en la que se publicaba un amplio y detallado reportaje de un periodista norteamericano que había viajado durante tres meses por China valorando las enormes posibilidades para occidente de su mercado. En ese momento, Pepe Cosmen decidió que tenía que ir allí y desembarcar en el mismo con su dinamismo emprendedor, como así fue.
No me siento exagerado si en estas apresuradas líneas que me provoca la noticia de su muerte comparo a Pepe Cosmen con un moderno Marco Polo para quien, siempre bajo el prisma empresarial, el mundo no tuvo fronteras. ¿Cuantas veces habrá dado la vuelta al planeta?. ¿Cuantos países visitó?. Persona ordenada y eficaz, con una curiosidad innata por todo lo novedoso como pocas conocí, lo mismo te llamaba en pleno vuelo sobre el polo norte para felicitarte el cumpleaños que estando en Tailandia se interesaba por un compañero de la tertulia del Club de Tenis que se había puesto enfermo. Desde luego que su vida, marcada por el éxito, no fue sin embargo un camino de rosas, pero si es digna de admiración. Que gran libro está por escribir sobre su figura. Un asturiano universal, un Marco Polo moderno, al que solo el inexorable paso del tiempo ha logrado tumbarle.
A su esposa María Victoria Menéndez-Castañedo y a sus hijos, mi más sentido pésame. Aunque todos somos necesarios y nadie es imprescindible, le echaremos siempre de menos. Descanse en paz.
FOTO: José Cosmen con José Vélez, también fallecido.