La violencia continúa afectando a millones de mujeres en todo el mundo, sin distingo de cultura, región o país. El problema sigue siendo prioritario para todos los países, ya que pese a los esfuerzos realizados, las cifras siguen aumentando.
La violencia contra la mujer debe ser comprendida incorporando las dimensiones de origen étnico/racial, nivel socio económico, edad, orientación sexual, identidad de género, discapacidad y religión, entre otros factores relevantes. Es necesario visibilizar también la situación de grupos que son especialmente vulnerables, como las mujeres migrantes, indígenas, afrodescendientes, lesbianas, transgénero, adolescentes y niñas.
La violencia contra las mujeres limita la participación activa de la mujer en el desarrollo, y se considera un grave obstáculo para el logro de todos los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). En América Latina y el Caribe, estos esfuerzos se han complementado con la adopción en 1994 de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, también llamada Convención de Belém do Pará, firmada y ratificada por todos los países de la región. Belém do Pará es la única convención de su índole en el mundo, ya que busca establecer un marco normativo para enfrentar la violencia de género que sea válido tanto a nivel internacional como regional.
En febrero de 2008, el Secretario General (SG) de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, lanzó la campaña global “Unidos para Poner Fin a la Violencia contra las Mujeres”, en respuesta a un consenso internacional propicio para eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas. La campaña hace un llamado a los gobiernos, a la sociedad civil, al sector privado, a los medios de comunicación y al propio Sistema de Naciones Unidas para trabajar de manera conjunta en la prevención y eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas.
En América Latina y el Caribe, el 29,8% de las mujeres han sido víctimas de violencia física y/o sexual por parte de su pareja, y el 10,7% ha sufrido violencia sexual por alguien fuera de la pareja. En este marco, surge la iniciativa “El Valiente no es Violento”, impulsada por las agencias de Naciones Unidas. “El Valiente no es Violento” es un llamado las personas jóvenes a ser valientes, realizando actos extraordinarios y, al mismo tiempo, sencillos y cotidianos, como romper los estereotipos que provoca la violencia. Y por otro, se busca que, los hombres jóvenes especialmente, piensen en el significado de ser valiente y den un nuevo sentido a su propia masculinidad generando acciones positivas contra la violencia que se ejerce contra las mujeres y las niñas, ofrecién