Por Eva Rodríguez.-Con más de 30 años de experiencia en la ecología marina, el cambio climático y la investigación, Jorge Luis Valdés Santurio es ahora jefe de la Sección de Ciencias Oceánicas de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO. Además, fue director del Centro Oceanográfico de Gijón. Ha participado en una sesión científica durante la cumbre del clima de Varsovia (Polonia).
¿Qué tiene el mar que lo hace fundamental para la vida?
Al principio de la vida prácticamente todo el oxígeno venía del plancton del océano. Ahora mismo, la mitad del oxígeno que respiras está producido mediante la fotosíntesis por organismos marinos, fitoplancton y vegetales. La otra mitad viene de los bosques y de los ecosistemas vegetales terrestres. Cada vez que respires piensa que la mitad de tu oxígeno viene del mar.
Debería servir para reflexionar, pero ¿de qué manera se defienden las políticas climáticas del océano ante los gobiernos?
Tenemos que prestar tanta atención al océano como a la tierra al trabajar por un mundo más sostenible. No solo por la producción de oxígeno, hay que garantizar que estos ecosistemas nos sigan facilitando comida, depuración de contaminantes, etc. Si pudiéramos estimar cuánto cuesta el oxígeno, depurar el agua y producir biomasa, sabríamos ponerle un valor al mar. Eso lo entienden mucho mejor los políticos, a quienes muchas veces les mueve más el asunto económico.
“Si pudiéramos estimar cuánto cuesta producir el oxígeno, depurar el agua y producir biomasa, sabríamos ponerle un valor al mar”
¿Por qué a pesar de que la acidificación del mar es tan preocupante está poco presente en la agenda política de cumbres del clima como esta de Varsovia?
Empezamos a identificar la acidificación del océano como un problema serio a principios del año 2000. Pusimos las bases químicas, analizamos los efectos en organismos y en ecosistemas y, por último, el impacto en los humanos. Poco a poco hemos ido convenciendo, tanto a las Organizaciones de las Naciones Unidas, como a los responsables de decisiones políticas, que la acidificación del océano es un tema que hay que tratar y que tiene que formar parte de su agenda de negociaciones. Introducirlo en la agenda política nos ha llevado unos años. Ya nos empiezan a escuchar.
¿Qué grupos de científicos tienen en la UNESCO para estos trabajos?
Tenemos un departamento de ciencias que cubre diversos ámbitos. Por ejemplo, el famoso programa sobre el Hombre y la Biosfera, y la comisión oceanográfica intergubernamental. Tratamos solo temas novedosos en ciencia, nos fijamos en la vanguardia de los problemas, por eso empezamos a trabajar en acidificación del océano, al igual que lo hicimos con el estudio de los plásticos. Nuestro trabajo es convencer a los tomadores de decisiones y que den fondos para investigar nuevos problemas.
¿A qué países afecta más la acidificación del mar?
Es muy complicado determinarlo. La acidificación comprometerá más a las zonas próximas a los polos, donde hay afloramiento de agua. Sus efectos, puesto que afecta a las poblaciones de seres vivos como moluscos y corales, tendrán repercusiones económicas más acusadas en países en desarrollo, porque son más dependientes de este tipo de recursos marinos que regiones como Europa y EE UU.
“Introducir la acidificación en la agenda política nos ha llevado unos años. Ya nos empiezan a escuchar”
¿Y en la zona del Mediterráneo?
El Mediterráneo se va a ver afectado igual que el resto del mundo. La acidificación es un problema global, y el Mediterráneo es un mar cerrado alrededor del cual viven cuatrocientos millones de personas con distintos niveles de buenas prácticas. No creo que esté en una situación especialmente negativa frente al resto de los océanos, pero habría que ver cómo se relacionan con el mar los países.
¿Cómo proponen mitigar sus efectos?
Hay que reducir las emisiones de CO2, porque es lo único con efecto a largo plazo. Ahora bien, siempre se puede intentar que el ecosistema vuelva a un estado inicial, si no se le llega a estresar demasiado. Nosotros promovemos, por ejemplo, que se creen reservas marinas y áreas protegidas donde se mantenga la biodiversidad necesaria para una futura recuperación. También estamos intentando convencer a los gobiernos de que hay que mitigar otros factores de estrés, como la polución orgánica y la entrada de nutrientes al océano. Lo que queremos es que el número de estresores en los océanos sea el mínimo posible.