AMR/DICYT Los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, en Burgos, son principalmente conocidos por haber proporcionado numerosas evidencias de la presencia de varias especies de homínidos a lo largo de los últimos 1'2 millones de años en la Península Ibérica, pero a su vez son extremadamente ricos en fauna: mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces... En este contexto ahora se ha dado a conocer un conjunto de fósiles de reptiles y anfibios que, con una antigüedad de 300.000 años, representa hasta la fecha la mayor diversidad de este tipo de fauna encontrada en un nivel de los yacimientos de la sierra de Atapuerca; concretamente se ha localizado en los niveles superiores de la Sima del Elefante (TE18 y TE19). Así se recoge en un artículo publicado en la revista Geobios, cuyo autor principal es Hugues-Alexandre Blain, investigador del Iphes y del Área de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona.
En su totalidad se ha podido confirmar la presencia en base a los restos óseos fósiles de 784 elementos correspondientes como mínimo a 77 especímenes distribuidos entre 18 taxones, entre ellos una salamandra, un tritón, ocho ranas y sapos, una tortuga terrestre, tres lagartos y cuatro serpientes, obtenidos todos ellos durante las excavaciones realizadas del 2001 al 2004, informó el Iphes, según recoge DiCYT.
Un paisaje mediterráneo
“En su conjunto esta asociación representa hasta la fecha la mayor diversidad encontrada en un nivel de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca”, asegura Hugues-Alexandre Blain. Esto corresponde al 64% de las especies que viven actualmente en los alrededores de esta sierra: el 81% de los anfibios y el 47% de los reptiles.
Cabe destacar que, por primera vez, varios taxones han sido documentados como fósiles en la Sierra de Atapuerca como el tritón palmeado (Lissotriton helveticus), un sapo pintojo (Discoglossus sp.) y una lagartija del genero Podarcis. “En el caso del tritón palmeado estos fósiles corresponderían a la mención más antigua para esta especie en la Península Ibérica”, puntualiza el investigador del Iphes. “Con la excepción de las tortugas, todas las especies representadas están actualmente presentes en la provincia de Burgos, y por lo tanto se confirma que la herpetofauna tenía ya un aspecto muy moderno hace 300.000 años”, añade.
Esta asociación de anfibios y reptiles sugiere un clima un poco más cálido que el actual, “pero comparado con los otros yacimientos de la Sierra de Atapuerca correspondería a un periodo más seco”, indica Hugues-Alexandre Blain. El paisaje asociado era probablemente compuesto por un bosque-galería alrededor de un curso de agua tranquilo, dentro de un ambiente mediterráneo alternando lateralmente entre unas zonas de praderas secas, de espacios rocosos o pedregosos y de matorrales abierto.
Cribar y lavar
El estudio de los microvertebrados es posible gracias al trabajo de un grupo de paleontólogos del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA), dentro del cual hay miembros del Iphes y de la URV, que se dedica cada verano a cribar y lavar con agua el sedimento extraído por los arqueólogos con el fin de encontrar los pequeños huesos de animales diminutos como lo son, por ejemplo, los ratones, las musarañas, los sapos y las serpientes.
La transformación del paisaje en espacios más abiertos en Atapuerca favoreció la expansión de los homínidos | |
Hace entre 800.000 y 600.000 años, es decir, en la transición del Pleistoceno inferior al medio, se produjeron una serie de cambios climáticos importantes que alteraron el paisaje. Concretamente, la fluctuación entre períodos cálidos y húmedos con otros más fríos y secos provocaron que el paisaje se transformará en espacios más abiertos, en detrimento de las zonas boscosas, que favorecieron a la vez la expansión de los homínidos, concretamente de la especie Homo heidelbergenis.
De esta manera se explica en un reciente estudio publicado en Journal of Human Evolution. El trabajo ayuda a entender el impacto quelos cambios climáticos pueden tener en la humanidad y puede ayudar a prever futuros escenarios. Esta investigación se basa en el análisis de restos de microfauna hallados durante varias campañas de excavación en el yacimiento de Gran Dolina, en Atapuerca, con un total de 12.359 fragmentos de huesos distribuidos en 49 taxones, entre ellos anfibios, reptiles, insectívoros, quirópteros y roedores. "Se ha constatado que hace 800.000 años, cuando vivía Homo antecessor, el entorno era más boscoso, y se supo adaptar, mientras que en la época de Homo heidelbergenis los espacios eran más abiertos, había menos diversidad y aprovecharon la reducción de los bosques para expansionarse y conocer otros espacios”, comenta Juan Manuel López García |