Ana Rodríguez (@AnaRodriguez_24) - AM Madrid // Casi seis años de crisis dan para mucho. La actual recesión económica ha traído consigo un sinfín de malas noticias que han arrasado con aquellas buenas expectativas de las que España presumía a finales del 2007. Desde entonces y si lo comparamos con los datos registrados este último año, podemos observar que tanto las cuentas como la calidad de vida de los españoles se han deteriorado a un nivel inimaginable. Nuestro país entró en recesión en el cuarto trimestre de 2008 y desde entonces la crisis no ha hecho otra cosa más que atacar a los colectivos más vulnerables arrebatándoles lo que para nosotros es más que un derecho.
Lo que comenzó siendo un simple problema de números se ha ido extendiendo poco a poco a todos los ámbitos de la sociedad; no han podido escapar de ella la sanidad ni la educación. A pesar de que muchos de los países afectados por este problema comienzan a mostrar signos de recuperación, en los últimos meses hemos sido testigos de la bancarrota de entidades financieras, aseguradoras y de crecientes tasas de desempleo.
Los recortes que llevamos a cuestas en los últimos años están afectando directamente a los gastos sociales que conforman lo que solíamos llamar Estado de bienestar. La pobreza, el paro y la pérdida de nivel socioeconómico se relacionan con un peor estado de salud. Además, a escala individual o familiar, la necesidad de gastar menos dinero da lugar a que mucha gente decida no optar por la mejora de su salud. Pero esto no es lo único preocupante ¿qué será del futuro de nuestro país si en la actualidad solo unos pocos pueden gozar del derecho a estudiar?
Por una vez todo esto parece cambiar y es que el presupuesto destinado a la Educación por el Gobierno central tendrá en 2014 un pequeño respiro después de tres años de bajadas. Serán 2.150 millones de euros, un 10% que en 2013, pero aún muy lejos del dinero que destinaba en 2010. Además la solidaridad es imprescindible para sobrevivir en estas épocas y por ello el ministro de Educación ha mostrado su compromiso por fomentar la “mochila digital”, a través del programa “Punto Neutro”, con el que espera poder reducir en torno a un 75 % el gasto familiar en libros escolares gracias a la apuesta por las nuevas tecnologías.
Por ahora no nos queda otra cosa que creer que la crisis no es más que una transformación. El problema de las recesiones económicas es que no sabemos adónde nos conduce ese cambio. Conocemos el punto de partida, sabemos que no funciona y la incertidumbre de cómo será el futuro nos preocupa. Pero aunque todo parezca imposible hay que ser optimista y pensar que la situación final será mejor que la de partida.