Oviedo.-Entre los amigos --muchos, como hoy recordó Iglesias Caunedo-- del doctor Eduardo González Fernández, 'Macano' era común el dicho "te mereces una calle, al ilustre galeno....". Pues ya está. El alcalde de Oviedo acompañó hoy a la viuda, la doctora Palacios, sus hijos Eduardo y Santiago y los hermanos de Eduardo en una ceremonia sencilla y sentida en la que un centenar de amigos del fallecido dieron nuevamente muestras de su cariño a la familia y al ya ido, que como se señaló, muchos aún les parece poder encontrárselo en cualquier momento por alguna de las clales y plazas de sus varios itinerarios diarios, "un tormento", como señaló si hijo al expresar el agradecimiento de la familia a Oviedo y a los ovetenses, "porque caminar con él una calle podía llevar 20 minutos, tantísima era la gente que lo paraba".
Concejales del equipo de Gobierno y de la oposición, el diputado Álvarez Sostres, el patriarca de la familia Cosmen, empresarios, profesionales, deportistas, médicos, el presidente del Colegio, Braña, entre ellos, los integrantes de su peña de La Goleta, 'El Urogallo' y así hasta más de cien personas quienes tras el descubrimiento de la placa, justo ante la entrada del nuevo Hospital General, pudieron escuchar los acordes de chelo que interpretaron ·El coro de los esclavos, de Nabuco, una de las piezas preferidas de Macano, también en vida experto melómano.
Iglesias Caunedo agradeció a todos los asistentes "la asistencia a este acto, por sumarse a la denominación de una nueva calle de Oviedo que desde hoy llevará el nombre de Eduardo González Fernández, incluido también el sobrenombre de ‘Macano' por el que se le conocía, como pidieron los solicitantes al Ayuntamiento. Este es el homenaje de la ciudad al conocido cardiólogo que siempre tuvo a Oviedo en el corazón y se produce poco después de cumplirse un año de su fallecimiento. Entonces, en los muchos artículos y reseñas que se publicaron recordándole, leí frases en las que una y otra vez se repetía, con sentimiento, una definición, un concepto, que, para mi, resumió magistralmente el Dr. Cofiño: Líder de sus amigos".
Eduardo González, aseguró el Alcalde, "era, y sigue siendo, recordado por la extensa y profunda red de amistades que había establecido y cultivado durante su vida, que acabó demasiado pronto. Y en un mundo como este en el que nos afanamos, seguramente no hay nada tan poco evaluable y, al mismo tiempo, tan valioso como los amigos". En opinión de Iglesias Caunedo, "estoy seguro de que muchos de esos amigos le seguirán echando de menos en las tertulias que frecuentaba; a la salida del Campoamor en la temporada de ópera; en el Club de Tenis, que presidió, colaborando siempre en cuanto podía; o en la consulta a donde tantos acudieron buscando remedio sanitario o consejo humano. Esta calle es uno de los accesos al nuevo Hospital Universitario Central de Asturias, el HUCA, que esperamos empiece pronto a funcionar. Un Hospital que nace rodeado de viales con nombres, en muchos casos, de médicos. Como es el caso de Eduardo González que atendió a cientos, a miles de ovetenses y de asturianos en el Centro de La Lila ("el ambulatorio") y en su consulta privada".
Me gustaría pensar, añadió el Alcalde, "que además de dar nombre a las calles, el espíritu de los médicos que las denominan también rodean al Hospital y le insuflan lo mejor de su espíritu. Como ovetense y como Alcalde me enorgullece pensar en todos esos vecinos que dedican una buena parte de su tiempo y de su energía vital a participar en proyectos con trascendencia ciudadana y a compartir y debatir, con entusiasmo y generosidad, sus opiniones sobre cualquier hecho de nuestro acontecer".
Palabras de Santiago González Palacio en nombre de la familia
Queremos agradecer sinceramente a toda la ciudad de Oviedo el cariño mostrado hacia nuestra familia, siempre y especialmente en este último año.
También, agradecer la iniciativa popular llevada a cabo para homenajear a mi padre con esta distinción, y cómo no, al Ayuntamiento (Señor alcalde y señores concejales) por sumarse a ella.
En mi vida he conocido a pocas personas más enamoradas de Oviedo que mi padre. Era un defensor a ultranza de la calidad de vida de nuestra ciudad. Disfrutaba cada minuto que paseaba por sus calles. De casa a la consulta, de la consulta al ambulatorio y después a la tertulia de La Goleta. Esa era la rutina con la que llenaba sus días, y la que le entusiasmaba.
Todavía, a día de hoy, parece que te lo vas a encontrar al dar la vuelta a cualquier esquina, o saliendo por la puerta del Club de Tenis. Qué injusta es la vida a veces, pensamos quienes le conocíamos bien.
Recuerdo momentos felices con mi padre por las calles de Vetusta. Bajar con él de la Plaza de América a la Calle Uría se convertía en un suplicio para el acompañante, pues el número de personas con las que se paraba nunca bajaba de la veintena. Después de despedirse de uno de tantos conocidos, solía decir: “Me doy cuenta de lo viejo que soy por la cantidad de gente que conozco”.
El otro día me decía un amigo que cuando se va tu padre pierdes un refugio. Es un sentimiento de vacío indescriptible, que sólo merma sentir el calor de la gente, como mi familia y yo lo hemos sentido.
De verdad, son innumerables, todavía a día de hoy, las muestras de cariño de todos los amigos que tenemos y que nos quieren. Ovetenses, amigos, … Os agradeceremos eternamente y de corazón el cariño con el que habéis tratado a mi padre y a toda su familia.
Muchas gracias.