Ana Rodríguez (@AnaRodriguez_24) - Redacción AM Madrid // Bruselas amenaza con sancionar a París si expulsa a los gitanos. La extrema derecha provoca el antisemitismo y el racismo en Hungría. Por su parte, en Grecia los vínculos entre la policía y el partido Aurora Dorada se complican tras el asesinato de un joven rapero y en nuestro país, España la corrupción inunda todas las instituciones hasta llegar a un punto inimaginable. Europa es diferente y todas las interpretaciones coinciden: la extrema derecha se ha afianzado en nuestro continente a lo largo de esta última década; lo que comenzó siendo una sorpresa en el año 2000 con la entrada de Jörg Haider en el Gobierno austriaco se ha convertido en costumbre. Los hechos nos lo demuestran y es que más de la mitad de los 27 países que conforman la Unión Europea, tienen desde entonces eurodiputados que han sido elegidos por partidos ultranacionalistas, populistas, racistas y eurófobos. En algunos estados como Dinamarca, Hungría, Finlandia, Holanda o Austria, este tipo de formaciones son la tercera fuerza más votada en el Parlamento. Y en otros como Grecia o Suecia gozan de gran éxito.
Es cierto que una de las causas que ha hecho que hayamos llegado hasta este punto es el descontento provocado por la crisis económica. Sin embargo, no es la principal causa de este fenómeno. La crisis y la austeridad son tan solo los factores que han hecho que esta gran burbuja estalle. Y gracias a que no es el único elemento podemos observar grandes diferencias de fondo y forma entre los partidos ultras del norte de Europa que se han renovado por completo y los tradicionales del Este.
Tras analizar lo ocurrido en Grecia y en Hungría a lo largo de estos últimos meses se puede observar como la ultraderecha sigue siendo más que tradicional. A pesar de que sus líderes nieguen el Holocausto, no renuncian a la violencia y es que la mayoría de estos partidos tienen relaciones con grupos conflictivos como la conocida Guardia Húngara, encargada de castigar a determinados colectivos como los inmigrantes, los judíos o los gitanos. Algo similar a lo que está ocurriendo a día de hoy en Francia. En el caso del país heleno, la crisis si ha sido un factor decisivo para el desarrollo de la ultraderecha.
Por su parte, a pesar de que Austria sea caracterizado por ser uno de los estados con una de las tasas de desempleo más bajas de la UE, es uno de los países que más presencia de partidos de ultraderecha tienen en su Parlamento y es que los dos partidos de dicha ideología sumaron más del 28 % de los sufragios en las últimas elecciones. Mientras tanto, países como España, Grecia, Portugal e Irlanda donde la crisis ha jugado una mala pasada no poseen ningún partido ultraderechista fuerte, excepto Grecia. En definitiva, Europa vive episodios cada vez más complicados de los que se puede sacar una única conclusión: la democracia europea no está viviendo su mejor momento.