Diferentes partidos presentan propuestas abiertamente en contra de los extranjeros.
El mayor de ellos, el NPD, con representación parlamentaria en dos Estados, trata de señalar a los refugiados como los causantes de los problemas germano
Resulta sorprendente encontrarte con este tipo de mensajes en un país donde la apología de posturas de extrema derecha está completamente repudiada. “Mi familia no se puede imaginar que existe algo así… Para ellos, los alemanes, los europeos en general, son personas muy abiertas y pacíficas. Tengo que reconocer que yo tampoco me esperaba eso hasta que no llegué aquí y lo vi”. Omar Abdel-Moaty es un joven egipcio de 21 años que aterrizó en Alemania en octubre de 2011 para proseguir con sus estudios universitarios de Artes Aplicadas y Diseño de la Comunicación Visual. “Me considero una persona religiosa y bueno, cuando veo que dicen ‘musulmanes fuera’, pues me imagino lo que hicieron a los judíos en tiempos de Hitler; categorizar a la gente según su religión es asqueroso”.
Tres de los 34 partidos políticos que participan en los comicios, Pro-Deutschland, Die Republikaner y NPD (Nationaldemokratische Partei Deutschlands, es decir, Partido Nacional-demócrata de Alemania) apoyan este tipo de medidas y basan su estrategia electoral en difundir mensajes en los que se señala con el dedo al diferente. Las tres agrupaciones son menores y, salvo catástrofe, no obtendrán representación en el Bundestag, la cámara baja alemana. No obstante, el NPD ya tiene presencia en la política regional, pues miembros suyos se sientan en los parlamentos de los Länder (Estados federados) de Mecklemburgo-Pomerania Occidental y de Sajonia. Aunque esta no es la única diferencia entre ellos.
“En Alemania, de extrema derecha como tal, solo existe el NPD. El resto son más populistas o nacionalistas, centrados en retroceder hacia una sociedad más tradicional, basándose mucho en la idea de identidad nacional”. El que matiza a través del teléfono es Martin Langebach, periodista especializado en esta temática y coautor del libro ‘Europas radikale rechte’ (La derecha radical europea). “En cambio, el NPD pelea contra el sistema y quiere la expulsión de todos los extranjeros, que aquí solo se queden los alemanes, mientras que los populistas quieren echar solo a algunos; unos a los musulmanes más radicales, otros a todos los musulmanes… Pero sí, todos estos partidos defienden una ideología racista”.
Y hay además un último partido al que muchos ciudadanos están señalando como formación situado en los alrededores de la extrema derecha. Se trata de Alternative für Deutschland, una agrupación de reciente creación, que nació con el único objetivo de desmantelar la eurozona. “Alemania no necesita el euro”, dicen en su programa electoral, “pedimos que Alemania fuerce la decisión de los países de salirse del euro a través de bloquear con su veto los paquetes de ayuda del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE)”. Estas posturas económicas le han hecho ganar un cierto apoyo entre la población, y las encuestas les dan a día de hoy un 4% de apoyo, que les situaría a las puertas del Parlamento, que requiere al menos 5 puntos porcentuales para obtener representación. No obstante, sus posturas en temas de inmigración, como el rechazo a la libre movilidad del espacio Schengen europeo, le ha valido que en sus carteles electorales pintadas del estilo “Nazis raus” (Nazis fuera). Y eso a pesar del esfuerzo de sus líderes por rechazar cualquier tipo de racismo del que defienden otros partidos.
Ese tipo de racismo abierto se pudo ver hace pocos días por las calles de Berlín, en concreto por las del barrio de Hellersdorf, situado a las afueras de la ciudad, en una zona empobrecida oriental. Vecinos, junto a miembros del NPD y Pro-Deutschland, salieron a la calle para protestar por la apertura de una residencia para refugiados procedentes de países como Siria o Afganistán. Las marchas fueron ampliamente contestadas por movimientos de izquierda y antifascistas. Una de las habituales en estas “contrademostraciones”, como las suelen denominar, es la joven alemana de origen turco Elif Eralp. Desde su despacho en la céntrica Friedrichstraße, recuerda que es importante salir siempre a la calle en esos momentos para “demostrar a la sociedad que en Alemania no se puede tolerar ningún comportamiento racista”.
Langebach, por su parte, saca la siguiente conclusión de estos actos: “El NPD trata de aprovechar los asuntos así para radicalizarlos, poner gasolina para que después prenda y así poder decir: ¿Véis? Os avisamos; ahora nosotros somos los únicos que podemos solucionar esto”.
En cambio, cuando hablan con la prensa extranjera y de forma oficial, sus miembros tratan de mostrarse más comedidos. “El NPD no está en contra de los refugiados que necesitan ayuda. Estamos en contra de cómo se origina este fenómeno y de cómo se trata. Si el gobierno federal no quiere que exista este problema debería mantenerse alejado de las guerras de Estados Unidos”. Frank Franz, portavoz del partido neonazi, responde así por correo electrónico, solo en alemán. Para otras preguntas es más directo: “Sí, creemos que hay demasiados extranjeros en Alemania”.
Tras los convulsos años noventa, el apoyo de los movimientos de extrema derecha se ha reducido considerablemente en Alemania. El drama de la ciudad de Rostock de 1992, cuando un grupo neonazi quemó un albergue de refugiados mientras cientos de personas les jaleaban, fue el punto álgido.
Aunque tampoco se puede decir que el país se haya librado de la lacra. En 2011 se descubrió que tres terroristas de extrema derecha habían disfrutado de una impunidad total a lo largo de 14 años, durante los que pusieron bombas, robaron bancos y mataron a 10 personas. Y todo eso mientras, teóricamente, los servicios de inteligencia les estaban vigilando. ¿Fallo de los agentes, problemas de coordinación entre los diferentes Estados o connivencia con los asesinos? Todavía se buscan las respuestas en el que juicio que ese está llevando a cabo en Múnich a la única terrorista que aún vive: Beate Zschäpe
A raíz de este caso, se llevó a cabo el último intento de prohibir el NPD. Y volvió a fracasar. “Es muy difícil demostrar que los miembros del partido atacan de forma violenta los valores de la Constitución”, aclara Langebach. Así pues, todo parece que este partido cumplirá el año que viene 40 años. “Además –añade el periodista-, existen tantos policías infiltrados, que nunca se sabe si lo que está diciendo o proponiendo alguien del NPD es realmente una amenaza o parte de algún agente del Estado”.
Los europeos no son el objetivo
Alemania está experimentando durante los últimos años una afluencia masiva de inmigrantes procedentes de países del sur de Europa. Según cifras oficiales germanas, solo el número de españoles llegados en 2012 se incrementó un 45% respecto al año anterior. 29.910 personas más que se sumaron a las 20.672 de 2011. Aunque las cifras pueden ser engañosas: la OCDE asegura que únicamente uno de cada tres españoles que entra en el país consigue establecerse.
Esta puede ser una razón por la que el mensaje racista no nos apunte ni a nosotros ni al resto de ciudadanos europeos. Aunque no es la única: “La extrema derecha tiene relación con otros movimientos similares en países como España, Grecia o Italia. Si en Alemania les comenzaran a perseguir, podrían tener problemas con ellos. No les interesa”. A esta apreciación del autor de ‘Europas radikale rechte’, se le podría añadir otra.
Y es que también está repuntando la llegada de solicitudes de asilo político. La Oficina Federal de Inmigración y Refugiados (BAMF por sus siglas en alemán) publicaba un informe en el que se mostraba que las peticiones recibidas en los primeros seis meses de este año han sido la más alta desde 1999, y que para finales de año esperan recibir 100.000. La mayoría de ellas son de Siria, Afganistán, Iraq y Chechenia, países en los que es difícil que la extrema derecha alemana tenga conexiones.
Así pues, el odio de las asociaciones racistas se seguirá centrando en las personas que huyen de las condiciones más complicadas. También en los turcos, que son la minoría más importante. Y por extensión a todos los musulmanes, como Omar, quien recuerda el papel clave, como mano de obra, que han tenido los inmigrantes en la prosperidad alemana: “Una vez dices echemos a todos los musulmanes, tú estás diciendo muy bien, destruyamos este país”.