Ciudad del Vaticano (VIS).- El Papa Francisco encontró ayer en la basílica de San Juan de Letrán al clero de la diócesis de Roma, de la que es obispo. En un clima de gran cordialidad y confianza, el Santo Padre pidió a los sacerdotes que le preguntasen lo que quisieran con absoluta libertad y respondió a sus preguntas, afirmando que, ante todo, se sentía sacerdote y que ahora que es Papa le daría miedo sentirse diverso. “Tengo miedo de que, como el diablo es astuto -dijo- ... y te hace sentir que ahora tienes el poder y puedes hacer esto o lo otro... Pero, gracias a Dios, aún no soy así y si alguna vez veis que he perdido esto, por favor, decidmelo y si no me lo podéis decir en privado,hacedlo en público, pero hacedlo: “Oye, ¡conviértete!”. ¿Está claro, no?”.
Francisco habló también del cansancio de los sacerdotes porque su trabajo es duro .”Existe una fatiga del trabajo que todos conocemos; llegamos a la noche cansados de trabajar y pasamos por el Tabernáculo para saludar al Señor, que es algo que hay que hacer siempre ... Cuando un sacerdote está en contacto con su gente, se fatiga, pero duerme bien; en cambio cuando un sacerdote no está en contacto con su gente, se cansa pero duerme mal.. Hay que estar siempre en contacto con la gente, que realmente tiene tantas necesidades, pero son las necesidades de Dios, que requieren un esfuerzo serio”.
Francisco ha propuesto a los curas de Roma la figura del “sacerdote misericordioso”. Un sacerdote debe acordarse siempre de su primer amor, Jesús. “Para mí -dijo- es el punto clave: tener la capacidad de volver siempre con la memoria al primer amor... Una Iglesia que pierde la memoria es una Iglesia electrónica: no tiene vida”. Y ha recomendado a los sacerdotes de su diócesis que se guardasen tanto de los curas rigoristas como de los laxos. El sacerdote misericordioso en cambio es el que proclama “la verdad de Dios que es esta verdad, por decirlo así, dogmática o moral, pero acompañada siempre del amor y de la paciencia de Dios” y por eso añade: "No te asustes, el buen Dios nos está esperando. Vamos juntos ". Esto, agregó,"debemos tenerlo siempre en mente: acompañar. Ser compañeros de viaje “... La conversión “se cumple siempre en la calle, no en el laboratorio”.
No faltó en la conversación el tema de las periferias existenciales, referida esta vez a la situación de los católicos divorciados que se han vuelto a casar. "El problema - dijo Francisco - no se puede reducir sólo a si pueden comulgar o no, porque quien plantea la cuestión en esos términos no entiende cual es el problema real... Es un problema grave de responsabilidad de la Iglesia hacia las familias que viven en esta situación... La Iglesia en estos momentos tiene que hacer algo para resolver los problemas de la nulidad matrimonial”. El Papa reiteró que abordará este argumento con el grupo de los ocho cardenales con que se reunirá a primeros de octubre en el Vaticano y que también se discutirá en el próximo Sínodo de los Obispos sobre la relación antropológica del Evangelio con la persona y la familia, para que “sinodalmente se estudie este problema”. “Ésta -subrayó- es una periferia existencial real”.
Al final, en un clima de gran cordialidad, el Papa recordó a sus sacerdotes que el próximo 21 de septiembre celebrará sus sesenta años de ordenación sacerdotal.