Yo que tengo la experiencia de vivir la emoción de la concesión del “Premio a Pueblo Ejemplar”, comprendo tanto las grandes ilusiones como las desilusiones. Las entidades y pueblos que se presentan al premio lo hacen con la esperanza de aprovechar el impulso de esta noticia promocionarse, pero superado el momento de la desilusión, es la hora de ponerse de nuevo, manos a la obra para presentarse en la próxima convocatoria, así que es volver a la ilusión y al trabajo, al fin y al cabo el trabajo es la solución para salir del atolladero y poner de nuevo en valor nuestros pueblos.
La solución para Asturias pasa por la recuperación de los pueblos, de las aldeas o de las villas, al fin y al cabo la vida de nuestros rincones mas apartado conformarán la vida de la región dándole impulso y competitividad, para ello el Premio a Pueblo Ejemplar es una gran plataforma cuando se aprovecha debidamente.
He participado en muchos concursos de arte, unas veces como participante, otras como jurado; como participante iba convencido que lo mas importante era concursar y que solamente se daba un premio, premio que se merecían la mayoría de los concursantes, ya que previamente habíamos sido seleccionados, como jurado he tenido la misma visión, cualquiera de los artistas se merecía el premio, pero solamente uno era el premiado, en el Premio a Pueblo Ejemplar se da la misma situación, en el momento que son seleccionados es que cumplen con los requisitos de las bases, luego en ese momento todos son “premiados”, pero hay que elegir a uno y aquí entran las votaciones, pero salga el que salga siempre lo merece.
Este año la final, ha sido un ejemplo de esos merecimientos, hasta última hora se dudaba de quien iba a ser el elegido porque todas las candidaturas eran excelentes, al final, con dos en liza, Boal y Teverga, siendo esta última elegida por la diferencia de un voto, ambos pueblos jugaron sus bazas con el aval de sus trabajos e imaginación, actividades de sus asociaciones en las promociones agropecuarias, turísticas y ganaderas.
Boal trabaja por el respeto a su entorno y a su arquitectura popular, conserva de forma excepcional todas las obras heredadas de aquellos indianos que aportaron, en los siglos XIX y XX y lo mantienen con gran orgullo a la vez que trabajan activamente con sus ferias de artesanía o de la miel, Boal que ha tenido un pasado brillante está poniendo en valor su futuro, un futuro que no es fácil pero se adivina prometedor.
Teverga, la triunfadora de esta edición, tiene una gran oferta turística que ha se ha ido labrando a través del tiempo y en torno a la Colegiata románica del siglo XI, en donde se conservan unos cuerpos momificados del abad y su padre el marques de Valdecarzana. Teverga ha sido siempre un centro ganadero que gozó de fama en su raza porcina y vacuna pero el momento mas esplendoroso ha sido a la sombra de las minas de carbón ahora cerradas, Teverga en el momento actual no llega a los dos mil habitantes pero aspira a superar la crisis, cuenta con la colaboración de importantes deportistas e historiadores y el premio a pueblo ejemplar es un gran peldaño para la recuperación.