Existe una aplicación de F1 para tabletas que indica, entre otras muchas cosas, la posición de cada piloto en pista y sus movimientos a lo largo del trazado de cada gran premio. Cualquier aficionado a la F-1, incluso de muy corta edad, puede ver cuándo hay un hueco para salir a pista y quiénes vienen en vuelta lanzada o no. Así que cuando en el muro de Ferrari dieron a Alonso la indicación de salir a pista en la Q-3, -la estrategia era ir pegado a Massa-, resulta que le avisan de que tiene que frenarse para dejar pasar a Nico Rosberg que viene en vuelta lanzada. “Quindi c’è da lasciarlo passare… veramente siete degli geni, eh… mamma mia ragazzi”, soltó por la radio a su ingeniero: “Así que ´tienes que dejarlo pasar´. Realmente sois unos genios, Madre mía, chicos”.
La frase no tendría mucha importancia sabiendo que no es inhabitual ese tono irónico en el diálogo entre Alonso y Andrea Stella. Pero tras las tensiones generadas entre el piloto y sus jefes en Hungría, todo cobra un dramatismo especial. El error de sus ingenieros tampoco tendría esa reacción del piloto, si no fuera porque en el muro de Ferrari tiemblan como hojas en todas las calificaciones, incluso en seco, después de la catarata de decisiones equivocadas que comenzaron en Malasia 2010.
No, en otro tiempo, se daría más importancia a su discurso. “No es ninguna sorpresa para nadie que los Red Bull estén en la primera fila. Hulkenberg ha hecho una gran vuelta, y nosotros estamos cuarto y quinto, en disposición de ganar puestos en la salida y presionar a Vettel, algo que no pudimos hacer en las últimas carreras. Estoy contento, realmente contento. La estrategia en la calificación ha sido buena, porque aunque tuve que esperar por Rosberg, todo fue bien después. He dado las gracias al equipo y a Felipe por radio”.
En otra situación habría que ponderar el acierto en los reglajes de Red Bull y Ferrari, respecto al desastre de Lotus, que no pudo pasar ni con Raikkonen ni con Grosjean a la Q-3. Se quedaron varados en la Q-2, al igual que Hamilton, tras hacer una excursión por la grava de la parabólica. Ni siquiera se hablaba en el paddock de Monza de que Massa había batido por unas milésimas a su compañero, --18 para Felipe y 82 para Fernando en 100 grandes premios juntos en Ferrari-- cuando se habla de ser sustituido. No. La prensa italiana reunida como en cónclave durante horas trataba de dilucidar si Alonso había dicho por radio “scemi” o “geni”, para completar la frase “sois unos genios”, o “sois unos burros”, si habría que titular o no, “Alonso insulta...” el día en el que la plana mayor de Ferrari y grupo Fiat, con Lapo Elkan y Luca Montezemolo a la cabeza, arropaban al equipo con Flavio Briatore como invitado en un box donde no cabía un alfiler entre tanto jefe y “celebrity”.
“Después, en el segundo intento en la Q-3, un Toro Rosso se metió por medio de Felipe y de mí, cuando el plan era ir detrás de Felipe para beneficiarme del rebufo y ganar una décima. Pero Vergné me dejó pasar y Felipe me esperó”, dijo Alonso sobre el último intento. “Yo no le esperé, me dijeron que tirara”, le contradijo Massa.
Y eso tampoco ayuda a apagar el fuego. Alonso quiere poner las pilas a su equipo en la evolución del coche, en la estrategia en el muro, y Ferrari reacciona entablando contacto con Kimi Raikkonen para sustituir a Massa en lugar del elegido inicialmente, Niko Hulkemberg. “Anunciaremos nuestra decisión la próxima semana”, zanjó Montezemolo sobre el asunto Massa-Raikkonen-Hulkemberg, o mejor dicho, sobre su pulso con Alonso, porque el posible fichaje de Raikkonen, su mera negociación, hay que leerla en clave de “Cuidado Fernando, esto es Ferrari y aquí mando yo”. Y que se hable del futuro y no del presente es sencillo: Red Bull mostró su poderío en el circuito que “menos nos favorece”, dijo Vettel tras su pole número 40, olfateando ya su cuarto título consecutivo. Y eso es lo que realmente envenena a Ferrari.