Por Fernando Bazán/noticiasdeiria.blogspot.-Según un informe de la Inteligencia francesa, exhibido a los legisladores galos, las fuerzas leales del presidente Al-Assad llevaron a cabo un ataque químico "masivo y coordinado" en Damasco el 21 de agosto. El documento de 9 páginas -elaborado por los servicios de Inteligencia militar y el Ministerio de Relaciones Exteriores- enumeró 5 puntos que sugerían que Al-Assad estaban detrás del asalto; el informe es fundamental para el pedido del presidente François Hollande, de una acción militar en represalias por el ataque químico reportado en las zonas controladas por los rebeldes sirios.
Es interesante el informe de Inteligencia francés ya que una de las presunciones que sustenta su acusación es el hecho que “Bashar al-Assad y algunos de los miembros más influyentes de su clan son la única autoridad para ordenar el uso de armas químicas. La orden es enviada a los jefes de las dependencias pertinentes (…) Paralelamente, el personal militar recibe la orden y decide los objetivos, las armas y el tóxico para ponerla en práctica”. Además tiene una importante discrepancia sobre la cantidad de muertos dada por el Secretario John Kerry (1.429), mientras que para Francia “En base a un análisis técnico sistemático de 47 videos originales de los acontecimientos del 21 de agosto, un primer recuento, barrio por barrio, el número las víctimas se ha logrado. En vista de los videos individuales de muestra, fueron identificado por lo menos 281 muertos.”
En una entrevista con el periódico francés Le Figaro, Al-Assad desafío a Francia y a EE.UU. a mostrar pruebas concretas que señalen la responsabilidad del gobierno sirio en el ataque químico y calificó de “ilógicas” a las acusaciones ya que soldados sirios heridos fueron visitados por los inspectores de ONU, en los hospitales. Consultado sobre cómo reaccionaría Siria en caso de un ataque occidental, Al-Assad precisó que la región es un polvorín y que cuando la situación se salga de control, todo el mundo perderá.
La decisión del presidente Obama de retrasar un posible ataque militar contra Siria añade un giro inesperado a lo que ya se perfila como una complicada Cumbre del G-20, que tiene como organizador al presidente ruso Vladimir Putin, esta semana en San Petersburgo. El anuncio del presidente Obama, de pedirle autorización al Congreso, parece una estrategia para ganar tiempo antes de la reunión del G-20 del día jueves; Obama llamó a varios legisladores del receso de verano, entre ellos a los senadores John McCain y Lindsey Graham. La Casa Blanca señaló que no hay planes para una reunión entre Obama y Putin, al margen de la Cumbre, pero que inevitablemente tendrán algún tipo de interacción en el transcurso de las reuniones.
Tras las reuniones de emergencia en El Cairo del lunes, el Secretario General, Nabil Elaraby, dijo que la Liga Árabe considera que el régimen del presidente Al-Assad, es responsable del ataque 21 de agosto, pero que una “opción militar está fuera de la cuestión." Sus comentarios se produjeron un día después que la Liga no llegó a pedir la intervención militar en Siria, y en lugar pidió a la ONU y a la comunidad internacional a tomar medidas disuasorias en virtud del derecho internacional.
Irán describió a la declaración de la Liga Árabe en Siria como precipitada y políticamente motivada. El portavoz de la cancillería iraní, Marzieh Afkham, señaló que "La adopción de la postura de la Liga Árabe, antes del anuncio oficial de los resultados de investigación de las Naciones Unidas, demuestra que está motivada políticamente y es un tipo de prejuicio (…) Estas posturas no ayudan a resolver el actual conflicto y sólo profundiza la crisis (…) Provocar y fomentar el uso de la fuerza es muy arriesgado (…) La República Islámica de Irán considera que todas las observaciones y los esfuerzos deben estar dirigidos a detener la propagación de la crisis y prevenir que la región no entrar en una situación en la que no habría una salida”.
Arabia Saudita, defensor apasionado de una acción internacional firme contra el presidente Al-Assad, luchó ayer para formar una coalición árabe que daría a EE.UU. y otros países occidentales apoyo político vital para los ataques contra el régimen sirio. El ministro de Relaciones Exteriores saudita, Saud Al-Faisal indirectamente reconoció que el mundo árabe sigue siendo dependiente de EE.UU. como el policía de último recurso en la región “contra las transgresiones de los Estados árabes hermanos” así como de la protección en contra de Irán.
Los acontecimientos de los últimos diez días aproximadamente, sugieren que no hubo una preparación en la administración Obama ante la posibilidad de un incidente químico importante en Siria, se puede inferir que no había un plan en marcha para responder a un ataque químico por un régimen que ya había demostrado su bajo interés en respetar ultimátum o “líneas rojas”. Los resultados de esta aparente falta de preparación han sido demostrados por el Secretario de Estado, John Kerry, que respondió rápidamente con una réplica muy convincente del liderazgo presidencial, tratando de construir un caso fuerte basado en la inadmisibilidad de la acción del régimen y la necesidad urgente de una respuesta firme de EE.UU y Occidente; sin embargo, las posiciones de Departamento de Estado y del Pentágono son antagónicas y Occidente apoya pero no acompaña una posible iniciativa militar de norteamericana.
Suponiendo que el Congreso de EE.UU. autorice a la administración Obama -junto con algunos aliados- a lanzar ataques militares contra objetivos del régimen sirio, esa decisión se habrá adoptado razones que en gran medida están divorciadas de los intereses del pueblo sirio. La administración ha citado la necesidad de castigar, disuadir y prevenir el uso de armas químicas -objetivo defendible y loable- pero el pueblo sirio ha sufrido atrocidades en masa mucho más mortales durante el transcurso del conflicto sin que llevasen a una acción colectiva en su defensa. La administración también se refiere a la necesidad, dado el presidente Obama afirmó "línea roja" contra el uso de armas químicas, para proteger la credibilidad de Washington – otro objetivo comprensible- aunque poco probable que tenga alguna relación con el beneficio para la sociedad siria. Aparte de hablar de la indignación, la disuasión y la restauración de la credibilidad de EE.UU., la prioridad debe ser el bienestar del pueblo sirio. Independientemente de si se ordenan los ataques militares, esto sólo se puede lograr a través de la imposición de un alto el fuego sostenible y la transición política ampliamente aceptada.
La incertidumbre o ambigüedad presidencial, que habla de una intervención de "advertencia” pero sin sentido ya que no alteraría la estabilidad del régimen sirio, sin duda lleva a considerar que la decisión de someter la cuestión ante el Congreso no es un intento de mayor institucionalidad –no necesita solicitarle permiso al Congreso- sino un intento por dilatar o postergar una medida que a todas no conducirá a ningún lado pero que si dañará la imagen de EE.UU. en la región.
La política exterior de Obama contrasta con los lineamiento de su par, Vladimir Putin, quien ahora envió a la región una nave de reconocimiento –el Priazovye- que dejó su base naval en el puerto de Sebastopol, en Ucrania; una fuente militar comentó que la misión es "obtener información actual en el área sobre de la escalada del conflicto". Rusia sostiene que EE.UU. no ha demostrado su caso y que el ataque fue efectuado por los rebeldes para provocar la intervención y así inclinar la balanza a su favor.
Muchos árabes ahora se preocupan que el régimen sirio y sus aliados -Irán, Hezbollah y Rusia- perciban a EE.UU. como un actor débil y que esto sea una invitación a intensificar los ataques contra la oposición siria; el otro temor, derivado de la postura de Washington, es que los grupos extremistas sientan que la ausencia occidental es una incitación para radicalizar e internacionalizar más los enfrentamientos contra el régimen sirio. Este último temor es sustentado los Estados del Golfo, que ven a con temor a la expansión chiita de Irán después que EE.UU. derrocó al gobierno sunita de Irak.
La única salida del conflicto sirio es política. Pero requiere concesiones de largo alcance, una reducción de las demandas de todas las partes involucradas y que el único resultado viable sea un acuerdo que proteja los intereses de todos los grupos sirios pero que no altere sustancialmente el equilibrio estratégico regional. La guerra civil siria se presenta como una importante oportunidad para probar si EE.UU. e Irán pueden trabajar juntos en temas regionales para restaurar la estabilidad.
El dato que debe llamar a la reflexión de toda la comunidad internacional: 2.000.000 millones de refugiados sirios y más de 176.000 aguardan a que se los registre.