Por Lauren Wickman
RUVID
Aproximadamente el 80% de las enfermas con cáncer de mama encuentran la curación gracias a los programas de diagnóstico precoz implantados en todas las Comunidades Autónomas y a los tratamientos más personalizados y efectivos que se están administrando en los principales centros españoles. El Hospital Clínico Universitario de Valencia es uno de estos centros y, desde el Servicio de Hematología y Oncología Médica que dirige la catedrática Ana Lluch, se trabaja a destajo para resolver los casos más agresivos
Se diagnostican cada año unos 18.000 casos nuevos de cáncer de mama en España, en la Comunitat Valenciana alrededor de unos 1.600. ¿Esto es mucho o poco en comparación con otros países?
Estamos en el mismo nivel de incidencia que los países europeos de nuestro entorno y los Estados Unidos nos superan ligeramente ya que es el país desarrollado con mayor incidencia de cáncer de mama del mundo.
Todavía no conocemos la causa principal que produce esta enfermedad pero, según los datos de epidemiología, el hecho es que los países desarrollados presentan más casos que los menos avanzados y cada vez más en mujeres jóvenes. Esto se debe seguramente a que los embarazos se dan en edades más precoces y parece que los embarazos tempranos sean un factor protector. En España, por ejemplo, hemos aumentado la edad media del primer embarazo hasta los treinta años. Dicho esto, no está probada una relación directa con la aparición de células cancerígenas, sino que parece ser una causa más que se suma a otras como las alimentarias, ambientales y hormonales.
¿Y la terapia hormonal sustitutiva para mujeres con la menopausia?
Anteriormente se pensaba que este tratamiento, basado en dos tipos hormonales (estrógenos y progesterona), podía ser una causa de aumento de las posibilidades de padecer tumores de mama. Los datos más recientes revelan que la terapia únicamente con estrógenos no parece ser un factor determinante. Por tanto, no se le puede atribuir la etiqueta negra de provocar la enfermedad. El caso es que los centros europeos no han abusado de esta terapia hormonal: mientras en Europa la ha empleado aproximadamente un 35% de mujeres postmenopáusicas, en Estados Unidos se recetaba de manera indiscriminada a todo el colectivo.
Se está diagnosticando cada vez mejor…
Sobre todo gracias a las campañas de detección (screening) que consiguen un diagnóstico precoz y que están implantadas en todas las Comunidades Autónomas desde hace dos décadas. Por cierto, la Comunitat Valenciana ofrece el mejor programa de los existentes en España y en parte de Europa.
El diagnóstico precoz incrementa las posibilidades de curación pero, para aumentar todavía más la cifra de éxito, ¿dónde hemos de incidir?
Hemos de seguir atendiendo a todas las fases, desde la detección a la evaluación del tratamiento, pero sobre todo a la investigación traslacional. Es decir, en investigar nuevas formas de tratamiento que sean eficaces. Allí es donde más deberíamos invertir más recursos porque las campañas de detección precoz son correctas y no disponemos de más datos para hacer mejores exámenes. Asimismo, el tratamiento inicial también es suficiente. En cuanto a los tratamientos, hemos avanzado muchísimo en los últimos cinco años, no obstante, faltan nuevas formas de tratamiento más eficaces y que comprendamos mejor los mecanismos que producen las resistencias de los tumores a ciertas formas de tratamiento. Esos son los motivos que explica el porcentaje de pacientes que recaen a pesar de ofrecerles el mejor tratamiento. Por tanto, el principal reto actual de los investigadores es conocer a través de la biología molecular las alteraciones de los tumores y porqué dejan de responder a los tratamientos en un momento determinado.
¿Aquí es justamente donde su equipo está trabajando?
Efectivamente. Los ensayos clínicos solamente ofrecen a las pacientes un fármaco frente a otro. Sin embargo, a través de la investigación unida estrechamente a la asistencia clínica, nosotros vamos más allá y estudiamos la alteración biológica de cada paciente e intentamos revertir con fármacos la resistencia a tratamientos. Por tanto, es medicina personalizada 100%.
Paralelamente, estudiamos la manera de preservar la fertilidad de las enfermas mediante la preservación de parte de la corteza ovárica o la cristalización de ovocitos. Tras finalizar el tratamiento, se reimplantan y tienen la opción de quedarse embarazadas.
Imagino que para ello tendrá un equipo multidisciplinar…
En el Servicio de Hematología y Oncología trabajamos de forma muy compenetrada el personal investigador de clínica y de laboratorio. Contamos con biólogos, patólogos, cirujanos, ginecólogos, radiólogos… es decir, con expertos de todas las especialidades implicadas en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama.
A mí lo que más me gusta es la asistencia a los pacientes, para eso me hice médico. Pero estoy convencida de que todos los médicos deberíamos alternar asistencia, docencia e investigación. Los enfermos son la principal fuente de investigación; la docencia es necesaria para que podamos transmitir nuestra experiencia a las generaciones que nos relevarán; y la investigación es fundamental, imprescindible para avanzar y mejorar la aplicación clínica.
Hoy día las especialidades de la medicina no se entienden sin una base de investigación. Esto es todavía más cierto en el caso de la Hematología y Oncología ya que se necesita la base de laboratorio para dar a cada paciente su tratamiento personalizado. Es lo que inculcamos a los estudiantes. Intentamos desde la Universidad que los alumnos se gradúen con el espíritu de seguir investigando, no solo de practicar la medicina clínica.
¿Recomienda salir al extranjero como hizo usted en su momento para seguir formándose?
Esta profesión requiere estar dispuesto a aprender, y yo opté por salir al extranjero para formarme. A determinados destinos fui acompañada de mi familia y resultó una experiencia enriquecedora en todos los sentidos para todos. En otros, estuve sola porque implicaba demasiado desarraigo para mi familia, y claro que fue duro pero valió la pena.
En España existen los medios para formarse más que adecuadamente, pero siempre conviene que los jóvenes investigadores salgan de su ámbito para conocer otras formas de trabajar. La movilidad da una visión mucho más amplia del problema. Además, se consigue establecer relaciones estables y duraderas con los centros de acogida que se traducen posteriormente en colaboraciones en proyectos de I+D.
Es el caso nuestro con la Universidad MD Anderson Cancer Center de Houston donde realicé una estancia de investigación. Muchas veces nosotros tenemos posibilidades que ellos no tienen y ellos un desarrollo tecnológico que a nosotros nos falta, con lo cual si sumamos las capacidades de ambos equipos se multiplican nuestras posibilidades de desarrollar proyectos de calado. Opino que establecer redes de colaboración siempre es muy positivo. Nosotros, por ejemplo, participamos en muchos proyectos a nivel internacional pero también nacional, en los cuales colaboramos con la Clínica de la Fundación del IMIM del Hospital del Mar, el Hospital Vall d’Hebron, la Fundación Jiménez Díaz o el Hospital Clínic de Barcelona, entre otros.
Como editora de libros y revistas no especializadas, usted ha demostrado ser una persona concienciada con la divulgación de la enfermedad a la sociedad de manera comprensible. ¿Los medios de comunicación generalistas cubren adecuadamente el tema?
Los medios se hacen eco de cualquier novedad en el ámbito de la investigación en cáncer de mama y eso está muy bien pero muchas veces falla la forma de transmitirlo. En este sentido, se necesitan profesionales competentes para comunicar correctamente la información y no crear falsas expectativas en la población. Esto es un gran problema porque, al sobredimensionar los avances, los pacientes los perciben como soluciones a sus problemas cuando en realidad son todavía vías de solución